Capítulo 7: Espantapájaros.

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     Ya había pasado una semana desde lo sucedido con Danzō, y la Senju se había relajado un poco. Caminó hacia la entrada de Konohagakure y se encontró con Obito, el cual se puso a su lado.

     —¿Qué tal, Makoto? —Makoto se encogió de hombros, ni bien ni mal.

     —Pues no sé, la verdad, ¿y tú? —respondió la chica por cortesía.

     —Más que feliz, nos encontraremos con Rin si vamos por aquí. —Obito arrastró a la Senju por otro camino.

     —¿Te sabes por dónde pasa? —preguntó ella, un tanto confundida. Él asintió contento—. Qué bonito debe ser estar enamorado... —comentó jocosamente—. Realmente quieres a Rin.

     —Me-Mentira, yo en ningún momento he dicho eso —tartamudeó él mientras enrogecía.

     —Di lo que quieras, a mí no puedes engañarme, Uchiha —masculló Makoto, intentando no parecer desagradable al decir su apellido.

     —¿Por qué no te gustan los Uchihas? —La chica se sorprendió ante la pregunta de su compañero y cayó en cuenta de que no era una buena actriz. Si bien no tenía por qué contestar, sintió la necesidad de hacerlo.

     —Tú... tú tienes a personas que quieres, ¿verdad? —preguntó Makoto y él asintió—. Y, si mi clan, los Senju, las matase, ¿cómo reaccionarías? —El Uchiha frunció el ceño.

     —Os odiaría, a ti y a tu clan... —habló, dándose cuenta del porqué de la pregunta—. Yo... lo siento tanto. —La Senju negó. —Entiendo si no quieres hablarme o... —Makoto apoyó su mano en el hombro del chico.

     —Cierto es, que al principio, era reacia a formar lazos con Uchihas, y con alguien en general, pero tú no tienes la culpa, Uchiha. Así que no te preocupes —dijo Makoto. Si era sincera, Obito era el único de ese clan que le había hecho esa pregunta y no pudo evitar que eso le ayudara a humanizarlo un poco. Visto con persepectiva, Obito no había tenido potestad en ninguna de las decisiones de su clan y Makoto simplemente estaba siendo irracional.

     —Pero si has sido buena persona —comentó él con sorna. Makoto rodó los ojos—. Está bien ya pa... —Obito quiso continuar hasta que una cabellera marrón se hizo presente. —¡Rin! —exclamó el Uchiha—. Rin... —susurró al ver hacia quien se dirigía: Kakashi, su rival en el amor—. Kakashi —dijo con rabia.

     —Eh, cálmate fiera —ordenó Makoto, cogiéndole del brazo—. Quédate con Rin, yo distraigo a Kakashi. —Obito sonreía mientras asentía. Makoto se tiró en el suelo y Obito se la quedó mirando mientras alzaba una ceja. —Di que me he hecho daño, para que Kakashi me lleve al hospital y tú te quedarás con Rin, ¿lo pillas o tengo que explicártelo para tontos? —bromeó. Lo cierto era que tenía ganas de librarse de él. El Uchiha, sonriente, asintió. Su compañera podía ser una buena persona cuando quería.

     —¡Kakashi! —gritó Obito, haciendo que el nombrado se diera la vuelta—. ¡Es Makoto! ¡Se ha caído y no se puede levantar! —El Hatake y la Nohara se aacercaron a la Senju, que seguía en el suelo.

     Kakashi se la quedó mirando por unos minutos; su cara denotaba aburrimiento, no dolor, y simplemente estaba extendida en la calle. Se le hizo extraño que siquiera llevase su mano a la zona que le dolía. «¿Qué es? ¿Simplemente tonta o es que no siente el dolor?», pensó Kakashi para sí.

     —No hace falta tanto revuelo... —murmuró la Senju y Obito la miró—. Solo necesito que alguien me lleve al hospital.

     —Yo no puedo llevarla, pesa mucho —dijo el de cabellos negros. Makoto frunció el ceño y le miró con desdén.

ANBU | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora