Capítulo XXII

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Alguna noche después...

Luego del revuelo de su salida de la casa de los Camil-Balvanera, Laura llevaba noches sin pegar un ojo, sintiendo aún el enojo de Jaime al saber la noticia. La creía capaz de embarazarse a propósito, y eso rompió su corazón por completo.

Ni en sus sueños más remotos se imaginó embarazada. Ni siquiera estaba en sus planes tener hijos, adoptados o de cualquier tipo. Había aprendido a ser feliz cuidando niños ajenos. Y aún seguía sin imaginarse embarazada. Hasta el momento, era invisible. Era como si tuviera la gripe, en cualquier momento se curaría y pasaría al olvido. Así lo quería mantener. No existía espacio para las ilusiones.

La última ilusión le partió el corazón. Se imaginó junto a Jaime comenzando una relación luego de todo lo sucedido aquellos días, antes de que cayera la bomba sobre ellos. Pero aquello también era irreal.

A oscuras en el cuarto de invitados de Ethan y Tony, se recriminaba dolorosamente con lágrimas en sus ojos:

-¿Quién puede llegar a pensar que Jaime se fijaría realmente en mi? – Susurró – A la primera oportunidad, dudó... ¡Eres una ilusa! Sabes que por más mal que esté, Jaime siempre va a amar a Heidi.... No va a querer estar con una... embaucadora – rió irónicamente – como yo...

Con hipidos y lágrimas rodando por sus mejillas, Laura se durmió tratando de olvidar que alguna vez vio su sueño por cumplirse... que le fuera recíproco el amor.

***

Laura llevaba varios días fuera de la casa y la extrañaba profundamente. No le respondía los mensajes ni las llamadas. Y por lo que sabía, a Jaime tampoco le había contestado ningún mensaje ni llamada. Los niños preguntaban todos los días por ella, pero les habían dicho que estaba visitando a unos amigos en su país, por lo que demoraría en llegar.

No sabía dónde ubicarla, ni con qué excusa.

En realidad, si tenía una excusa. Y muy buena. Los exámenes arrojaron un pequeño tumor al final de su intestino y necesitaba operarlo pronto. Y por ello, necesitaba a la niñera de sus hijos, para quedarse tranquila con que sus niños estarían muy bien protegidos.

No había hablado aún con Jaime, porque perdía el valor cada vez que lo intentaba. El pobre estaba bastante estresado con el hecho de que Laura lo había dejado fuera del embarazo. Sabía que estaba enojado con él mismo, por cometer tal indiscreción que pudiera dañar a los niños, pero lo conocía demasiado bien como para saber también que en el fondo, estaba feliz con un bebé en camino. Ella, ya se había reconciliado con la idea de que ya no le pertenecía y que le hacía feliz saber que Jaime era feliz. Pero en ese momento, no lo era.

Recordó que Laura había comentado que uno de sus amigos era dueño de una galería de arte en el sector de Fairfax, cerca de Hollywood. Por lo que un día, decidió buscarlo. Le costó dar con la tienda, pero cuando llegó, suspiró aliviada, dentro estaba el dueño junto a Laura.

-Buenos días. – Entro Heidi en la tienda haciendo tintinear la campana de la puerta.

-Heidi... - murmuró Laura.

-Buen día. – dijo Ethan, reconociendo a la mujer, como la ex esposa del jefe de Laura. Obviamente, la había visto en revistas y portales de noticias cuando posaba con Jaime en alguna alfombra roja o estrenos de películas. - ¿Te podemos ayudar en algo?

-La verdad... - mirando a su alrededor – Tienes una tienda muy interesante. Le echaré un vistazo después... - centró su mirada en Laura - ¿Cómo estás?

-Bien... ¿Qué haces aquí?

-Sé amable, corazón. Que de esto vivo. – dijo Ethan provocando la risa de Heidi y un ceño fruncido en Laura.

-No te preocupes... necesito hablar contigo. ¿Puedes?

