Capítulo 1: Nueva.

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     Nadie negaría que la nueva era igual al segundo Hokage, Tobirama Senju. Pero era de esperar, al ser su nieta algo debía heredar de su físico, aunque tanto era hasta excesivo. La chica era una copia descarada de él. Incluso su cara tenía grabada las tres mismas marcas de su abuelo.

     Entró en la academia, con un aire impávido que atrajo rápidamente a la mayoría de los estudiantes. Su pelo, grisáceo y largo, ondeaba gracias a una ventana abierta en el edificio. Subió a la tarima y observó a sus nuevos compañeros por encima.

     —Soy Makoto Senju, nieta del Segundo Hokage —se presentó con seriedad. El profesor señaló el asiento en el cual debeía sentarse.

     Un Uchiha. Rio para sus adentros. Aquel chico había sido lo primero que había captado su atención. Su expresión reflejaba una repugnancia tintada de soberbia; Makoto Senju odiaba a ese clan con cada ápice de su ser. Todos eran unos traidores y, como había aprendido por experiencia propia, no se podía tratar con ellos. El chico vestía un traje azul marino con bordes naranjas en la chaqueta, unas vendas alrededor de sus piernas, el porta armas en el muslo derecho y lo que más destacaba en él: unas gafas naranjas. «¿Un Uchiha con gafas? Esto debe ser una broma», pensó mientras pasaba por su lado.

     A la izquierda del Uchiha, se encontraba una chica de la que no pudo saber su clan a primera vista, quizá siquiera tenía uno. Era una joven bastante atractiva. Su pelo, cortado a media melena, era marrón, y en su cara resaltaban dos marcas lilas. Llevaba una camiseta negra que conjuntaba con unas mallas del mismo color; sobre estas, tenía una falda de un color rosa muy claro, casi blanco.

     Al otro extremo de la de cabellos castaños, estaba sentado un chico que era igual a Sakumo Hatake, más conocido como el Colmillo Blanco de Konoha. Llevaba un traje de color negro, con algunas partes metálicas. Su pelo era grisáceo y sus ojos negros. La mitad de su cara estaba tras una máscara que impedía ver su nariz y boca.

     Makoto era una gran guerrera, no cabía duda. Era un ninja sensor y la naturaleza de su chakra era la misma a la de su abuelo —fuego, viento, rayo, tierra, agua, Ying y Yang. Siempre portaba consigo la espada que Tobirama dejó a su familia como reliquia: la Raijin no ken. Desgraciadamente, no había conseguido desarrollar su genjutsu al máximo, ya que nunca se le había dado demasiado bien. Si pudiera, su madre la mataría. A menudo se preguntaba como alguien tan inccreíble como su progenitora había tenido a alguien tan mediocre como ella. Pero todo daba igual, porque Makoto tenía un sueño, un objetivo; lo único que quería era ser el orgullo de su abuelo, estuviera vivo o no.

     Se apartó todo lo que pudo del Uchiha y se sentó al lado de una chica de pelo negro y grandes ojos rojos: Kurenai Yūhi. Ella hablaba amigablemente con Asuma Sarutobi, así que la Senju decidió no interrumpir su conversación y se puso a sacar las cosas de su mochila. Quería evitar por todos los medios posibles tener que entablar una conversación con sus compañeros, pero no pudo hacerlo.

     —Makoto, ¿verdad? —La nombrada asintió. —Yo soy Kurenai Yūhi, y el idiota que está a mi lado es Asuma Sarutobi, un placer. —Le sonrió a la nueva, que asintió cohibida.

     —Igualmente —dijo mientras la miraba. Tras unos segundos un tanto incómodos, volvió su vista a la libreta y comenzó a pasar páginas como quien no quería la cosa.

     —Puedo presentarme yo solo, ¿sabes? —masculló Asuma de manera arrogante, haciendo enfadar a su amiga.

     —Cállate —ordenó la de cabellos negros, que acabó por suspirar mientras negaba con la cabeza sutilmente. Makoto no pudo evitar pensar en la mala decisión que había tomado sentándose ahí. La paz y tranquilidad que buscaba no iba de la mano con sus parlanchines compañeros.

ANBU | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora