Capítulo XLII

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–¿Qué sucede?

–Hace unos meses... salieron unas fotografías en la prensa...

–¿De...? – sin entender que Jaime, de pronto, se pusiera lo bastante serio.

–De... dos personas, despidiéndose un poco apasionados... – movió la cabeza Jaime, haciendo hincapié en lo de apasionados –... en un aeropuerto.

–¿Qué? – Rió quedamente Laura – ¿Y eso que tiene que...? – no terminó la frase cuando sus ojos se abrieron sorprendidos. Con la mano libre se tapó la boca para ahogar el gritito histérico que se escapaba entre sus labios. Jaime asintió culpablemente.

–Sí. Fue poco después de la visita que te hice. Pero como ni Heidi ni yo estábamos especialmente comunicativos con la prensa, pues no hubo mayor revuelo. Pero... hoy volvieron a contactar a mi asistente para preguntar por las fotografías.

–¿Qué te dijo?

–Preguntaron si la chica que salía en las fotografías, era la misma con quien aparecí en la alfombra roja.

–¿Y qué dijo él?

–Pues... nada. Dijo que no manejaba la información acerca de las fotografías, y que la persona a quien hacían referencia no era del medio. Y ya, no agregó nada más.

–¿Y...? – Nerviosa, se frotó el rostro con la mano libre – ¿Y qué se supone que hay que hacer ahora? ¿Qué es lo que vas a decir?

–Pues, por el momento, nada. Según ellos, yo estoy recuperándome del duelo. Voy a comenzar a aparecer en eventos sociales. En algunos me acompañaras. Pero nada más. Yo no les debo explicaciones ni nada. Pero si me preocupa de digan alguna idiotez que llegue a oídos de los niños.

–¿Y qué sugieres?

–Sugiero... que conversemos con los niños. Ellos deben saber que tú serás una presencia constante en nuestras vidas. Y que a futuro, serás parte fundamental de nuestra familia. Y sobre todo, deben saber que viene un hermanito en camino.

Jaime acercó su mano libre y acarició cariñosamente el vientre de Laura.

–Va a estar todo bien. – murmuró Jaime al ver que Laura se quedaba en silencio y con semblante preocupado.

–No, si yo sé que estará todo bien. –Respondió Laura – Lo que me preocupa es que la gente haga comentarios que dañen a los niños.

–Por ahora, no hay que preocuparse. Sigamos como estamos y luego, cuando comience a notarse el bebé, pues les contamos a los niños.

–Si tú lo dices...

Laura no quería pensar en lo que la prensa decía de ella. Pero sabía que cuando querían tergiversar las historias, no había poder humano que evitara que pasaran un mal rato. Pero también sabía desde que conoció a Jaime, que esos detalles de la prensa eran parte de la vida de él.

Durante los siguientes días, Jaime apareció en la prensa por estar invitado a varios eventos. En algunos apareció solo con los niños, y se dejaba fotografiar contentos. A los que asistió con Laura, ella no se dejaba fotografiar, para evitar levantar curiosidad, pues a cada evento, ella se presentaba con vestidos sueltos o con mucho volante, que le disimulara el vientre. Aún así, la prensa alababa el temple y la fuerza que tenía un viudo guapo para sacar adelante a sus hijos. Pero nadie mencionaba a la misteriosa mujer que lo acompañaba detrás de bambalinas. No sabía si era porque Jaime había movido sus influencias o que, efectivamente, ella pasaba desapercibida. Pero agradecía que por ahora, no se viera envuelta entre las habladurías de la prensa.

Aquel día era el evento de Elena en la escuela, y Laura estaba lo suficientemente nerviosa como para tener precaución en lo que decía y hacia. Iban a llegar por separado al evento, pero Jaime le había dicho que le había dado su nombre a la maestra de Elena, para que la ubicara en el sector destinado a las mamás de los niños.

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