Ethan, con la sutileza que lo caracteriza, mandó a Laura a buscar su bolso para que fuera a conversar con la que fue su jefa. Si se había tomado la molestia en buscarla, era porque necesitaba conversar con ella.

Mientras Laura recogía sus pertenencias, Heidi mandó un mensaje conciso a Jaime:

Encontré a Laura. Reúnete con nosotras en el café de siempre. ¡Te apuras!

-¿Dónde vamos? – preguntó Laura mientras caminaban silenciosamente.

-A tomar un café o algo. ¿Cómo has estado?

-Bien... sigo con los mismos malestares, pero gracias a las vitaminas, son más soportables.

-Me alegro. Recuerdo que esos síntomas eran tan horribles.

-A veces lo son... - llegaron al café y pidieron algo de beber. Sentadas en una mesa afuera, esperaron a tomar un sorbo de sus bebidas para que Laura preguntara - ¿De qué quieres hablar conmigo?

-Ya me dieron los resultados de mis exámenes.

Laura rápidamente, se incorpora y le toma una mano para reconfortarla.

-¿Qué dicen?

Heidi suspiró profundamente.

-Tumor en el intestino que debe ser removido a la brevedad.

Laura se sorprendió muchísimo con el diagnostico. Con todo lo sucedido, había olvidado que Heidi estaba a la espera de los resultados. Sin embargo, siempre era impactante saber que un ser querido estaba siendo diagnosticado con la "Big C", como solían decirle al cáncer.

Apretó fuertemente la mano de Heidi, dándole apoyo en silencio. Un gran nudo se alojó en su garganta, amenazando con hacerla llorar. Desde un tiempo a esta parte, todo la tenía emocionalmente inestable.

Así mismo, las encontró Jaime.

Heidi no lloraba, pero si tenía un semblante preocupado. Laura en cambio, estaba al borde de las lágrimas. Las miró detenidamente, tratando de entender qué les sucedía pero nada le daba señales de entender algo.

-Perdonen la tardanza... - dijo Jaime sentándose. Laura lo miró sorprendida, desviando la mirada hacia Heidi también.

-Yo lo llamé... -Respondió Heidi a la silenciosa pregunta de Laura. – Necesito hablar con los dos.

-¡¿Aún no le dices?! – se sorprendió Laura.

-¿Decirme qué? – Pregunta desconcertado Jaime.

-No. Aún no se lo digo... - respiró profundamente y tomó la mano de Jaime.

-¿Qué sucede? – Jaime se comenzó a impacientar. Pensaba que esa cita era una treta de su ex mujer para poder hablar con Laura, pero tenía una leve sospecha que no era eso de lo que se trataba todo.

-Jaime... Hace unas semanas me hice unos análisis... no arrojaron nada bueno.

-¿Qué tipo de análisis? ¿Por qué soy el último en enterarme de todo? – golpeando la mesa.

-Cálmate – dijo Laura.

Jaime las observó nuevamente a ambas. Eran cómplices. O sea, Laura sabía lo que pasaba y no le había dicho nada. El problema era que seguía sin saber qué le ocultaban

-¿Me pueden explicar qué carajos está pasando? ¿Por qué tienen ese semblante? ¿Quién se murió? – terminando de decir las últimas palabras, Jaime quedó mudo y abrió completamente los ojos.

-No, cálmate. – Lo tranquilizó Heidi, tomándole la mano. – Nadie se va a morir aún. No pienses estupideces.

-¡Pues habla de una maldita vez! – habló exasperado.

-Me hicieron unos análisis. El diagnostico es que tengo un pequeño tumor en el intestino. Hay que hacer la biopsia lo antes posible para saber si es benigno o maligno y el tamaño, evaluar que el crecimiento no sea considerable. Por eso, deben operar inmediatamente y, posiblemente, deba hacer algún tipo de tratamiento para evitar propagación, en caso de que sea maligno.

-¿Ca... cáncer? – preguntó Jaime anonadado.

Heidi solo asintió con la cabeza mientras Laura apretaba nuevamente las manos de la rubia.

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