Capítulo V

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Las cosas en la casa estaban un poco más calmadas. Después de la borrachera de Jaime, semanas atrás, Laura notó que la relación entre él y Heidi estaba más distendida. Su jefe estaba en plena promoción de su trabajo por lo que había estado casi desaparecido de la casa; sin embargo, su jefa también pasaba mucho tiempo fuera. Un par de semanas atrás, había comenzado a dar clases de modelaje en una academia prestigiosa de la ciudad, por lo que pasaba bastante del día fuera. Por las noches, pasaba un poco más de tiempo con los niños, aunque seguía teniendo que salir hasta altas horas.

Laura pasaba gran parte del día con los niños, ya sea en la piscina de la casa, o en el parque. Elena había terminado el curso por lo que la escuela ya estaba en el olvido. Ese día, aprovecharía el día e iría con los niños a pasear por la playa. En una de esas, podrían mojar los pies y hacer castillos de arena. Por lo que preparó a los niños, y preparó también comida. Y partieron con rumbo a la playa.

Sentada bajo un quitasol, mirando a los niños como excavaban, Laura pensaba en aquella noche de la borrachera de Jaime. Sabia claramente, que él no recordaba lo que pasó y ella había decidido no decir nada. Al día siguiente, nerviosa por lo que él le pudiera decir, llegó a la cocina a prepararse su desayuno. Cuando él apareció, con la resaca marcada en el rostro y sin saber qué había dicho o hecho, Laura simplemente no lo sacó de su error.

- ¿Sabes cómo llegué a la cama anoche? – preguntó Jaime, al momento en que se servía un café. Algo que tampoco hacía con frecuencia.

- Yo lo acompañé. Cuando llegué, estaba en el salón. Bebiendo. Así que lo acompañé al cuarto... - Laura le preparó un "batido anti-resaca", receta de sus amigos. – tome, bébase eso. Le va a hacer bien.

- Laura – después del primer sorbo – después de lo de anoche, por favor, tutéame.

Laura palideció, imaginando que Jaime sabía lo que había pasado. Pasado unos minutos, y sin obtener más alusiones a la noche anterior, llegó a la conclusión de que Jaime no sabía nada. Suspirando más tranquila, le responde:

- Está bien. Que sepa que – Jaime la interrumpe con un gesto, sin dejar de beber el contenido del vaso - ... que "sepas" que es solo porque me insistes.

- ¿Ya ves que no es difícil? – Jaime sonríe – Y esto, – señalando el vaso – ¿Se supone que me hará bien?

- Claro que sí. Para alguien que no está acostumbrado a beber, el "día después" es el peor de todos. Con el batido podrás soportarlo mejor.

- Gracias – deja el vaso en el lavaplatos y le da un beso en la mejilla a Laura. – Voy a ducharme para ir a trabajar.

Jaime abandona la cocina, sin percatarse que Laura quedaba quieta en su lugar, rememorando la noche anterior a causa de un simple beso en la mejilla.

Volviendo al presente, se percata que su celular sonaba incesantemente, por lo que contestó.

- bueno

- Laura, soy Jaime.

- Jefe... - Laura ve a los niños y se da cuenta que Jaimito está a punto de quedarse dormido. Haciéndole señas, el niño de acerca a ella para acurrucarse entre sus piernas. Ella, enternecida, lo abraza y comienza a mecerlo para que de una vez duerma.

- Acabo de llegar a la casa, ¿Dónde estás?

- Estoy en la playa – le menciona el lugar – pero creo que ya me voy a ir, Jaime se está durmiendo y Elena está a punto de caer.

- Y conociéndote como te conozco, andas sin carro ¿cierto?

- Cierto. Pero estoy cerca, no me demoro nada.

- Espérame ahí. Voy enseguida.

- No te preocupes... - le habló a la nada. Jaime ya había cortado – Me cortó.

Elena, quien escuchó lo último que dijo Laura al teléfono, se le acercó y sentándose a un lado de ella, la abrazo.

- Lau, tengo sueño.

