Capitulo 20

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Suena el despertador a las ocho en punto y me levanto de un salto de la cama. Me miro en el espejo; sin ánimo de obsesionarme, examino detenidamente mi piel. De momento sigo sin síntomas, así que respiro aliviada y me convenzo de que no tengo que hacer esto todas las mañanas. Aunque es inevitable. Me ducho rápido y me pongo una falda de crochet blanco larga con una blusa de color cámel. 

Elijo un par de collares de piedras turquesa y añado mis anillos. Vuelvo a mirarme en el espejo y decido darme un poco de máscara de pestañas y colorete. Me veo bien y me siento segura. Desayuno un poco de pan con aguacate y tomate y salgo hacia el garaje a por mi bicicleta. Así me da un poco el aire. Paso a saludar a la señora Esmeralda, que está tomando limonada en su jardín mientras arregla unos rosales. —Buenos días, Esmeralda. —Estas guapísima, Aurora, pareces una sirena con esa falda. 

¡Me encanta! Sonrío y le lanzo un beso mientras empiezo a pedalear hacia el muelle. Adoro hacer este camino por la calle principal de este precioso pueblo. La verdad es que me enamoró desde el primer día. Las casitas parecen casas de muñecas, tan bien cuidadas, y la gente es adorable. Hace un sol increíble y el muelle está lleno de gente. Parece que ha llegado un barco de turistas. Los dueños de los puestecitos estarán contentos. 

Además, hoy es día de mercado local. Como llego antes de la hora, son las nueve y cuarto, aparco la bicicleta y doy una vuelta por los puestos. Son muy peculiares. Están montados en casetas de madera y ofrecen un poco de todo. Frutas y verduras de la zona, antigüedades, cerámica, ropa hippie hecha a mano, blusas de crochet, pamelas de paja, otro puestecito de conservas naturales artesanales. La verdad es que siempre me ha gustado mucho este surtido, igual que el mercadillo de segunda mano de los martes. 

Encuentro un sombrero de paja que me quedaría genial con el conjunto que llevo hoy y no lo dudo. Lo compro y le dejo algo de propina a la amable señora que los teje. Con él ya en mi cabeza, sigo paseando por el muelle. Me pido un zumo de naranja y papaya recién exprimido y me siento al final, en la mismísima punta, con los pies colgando, casi tocando el agua, a beber mi zumo mientras espero a que lleguen. 

Ya son las diez menos cinco, así que deben estar a punto. Diviso el cuatro por cuatro de Narel y no puedo evitar ponerme nerviosa. Me levanto y camino hacia el aparcamiento. Me tiemblan las piernas ligeramente de los nervios y trato de disimularlo, después de todo lo que pasó la última vez y todas las cosas bonitas que nos dijimos. Narel ya se baja del coche y sus amigos también. Va guapísimo, lleva una camisa de lino blanca muy informal y unos tejanos cortos desgastados. Según me voy acercando los saludo con la mano con alegría. —Buenos días, Aurora. —Narel me da un abrazo y un beso en la mejilla y rápidamente me presenta a Jake y a Flor.

 —Hola, encantada —contesto algo tímida, aunque no lo soy en absoluto. —Bueno, Flor aún no es de Tennessee, pero pronto lo será —le dice Narel a ella bromeando. Ella me da dos besos, parece muy simpática y sonriente. Es guapísima, podría ser modelo sin problema. Luce una melena castaña espectacular y una mirada muy noble. Los shorts tejanos y una camiseta de punto blanco de tirantes le quedan genial. —Yo soy Jake, claro. Él también me besa y presiento que son una pareja especial. Él es superatractivo también. Moreno, con la barba bastante más larga que Narel y con una mirada muy fuerte. Me recuerda a un leñador de las típicas películas canadienses. 

—Encantada de conoceros. ¿Es la primera vez que visitáis la Costa Oeste? —Yo sí —contesta Flor sonriente mientras coje la mano de Jake. Se la ve tan enamorada. Tiene un acento raro, parece latina o española. —Pues yo, aunque me dé vergüenza admitirlo, no he salido del estado de Tennessee más que un par de veces —asegura Jake. —Mentira, cariño, llevas casi un año viajando a Nueva York cada mes —le corrige Flor con tanta dulzura que podría derretirme. Él la mira y le planta un beso en los labios. 

Una mirada al océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora