ANBU | Kakashi Hatake

Capitulo 22: ¿Estás conmigo?

     —Ah, sí, claro —le dijo Makoto, cabizbaja, a su maestro.

     —Chicos, lo siento mucho, si hubiese sido más rápido... —comentó Minato. Makoto negó sutilmente mientras apretaba los puños con fuerza.

     —No, la culpa es mía. Si hubiese sido una buena líder. Lo siento, chicos.

     Makoto salió corriendo bajo la atenta mirada de sus compañeros. Acabó por llegar a un bosque cerca del campo de entrenamiento. Se subió a la copa de uno de los árboles y se sentó en una rama. Inconscientemente, comenzó a llorar.

     —Si tan solo hubiese hecho bien mi trabajo. Soy una jonin horrible. —Abrazó sus piernas y hundió la cabeza en ellas. —Ojalá Obito hubiera sobrevivido, él se merece mucho más estar vivo. Al menos más que yo —dijo con voz ronca.

     —No digas esas cosas —comentó Kakashi, sentándose a su lado. «Siquiera le he escuchado llegar, ¿cómo demonios lo ha hecho?», se preguntó Makoto.

     —¿Eh? ¿Kakashi? ¿Qué haces aquí? —Makoto limpió rápidamente sus lágrimas. —No le digas nada a Rin o Minato, no quiero que se preocupen por algo más. Bastante tienen con lo que tienen. —Miró al suelo.

     —No te hagas la fuerte. —Miró de reojo a su compañera. —Todos debemos llorar. —A la Senju le empezaron a temblar las manos.

     —He perdido a tanta gente... —Abrazó a su compañero, intentando no resbalar de la rama. Él no supo cómo responder. —No quiero más de esto. —Kakashi seguía sin saber muy bien qué hacer.  —Podrías corresponder mi abrazo, Hatake. —El chico la rodeó con sus brazos cuidadosamente. —Gracias.  —Lloró en su hombro ante la atenta mirada de Rin, quien supo que Kakashi no era para ella y se retiró con una sonrisa en la cara. Makoto jamás había sido del tipo de persona que quería ser protegida, pero debía admitir que, en los brazos del Hatake, se sentía más segura.

     —No pasa nada —susurró él. Makoto frunció su ceño con impotencia.

     —Solo querría hablar con él una vez más. Es una tontería, pero podría morir feliz si lo hiciera... —Kakashi empezó a jugar con el pelo de la chica.

     —Relájate un poco. Estoy seguro de que Obito está feliz donde quiera que esté —murmuró al notar que la respiración de su amiga seguía siendo irregular.

     —Ya no quiero ser ninja. Dudo haber querido serlo alguna vez verdaderamente —espetó la Senju. Kakashi, truncó el abrazo y la miró seriamente a los ojos—. Este sistema ninja no ha hecho más que arrebatármelo todo. A mí y a ti. No tengo padres justamente porque fueron ninas, Obito está muerto por lo mismo. ¿Quién será el siguiente? Si ser ninja significa ver morir a todos mis amigos, no quiero tener nada que ver con eso. —Kakashi golpeó sutilmente el hombro de la chica.

     —No puedes dejar de ser ninja. Naciste para esto. Este es tu sitio. —Makoto negó.

     —Ni de broma. —Negó repetidas veces. —No soy una buena ninja, tampoco una buena compañera, mucho menos una buena líder. —Kakashi miró sus manos con tristeza.

     —No permitiré que digas eso. —Bajó del árbol. —Descansa, ves a casa y enfría tu cabeza. —Makoto asintió mientras bajaba del árbol. —Si dejamos de luchar por Konoha, todo lo que habrán hecho nuestros seres queridos habrá sido para nada.

     Ella dejó escapar una carcajada y se limpió las lágrimas.

     —Gracias. —Kakashi negó. —Y perdón. —Sonrió, avergonzada.

     —¿Por qué?  —preguntó el Hatake.

     —Porque sé que a ti también te duele esto y yo no tengo la suficiente fuerza y compostura como para consolarte. Lo siento, de verdad.

     —¿Te estás dando cuenta de lo ridículo que es lo que estás diciendo? —preguntó el chico, sonrojado. —Ves a casa yo te cubro. —Makoto asintió y agarró las gafas de Obito que llevaba en su chaleco.

     —Adiós, Hatake —dijo antes de comenzar su trayecto a casa bajo la atenta mirada del Hatake.

     —Makoto, no dejaré que el sueño de Obito muera. No dejaré que a Rin o a ti os pase algo —se susurró a sí mismo mientras veía a Makoto perderse en el bocaque, no sin antes despedirse a lo lejos de él.