- ¿Quieres dormir? – La abraza con un brazo – Duerme un ratito. Ya luego nos iremos a casa.

- ¿Estará mamá en casa?

- No lo sé, pequeña. Esperemos que sí.

La niña no respondió, ya que había caído dormida sobre su muslo. Abrazando a los niños, sonrió y miró hacia el horizonte. Se imaginó con sus hijos en brazo, esperando que su marido llegara por ellos para ir a su hogar. El hogar que con tanto cariño había formado. Un hogar en donde el amor se respiraba en cada esquina, en donde ella cuidaba de sus hijos y de su marido. Donde era realmente feliz.

- Te ves hermosa con los niños en brazo – la voz la sobresaltó. Mirando hacia su izquierda, aparece Antonio, o Tony como le decían sus amigos. A Tony lo conoció gracias a Lexi y desde entonces habían hecho buenas migas. Es un gay declarado, pero que pocos notaban. Muchas chicas solían coquetear con él, pero él solo tenía ojos para su marido, Ethan. Ambos la habían adoptado y pasaba casi todos sus días libres con ellos y Lexi.

- Tony – besándolo en la mejilla - ¿Qué haces aquí?

- Vine a tomar sol – decía al momento en que dejaba al descubierto un pecho tonificado y caderas estrechísimas. Riendo, Laura notó como varias chicas volteaban a mirarlo – Aprovechando que Ethan tuvo que quedarse hasta tarde en la oficina.

- Ese hombre se mata trabajando y lo mínimo que puedes hacer tú, es acompañarlo.

- Estás loca, si me meto treinta minutos con él en una oficina, no hay trabajo.

Laura rió. Jaimito se removió buscando una nueva posición para seguir durmiendo.

- Bueno, ¿Y tú? – Prosiguió Tony – ¿Cómo vas con la "familia feliz"?

Tony era el único que sabía que Laura se había enamorado de su jefe, y le había aconsejado renunciar, sabiendo que no tendría futuro con él.

- Pues... ya me gradué de cama.

- Así veo... - acarició suavemente la cabeza de Jaimito – ¿Y, qué con el papá?

- ¿Y que, de qué?

- ¿Ha habido algún acercamiento del tercer tipo o algo por el estilo? – Laura miró hacia el horizonte, buscando alguna respuesta satisfactoria para Tony, que no revelara detalles de sus sentimientos. A pesar que sabía lo de su enamoramiento con Jaime, también sabía la opinión de él. Sabía que lo decía por su bien, que no quería verla sufrir. Pero a estas alturas ya no podía evitarlo, aunque quisiera.

- Sabes que no ha pasado nada. Ni pasará. – lo miró – al parecer se arregló con su mujer.

- Y eso es bueno... ¿Cierto?

- Claro que si – contestó vehemente – Los niños necesitan de los dos.

- Ah, claro. Los niños. ¿Y,tú?

- Y yo... Yo debo velar por los niños. Que para eso me pagan.

- ¿Y tus sentimientos, mujer? ¿Sabes lo que duele que el amor de tu vida esté con otra? Porque Jaime es el amor de tu vida, ¿Verdad?

- Bien sabes que sí. Pero si hay algo que he aprendido en la vida, es el desear la felicidad al ser amado. Y si su felicidad es con su mujer, yo estaré bien.

- Eres rara mujer. Yo no podría enamorarme de un hombre, sabiendo que no será para mí jamás. Y más aún, viéndolo diariamente junto a su familia. ¿De dónde sacas fuerza para hacerle frente?

- No lo sé. Sinceramente, no lo sé.

Después de haber tenido relaciones con Jaime aquella noche, encontraba que sus fuerzas estaban flaqueando. No sabía cuánto aguantaría seguir en silencio, sin saber si Jaime recordaba aquella noche y, sobretodo, cuáles eran los sentimientos de él.

Laura dejó caer una solitaria lágrima por su mejilla, mientras con una sonrisa, Tony la abrazaba. Asimismo, Jaime los encontró.

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