Capítulo 14: Naomi Hyuga.

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     —Makoto Senju, se le acusa de rebelión —dijo un ninja mientras esposaba a la Senju, bajo la atenta mirada de sus compañeros. Ella se quedó mirando a su maestro, que intentaba preguntar a los otros ninjas qué había pasado.

     —Yo no he hecho nada —masculló Makoto de una forma bastante nerviosa. Rin intentó agarrar su muñeca para que no se la llevaran, pero los ninjas hicieron que la soltara.

     —Acompáñenos —ordenó un ninja mientras obligaba a caminar a la chica, que no podía hacer más que resignarse.

     —¿Qué? —preguntó Makoto, comenzando a hiperventilar para después marchar con los dos ninjas que la habían esposado. Sus compañeros y maestro miraban la escena atónitos. Minato intentó convencer a los hombres de que aquello no tenía sentido, pero no sirvió de nada.

     —Calla —ordenó el ninja, poniendo una venda en los ojos de la chica.

     El camino se hizo lento, y todas las personas que se encontraban con la Senju no podían evitar mirarla. Al final, entraron en un gran recinto.

     —Hokage —susurró la Senju al aire—. ¡¿Por qué estoy aquí?! —gritó—. No he hecho nada.

     —Calla —ordenó alguien diferente a las voces que ya conocía—. Makoto Senju, Hija de Toshio Senju y Naomi Hyuga. —La Senju asintió. —Estás siendo acusada por delitos de rebelión. —Le quitaron la venda de los ojos a la chica y sintió como miles de ojos perlados la miraban.

     —No he hecho nada contra los Hyugas —comentó Makoto mientras la arrodillaban y esposaban a un poste.

     —Tu madre, Naomi, intentó matarme, no solo a mí, sino a mi hermano también, solo para quedarse ella la cabeza del clan —explicó Hiashi.

     —Ella era la mayor, ella merecía ser la cabeza del clan —dijo la Senju, frunciendo el ceño.

     —Era una mujer. —Makoto mordió su labio y frunció el ceño. No soportaba a Hiashi.

     —De todas maneras, es su delito, no el mío —habló la de cabellos grisáceos, mirando directamente a los ojos del líder del clan.

     —Te hemos dejado entrenar con nosotros, y así nos lo pagas —dijo Hiashi. Makoto empezó a reír.

     —¿Se puede saber ya qué demonios he hecho? —preguntó Makoto.

     —Te has compinchado con los Uchiha —respondió Hiashi. La chica frunció el ceño y negó.

     —Yo no he hecho tal cosa —aseguró la Senju.

     —Te vimos entrar en la casa de Fugaku, su líder. Eres consciente de nuestra rivalidad y, aun así, has decidido apoyar a un clan que no es el tuyo —explicó Hiashi, Makoto empezó a temblar—. Así que creo que es hora de que sepas que nosotros mandamos a los Uchiha a matar a tu madre.

     —¿Por qué lo hicisteis si os lleváis tan mal? —preguntó Makoto para después respirar profundamente.

     —Tu madre era poderosa, si la mataban, tendrían a una amenaza menos, ¿ahora lo entiendes? —Makoto entreabrió la boca sutilmente. Claro que tenía sentido, pero no podía fiarse de aquel hombre. —Aun así, ¿quieres seguir colaborando con ellos?

     —Mataste a tu hermana... —Makoto agachó la cabeza. —Mataste a mi madre. —Sus lágrimas empezaron a caer al suelo. —¿Me acabas de decir algo así y esperas que deje de ir al clan Uchiha? Llevo culpando toda la vida a las personas incorrectas... —Sonrió de lado. —Y resulta que tenía a mi familia por enemigo.

     —Eso no importa, nos has traicionado —dijo el líder de los Hyuga. Makoto negó.

     —¡Yo no he hecho nada, no tenéis pruebas, no podéis hacerme nada! —exclamó la Senju, presa del pánico—. ¿Siquiera voy a tener un juicio justo? ¡Que venga el Tercero!

     —Cállate. Eres una niña, esta vez, lo dejaremos pasar. No te juntes ni ayudes a los Uchihas o lo lamentarás. Quedas avisada —amenazó Hiashi. Makoto frunció el ceño.

     —Mi compañero de equipo es un Uchiha, y a otro Uchiha le prometí entrenar a su hijo, un Uchiha. Así que lo siento, me mantendré en lo que prometí, porque ese es mi camino ninja —dijo la chica, haciendo suya una de las frases de su amigo. 

     —Tenemos suerte de que no tengas el Byakugan. —El líder sonrió de lado. Makoto no entendió del todo por qué había dicho algo así de la nada.

     —¿Y eso qué? —preguntó ella, notablemente confundida.

     —Que si algo te pasara, no tendremos que temer porque descubran los secretos del Byakugan —dijo Hiashi, sonriendo. Makoto sabía que era una amenaza, no necesitaba ser extremadamente inteligente para captarlo.

     —Eres un ser lamentable —susurró Makoto.

     —Vete —le ordenó Hiashi a la Senju—. Recuerda lo que hemos hablado, no me gustaría que algo le pasase a la queridísima hija de mi hermana. —Makoto fue desatada y escoltada hasta fuera del edificio, donde la dejaron, como si fuera un despojo. 

     —¿Qué ha sido eso? —se preguntó a sí misma mientras empezaba a dar patadas a una piedra—. ¿Cómo que la muerte de mi madre no importa? —Frunció el ceño, intentando asimilar lo que acababa de pasar. —Me da igual, mañana entrenaré a Itachi como si nada hubiese pasado.

     La Senju entró en su casa, demasiado calmada como para haber asistido a un juicio con uno de los clanes principales y más poderosos: el de su madre. Temer por su vida se le estaba haciendo cada vez más normal, si era sincera, no quería que siguiese así, pero era una ninja, no tenía otra opción.

 Temer por su vida se le estaba haciendo cada vez más normal, si era sincera, no quería que siguiese así, pero era una ninja, no tenía otra opción

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ANBU | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora