Capítulo 31: El último entrenamiento.

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     Makoto se dirigía al distrito Uchiha, a darle la gran noticia a Fugaku de que ya era ANBU, de que ya podía dejar de entrenar a Itachi. Por fin, ese sería su último entrenamiento. No cabía en sí de la emoción, aun así, no podía evitar sentirse un poco triste.

     Entró en la casa de Itachi con una sonrisa triunfal que, seguramente, no se iría en todo lo que quedaba de día.

     —Buenos días —dijo Makoto desde la entrada, esperando a que Itachi bajara corriendo como siempre hacía.

     —¡Ahora voy, Makoto! —gritó Itachi desde la planta de arriba.

     Mientras tanto, Makoto se dedicó a caminar hasta las dos grandes puertas de madera con el símbolo del clan Uchiha en ellas. Las abrió y entró en la sala de reuniones del clan. Fugaku estaba allí sentado, revisando unos papeles con seriedad.

     —¿Qué haces aquí? —preguntó el líder del clan a la Senju cuando, de repente, el llanto de un bebé se empezó a escuchar—. Responde.

     —Vengo a decirle que ya no debo seguir entrenando a Itachi —dijo Makoto sonriente—. He entrado en ANBU, estoy segura de que ya se lo han comunicado. —El Uchiha, lejos de enfadarse, asintió sin inmutarse.

     —Está bien, comunícaselo a Itachi. —Makoto asintió y corrió hacia la planta de arriba. Entró en una de las habitaciones y se encontró a Itachi acunando a un bebé.

     —Es Sasuke, ¿no? —susurró Makoto mientras se ponía al lado de Itachi, que asintió con una sonrisa. Sasuke comenzó a reír. —¿Puedo agarrarlo, Itachi? —Itachi frunció el ceño.

     —Seguro que llorará... —advirtió Itachi. Aun así, Makoto, hizo caso omiso a sus palabras y arrancó de los brazos de Itachi al pequeño Uchiha.

     —¿Cómo estás, Sasuke? —Makoto empezó a hacerle cosquillas. Sasuke, lejos de reír, empezó a llorar. Itachi miraba la escena entre risas. —¿Por qué llora? No lo entiendo —murmuró la chica, frunciendo el ceño—. Tómalo de vuelta. —Se lo entregó a Itachi, que lo dejó en una cuna y esperó a que se durmiera, cabe decir que no tardó mucho.

     —Tengo una gran noticia —susurró Makoto para no despertar a Sasuke.

     —¿Sí? —preguntó Itachi, extrañado.

     —Ya soy ANBU, este es nuestro último entrenamiento. —Itachi se sorprendió ante las palabras de la chica.

     —Felicidades, maestra. —Makoto sonrió al Uchiha.

     —Venga, vayamos a entrenar —dijo la Senju que bajó hasta el piso inferior de la casa.

     —Espera, me tengo que poner las sandalias —dijo Itachi, poniéndose sus zapatos, lo que le recordó a Makoto que ella todavía llevaba puestos los suyos.

     —Venga. —Agarró la mano de Itachi para arrastrarlo hasta fuera del distrito Uchiha.

     —Espera, espera. —Frenó a Makoto. —Sé que no es mucho, pero toma. —Rebuscó en sus bolsillo y le entregó una pequeña pulsera con el logo del clan Senju y el clan Uchiha. —Estaba reservándola para el último entrenamiento, pero no pensé que fuese tan pronto. —Makoto le sonrió mientras se ponía la pulsera.

     —Muchas gracias, no tenías porqué. —Sonrió Makoto mientras inclinaba la cabeza.

     —Pero no es una simple pulsera, también contiene un poco de chakra en ambos dijes —explicó Itachi mientras Makoto miraba encantada su pulsera.

     —¿Sabes qué? Hoy no entrenaremos —habló Makoto, determinada—. Te invito a Ichiraku, ¿te parece bien? —Sonrió Makoto.

     —Claro, gracias, maestra —agradeció el Uchiha.

     —Llámame Makoto, por favor. Si me sigues llamando maestra cuando no lo soy, será raro. —Rio Makoto.

     —¿Paso a buscarla a las nueve y media? —sugirió Itachi formalmente.

     —Claro. —Makoto revolvió el pelo de Itachi y se marchó a su casa.

     El tiempo pasó rápidamente, Makoto se había puesto ropa de diario y había ordenado un poco la casa. El joven Uchiha se encontraba delante de la gran casa en el distrito Senju, llevaba esperando delante de la puerta nueve minutos, no picaría hasta que fuesen las nueve y media.

     Mientras tanto, Makoto se encontraba sentada en el sofá de su casa esperando a que Itachi llamase.

     Pese a ser tan joven, Itachi era todo un caballero, cada vez que acababan los entrenamientos la acompañaba a casa siempre despidiéndose con su, ya típico: "Gracias por el entrenamiento, maestra". No importaba las veces que le dijera que la tratase de tú a tú, él siempre era formal, de vez en cuando, hasta frío.

     La puerta sonó. Makoto se levantó y fue a abrir la puerta, para encontrarse a Itachi frente a ella.

     —¿Nos vamos? —preguntó Makoto mientras sonreía. Itachi asintió.

     Ambos se encaminaron entre charlas a Ichiraku, donde tendría lugar su último entrenamiento.

     Al llegar al puesto, se sentaron en una mesa que daba a la ventana. Ya era de noche, por lo que el cielo se había teñido de negro y solo resaltaban pequeños puntos blancos pintados sobre este.

     Ayame no tardó mucho en llegar, y se sorprendió mucho de que Makoto estuviese con Itachi.

     —¿Cómo es que hoy no vienes con Kakashi? —preguntó Ayame pícaramente.

     —Itachi es mi alumno, venimos aquí a modo de despedida —explicó Makoto.

     —Claro, ¿qué queréis cenar? —cuestionó la camarera, sacando una pequeña libreta de su delantal.

     —Yo quiero un ramen especial —contestó Makoto.

     —Que sean dos. —Se apresuró a decir Itachi. La chica, apuntó rápidamente las comandas.

     —Ahora mismo os los traigo. —Ayame se perdió de la vista de los jóvenes.

     La pareja, no tardó en empezar a conversar de nuevo. Itachi sabía que posiblemente esa sería de las pocas veces en las que podría hablar con Makoto sin preocupaciones, seguramente, su nuevo trabajo la agobiaría demasiado y no tendría tiempo para nada. Por lo que Itachi, disfrutaría de esa cena como si la vida le fuese en ello.

     Indudablemente, Makoto se había convertido en alguien muy importante para él, en realidad, supo que lo sería en cuanto le habló por primera vez. De esa Makoto que odiaba a los Uchiha y hablaba de malas maneras, solo quedaban cenizas, cenizas que dejaban ver la verdad de Makoto; una chica dulce con un trágico pasado.

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ANBU | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora