- Buenas... - parándose frente a ellos. Algo en su interior, comenzó a hacer cortocircuito al ver a Laura abrazada al tipo aquel. Ese pensamiento lo descolocó, sin saber de dónde provenía.
- Jaime... - Laura levantó la cabeza del hombro de Tony, y los presentó – Te presento a Antonio. Tony, mi jefe.
- Mucho gusto – dijo Tony al levantarse y extender su mano a modo de saludo. Jaime le respondió de igual forma.
- No quiero molestarlos – dijo, mirando a Laura – pero será mejor que lleve a los niños a casa. Tu puedes quedarte si quieres.
- No te preocupes, puedes llevar a Elena, yo voy de inmediato.
Jaime tomó en brazos a Elena y partió rumbo a la camioneta. Laura, ayudada por Tony, se levantó y colgó el bolso con las cosas de los niños en su hombro.
- Claramente donde "Manda Capitán, no manda marinero", ¿no?
- Cállate – le dijo abrazándolo – Gracias por aparecer de la nada.
- De nada, hija – devolviéndole el abrazo – Te espero a comer el domingo. Ethan dijo que haría pescado a la parrilla.
Laura puso cara de asco. El imaginarse un pescado retozando en la parrilla, le revolvió el estómago. Eso le recordó que debía ir al médico. Llevaba varios días sintiendo esos revoltijos en el estómago. Tal vez, estaba incubando algún virus o algo por el estilo.
- Que mejor prepare otra cosa.
- No lo creo. Está ansioso por darte a comer la especialidad de la casa, jajaja. Mejor nos vemos en el bar.
- Eso. – asintió Laura.
Se despidió de Tony y enfiló hacia la camioneta, donde un serio Jaime la esperaba al volante.
Acomodó a Jaimito y luego se acomodó ella, en el asiento delantero. Una vez estuvo con el cinturón puesto, Jaime puso en marcha la camioneta. En silencio, ella apoyó la cabeza en el respaldo y cerró los ojos, esperando que la sensación de asco pasara. Apenas llegara a casa, dejaría a los niños con su padre y ella iría a recostarse.
Durante todo el camino, se mantuvieron en silencio. Laura, pensando en recostarse en cuanto llegara a la casa, y Jaime pensando en cómo se había sentido al ver a Laura abrazada al tipo de la playa. Sabía que era ilógico enojarse por ello, pero aun así, algo en su interior se removió al ver la escena. Lo que él debía hacer, era tratar de salvar su matrimonio. A pesar que ya habían dado un paso con Heidi, lo que quedaba era un camino bastante largo para reconstruir lo que alguna vez pensó, era para toda la vida. Solo esperaba que Heidi, pusiera de su parte.
Minutos más tarde, ya con los niños acomodados en su cuarto, Laura se fue al de ella. No hizo más que cerrar la puerta cuando unas enormes ganas de vomitar la hicieron volar al baño.
Jaime quería hablar con Laura. Saber quién era ese tal Tony. Se dijo que era normal saber con quién se relacionaba, a fin de cuentas él era su jefe y al no tener familia, ellos prácticamente lo eran. Golpeó suavemente la puerta pero no obtuvo respuesta. Esperó unos minutos y golpeó nuevamente. Al no obtener respuesta, ingresó. Le llamó la atención un ruido, como de gato atragantado y, mirando hacia todos lados, trató de descubrir de donde provenía. Dado que la puerta del baño se encontraba medio abierta, se dirigió hacia allí. Al abrirla, encontró a Laura abrazada al W.C., rápidamente se agachó y apartándole el cabello hacia atrás, le comenzó a masajear la espalda mientras susurraba palabras tranquilizadoras.
- ¿Mejor? – dijo Jaime al momento que tiraba de la cadena.
- Un poco... ¿Qué haces aquí? – dijo Laura mientras Jaime le limpiaba el rostro con un paño húmedo. Se sentía sin fuerzas como para regañarlo por tratarla como a una niña.
- Quería conversar contigo, pero veo que no estás bien. Vente, vamos a tu cama. – sin inmutarse, la tomó en brazos y la depositó suavemente sobre su cama. Laura apoyó la cabeza en la almohada y suspirando, cerró sus ojos.
- ¿De qué querías hablar conmigo? – murmuró minutos después, sin abrir los ojos.
- Deberías ir al médico. – respondió Jaime, cambiando de tema. Un pensamiento comenzó a rondar por su cabeza, era algo ilógico, pero no imposible.
- Lo haré cuando tenga mi día libre. Ha de haber sido algo que comí. – ajena a la desolación que embargaba poco a poco a Jaime.
- Iré por un té. Tú, descansa.
Jaime le colocó una mano en la frente en búsqueda de fiebre, pero no encontró nada. Cuando la volvió a mirar a la cara, la vio pálida y con ojeras. No había reparado bien en aquellos signos anteriormente en la playa, y se preocupó. Salió de la habitación para prepararle el té, dejándola descansar. Esperó a que bebiera al menos la mitad de la taza, antes de poder dar voz a sus pensamientos.
-Laura...-comenzó diciendo sin saber encauzar los pensamientos que bailaban en su interior.- aquella noche...
Si era posible, Laura se puso aún más pálida y su mano comenzó a temblar de forma estrepitosa. "No es posible, no es posible", se decía para sus adentros.
Se supone que Jaime no recuerda nada.
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¿Seguirás Amandome?
RomanceEsta noche eres todo mío. Esta noche, la luz del amor está en tus ojos pero, ¿Seguirás amándome mañana? Algo tan "inocente" como un amor platónico, se sale de control después de una borrachera. Cuando se dan cuenta de las consecuencias, asoman los...