Capítulo XXIX

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Cuando reaccionó, Jaime ya iba camino hacia la puerta, riendo. Laura corrió tras él y lo siguió hasta el automóvil. Una vez adentro, y Jaime incorporado en el tráfico, este le tomó la mano izquierda a Laura y le depositó un tierno beso. Laura lo miró y solo pudo derretirse en su asiento. No sabía qué sucedería ni si duraría o no. Pero aún sabiendo que cometía el error más grande de su vida, quiso creer que todo era verdad. Que Jaime estaba dándole una oportunidad para descubrir lo que había entre ellos.

La cena había estado contundente y ellos habían conversado de mucho. En aquel momento, se encontraban en el lugar donde todo había comenzado. Estaban abrazados en el sofá, viendo una película. Jaime acariciaba inconscientemente el vientre de Laura y ella hacia círculos con sus dedos en el pecho de él. Ambos se encontraban en chándal, cómodamente tapados con una suave manta.

-Se siente rico – murmuró Jaime.

-¿Qué?- dijo una concentrada Laura.

-Esto. Estar contigo, aquí. Descansando. Hace mucho que no me sentía así.

Lau rompió el contacto con la pantalla de televisión y lo miró intensamente.

-Si... se siente bien... - suspiró – pero no sé si me lo merezco.

-¿Por qué lo dices?

-Porque si. Heidi está hospitalizada, estoy con SU marido, en SU casa. – enfatizando en cada "Su" que pronunciaba. – Esto es como una ilusión. Presiento que en cualquier momento me van a despertar y volveré a verte a miles de kilómetros de distancia.

-Lau – acarició suavemente su mejilla – te lo dije una vez, y te lo repito, así dure toda la vida o solo unos días. Lo que hay entre nosotros, es verdad. Es tan real como el bebé que está aquí. – le acarició el vientre nuevamente.

-¿Qué pasó con el amor que sentías por Heidi?

Jaime apoyó la cabeza en el respaldo del sofá y cerró los ojos mientras suspiraba, buscando las palabras que no le había confesado a nadie aún.

-No es ningún secreto que Heidi fue mi gran amor. De alguna forma, el amor que siento por ella se transformó en algo... fraternal. La amo. Con todo mi corazón. Pero ya no es como antes.

Ambos quedaron sumidos en un cómodo silencio. Minutos después, Jaime retomó su relato:

-Desde que nació Jaime, ambos comenzamos a priorizar otras cosas, en vez de seguir siendo la prioridad del otro. Y seguramente, eso contribuyó en el hecho de que terminamos siendo casi hermanos.

-¿Se puede dejar de amar al amor de tu vida?

-No lo sé. No lo creo. Pero en nuestro caso, el amor mutó. Compartimos la gran responsabilidad de criar a los chicos. Y, gracias a dios, nuestras personalidades ayudan muchísimo a no entorpecernos las vidas.

-Me... sorprende, por decir lo menos, el hecho de saber que ya no sientes algo "pasional" por ella. – destacó Laura, haciendo comillas con sus propios dedos.

-Pues si... la vida te da sorpresas, ¿No? – la besó en la mejilla.- ¿Porqué te sorprende?

-Los estereotipos. "Cómo un hombre va a dejar a semejante mujer".

-Tú eres guapa. –Laura lo miró irónicamente, no creyendo sus palabras. – No me mires así, tienes todo muy bien puesto y lo sabes usar correctamente, aun no siendo consciente de ello. Pero no te voy a mentir, tu personalidad introvertida me intriga. Quiero saber más de ti. Quiero ser la persona a la que recurras. Quiero estar para ti y tú para mí. Contigo, me siento posesivo.

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