Capítulo 18.2: El encargo de Rin.

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     —Makoto, Kakashi —dijo la de cabello castaño—. Id a este sitio. —Señaló un punto rojo en un mapa. —Ahí os dirán qué hacer. —Los dos nombrados se miraron entre sí, no muy confiados al respecto. —Venga, adiós. —Cerró la puerta en su cara.

     —¿Por qué estamos haciendo esto? —preguntó la Senju para, al final, resoplar.

     —Porque nos han obligado —contestó Kakashi. Makoto asintió, al final, era verdad.

     —Este punto es... ¿Ichiraku Ramen? —murmuró Makoto, mirando el mapa.

     —Vamos, cuanto antes acabemos, antes nos iremos —comentó el chico mientras ella asentía. Ambos comenzaron a correr por los tejados de la Hoja hasta que llegaron al puesto de ramen. 

     —¡Teuchi! —gritó Makoto, sentándose en uno de los taburetes.

     —Dos de ramen especiale, Ayame —ordenó el hombre. Makoto negó con la cabeza mientras se cruzaba de brazos en la barra.

     —No tenemos dinero, solo hemos venido porque Minato le ha dicho a Rin que lo hagamos —explicó la peliblanca mientras Kakashi se sentaba a su lado.

     —Invita la casa —habló Teuchi. Kakashi resopló.

     —Tenemos prisa —comentó el Hatake, que quería escabullirse de la situación. Ayame sonrió.

     —Y nosotros tenemos fideos —dijo ella, sonriendo, mientras Makoto fruncia el ceño sutilmente.

     —Bueno, da igual —desistió Makoto. Teuchi sonrió y empezó a cocinar.

     —Podéis iros a una mesa en vez de comer en la barra —sugirió Ayame. Makoto negó.

     —Estamos bien aquí, muchas gracias —dijo la Senju. Kakashi se acercó a su oído.

     —Fíjate, en la pizarra de pedidos, hay un mapa con un círculo rojo, como el que nos ha dado Rin —le dijo Kakashi a Makoto. Ella lo miró y, efectivamente, había un mapa de Konoha ahí—. Seguramente es donde tenemos que ir. Yo lo cojo mientras tú los distraes. —Makoto asintió. —En cuanto lo tenga, empiezas a correr.

     —Sí. —La chica asintió mientras sonreía de lado. —Teuchi, Ayame, hay una rata en el lavabo. —Makoto puso cara de asco, intentando sonar convincente. —Está muerta y hay sangre.

     —Ayame, coge la escoba y la fregona —ordenó Teuchi. La nombrada asintió y ambos entraron en el lavabo.

     —¡Lo tengo! —exclamó Kakashi y ambos chicos empezaron a correr.

     —La torre del Hokage —dijo la Senju, señalando un punto en el mapa.

     —Vamos —ordenó el Hatake. Los dos se dirigieron hacia la torre del Hokage y entraron en su oficina tras picar.

     —No os esperaba tan pronto —habló Hiruzen mientras sonreía con la pipa en la boca.

     —Estamos aquí por Minato. —Se apresuró a decir Makoto, Hiruzen asintió.

     —Lo sé —dijo Hiruzen, sacando dos paquetes de su escritorio—. Tomad, llevádselos a Rin. —Entregó los paquetes a los chicos. —Podéis retiraros. —Ambos se fueron de nuevo a casa de la Nohara.

     Corrieron tan rápido como pudieron para poder volver a su casa igual de deprisa. Al llegar a la casa, Makoto picó a la puerta.

     —Rin, te traemos dos paquetes del Hokage —dijo la Senju tras la puerta. Rin sonrió tras la puerta al saber que esos eran algunos de los regalos que les iban a dar.

     La Nohara abrió la puerta tremendamente contenta.

     —¡Felicidades! —exclamaron todos mientras encendía las luces.

     —¿Una fiesta? ¿Por qué? —preguntó Makoto. Kakashi, que estaba a punto de irse, fue detenido por su compañera, que lo agarró de una de las correas de su traje. —Si yo sufro, tú sufres. —Sonrió.

 —Sonrió

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ANBU | Kakashi HatakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora