La chica entró a paso firme en el recinto de la casa. Las ganas por destapar el misterioso encuentro podían con ella, pero no con el miedo que sentía. Quizás solo querían hablar con ella por lo que le hicieron a su madre. Intentó no pensar demasiado en ello, pero ese fatídico día no paraba de repetirse en su cabeza.
Se detuvo enfrente de la puerta, sintiendo como un poco de sudor frío recorría su nuca, aun así, decidió picar, deseando que los Uchihas no le abriesen nunca. Golpeó la puerta tres veces, hasta que el mismísimo líder del clan salió.
Sus ojos, fríos y calculadores, encajaban perfectamente con la cara que hizo en ese momento; una de total y completa seriedad. La niña tenía miedo, a él, a su clan, a su Sharingan.
—Buenos días, Makoto. —Fugaku se dirigió la chica con cordialidad.
—Buenas, Fugaku. —Makoto se inclinó en señal de respeto.
—Por favor, sígame —ordenó el hombre. La Senju se quitó sus sandalias y comenzó a seguirlo.
La casa era increíblemente grande, decorada con una exquisitez digna de catálogo. La madera decoraba todas las estancias y los cuadros bélicos se alzaban imponentes en el comedor, recordando los orígenes del clan. No pudo evitar sentir cierto temor cada vez que escuchaba los pasos del hombre frente a ella. Se estremecía solo con sus pisadas y pensó en si su madre había pasado así sus últimos momentos; en una completa agonía.
Pasaron por la cocina, donde una mujer estaba haciendo té, Makoto supuso que para su reunión. Tenía claro que no lo bebería, ya que no quería morir envenenada. Las paredes blancas parecían estrecharse a medida que la chica pisaba el suelo, apenas podía caminar sin que sus piernas temblasen, su nerviosismo era cada vez más notable, lo sabía. Y, si seguía así, estaba segura de que Fugaku conseguiría incluso palparlo.
Atravesaron un patio, muy parecido al que la chica tenía en su casa, y llegaron a un gran puente de madera. Tallada en esta, podían verse dos abanicos rojos y blancos.
—Pasa —ordenó Fugaku, abriéndole la puerta, para cederle el paso a una gran sala con unos cojines azules en el suelo, uno de ellos estaba ya ocupado por el Uchiha que la saludó hacía ya semanas: Itachi Uchiha—. Makoto, él es mi hijo, Itachi.
—Buenas, Señorita Makoto —saludó el pequeño Uchiha. Ella se inclinó en señal de respeto.
—Hola, Itachi —dijo la chica, que se sentó cuando Fugaku le señaló su asiento correspondiente; delante del niño y al lado del mayor.
—Relájate, tu nerviosismo se nota hasta en Kirigakure —habló Fugaku. Makoto pensó que era una especie de broma sin gracia, por lo que sonrió incómoda—. Te preguntarás por qué estás aquí. —La chica asintió. —Seré franco contigo... —Makoto frunció el ceño sutilmente. —El clan está arrepentido por la muerte de tu madre. —La chica apretó los puños.
—Con todos mis respetos, Fugaku, eso fue solo una muestra de que los Uchiha y los Senju no pueden llevarse bien, no es la primera vez que pasa —explicó ella seriamente. La historia se repetía, y lo seguiría haciendo por muchos años más.
—Continuemos, queremos estrechar lazos entre clanes. —Los ojos de la chica se oscurecieron, no se la estaba tomando en serio. —Para eso está aquí Itachi. Quiero que seas su instructora. —Makoto entreabrió la boca, notablemente sorprendida.
—Lo siento, pero creo que hay más Senjus dispuestos a realizar esta tarea, yo no soy la indicada. —La de cabellos grisáceos quiso continuar pero fue interrumpida por el hombre.
—Pero te queremos a ti —dijo Fugaku. Ella frunció el ceño.
—No tengo el Sharingan, yo no soy la apropiada para este entrenamiento, Fugaku. Es más, jamás le he enseñado nada a nadie y, si los rumores son ciertos, está claro que Itachi no necesita nada de mí. Además, qué diablos, yo no quiero hacerlo —explicó seriamente.
—No es discutible. —Makoto se sorprendió, supuso que no había nada que hacer. No podía negarse porque su miedo a morir era mucho más grande que sus convicciones. —Ya está decidido, serás su maestra hasta que seas ANBU, ya que estarás más ocupada si llegas a ese puesto... —La chica alzó sus cejas sutilmente, alea jacta est, la suerte estaba echada. «Debe estar muy seguro de que llegaré a ANBU... Cree que soy tonta. Toda esta proposición estúpida y lo de que me retiraré al ser ANBU es únicamente para que los Uchihas sepan cuándo entraré en la organización. Qué tontería, como si fuera a hacerles algo...», pensó la Senju.
—Está bien, Fugaku —susurró apretando sus puños, totalmente consciente de que Itachi ya era lo suficientemente bueno. Se resignó del todo, al final, era una obligación más y punto.
—Los lunes, de cinco de la tarde a diez de la noche. Si tienes alguna misión, cambiaremos el día —explicó el hombre. Ella solo asintió.
—Fugaku, Itachi, me retiro —comentó, levantándose para poder irse.
—Está bien —susurró Fugaku, poniéndose de pie para acompañarla a la puerta.
—Adiós —se despidió Itachi, decidiendo quedarse en la sala.
—¿Ya os vais? —preguntó Mikoto con el té en la bandeja—. Acabo de acabar el té, valga la redundancia. —Makoto asintió.
—Hasta otra —dijo ella mientras apresuraba el paso hasta la puerta, y empezaba a ponerse sus sandalias ninja. Dispuesta a irse cuanto antes mejor, agarró el pomo de la puerta, lo giró y salió de la casa, consciente de que todo aquello debía ser algún tipo de estratagema.
ESTÁS LEYENDO
ANBU | Kakashi Hatake
Fanfic1° L I B R O | | S A G A A N B U Después de pasar años entrenando sola, Makoto Senju, se ve forzada a volver a entrar en la academia ninja. Allí, se verá envuelta en el Equipo Minato con el que cumplirá misiones al mismo tiempo que muestra interés...