Capítulo LII

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Un cuarto de hora más tarde, la enfermera lo ayudó a vestirse para entrar a pabellón. Le dieron las indicaciones de lo que sucedería al interior y cuando pudo acercarse a Laura, le tomó la mano fuertemente a la vez que la besaba en la frente.

-Amor... - Laura lo miró somnolienta.

-Jaime... ¿El bebé está bien?

-Claro que si, un poco pequeño pero bien. Ya lo verás cuando lo tengas en tus brazos.

-¿Cuídalo, si?

-Jaime, no dejes que se duerma – dijo la Doctora. – Vamos a comenzar.

-Laura, mírame.

-Tengo sueño.

-Yo también, pero mírame. – Le volteó el rostro hacia él – Amor, no le hemos elegido el nombre al bebé...

-Tú dices... Que es niña... ¿Qué... qué nombre... te gusta? – susurró. Laura abrió los ojos y le sonrió.

-¿Qué nombre te gusta a ti? Podría ser tu nombre.

-No... Como... mi mamá... Luciana... Lulú...

-Mi pequeña Lulú... - la besó – me gusta...

Mientras mantenían esa conversación, los doctores comenzaron con el procedimiento para sacar al bebé. Jaime no fue consciente de lo que hacían ni cuánto tiempo les llevó. Solo se encargó de hablar y hablar con Laura. En un momento, la doctora le pidió que se acercara a ellos, para que viera como sacaban a su bebé.

El pequeñito estaba cubierto aun por su placenta y los doctores tuvieron que romper para poder sacarlo, pero lo que le llamó la atención y lo llenó de ternura, fue encontrarlo chupando su pulgar, ajeno al mundo.

Lo vio sentir como su burbuja desaparecía para comenzar a impacientarse hasta que sacó un débil llanto.

-Papá, ¿Quieres darle la bienvenida a tu hija? – le dijo la doctora, mientras la sostenía y la enfermera le daba la oportunidad de cortar el cordón umbilical.

Jaime hizo lo que le dijeron, envolvieron a la bebé y se la pasaron para que él mismo se la acercara a Laura.

-Mamá... -dijo Jaime emocionado – Nuestra pequeña Lulú, ya está aquí.

-Es... es...

-Sí, amor. Es niña. Nuestra niña.

Jaime se la acomodó en el pecho, siguiendo las indicaciones de la enfermera, quien le decía que le descubriera el pecho a Laura, para que la bebé sintiera el cuerpo de su mamá. Ambas se tranquilizaron cuando sintieron la piel de la otra.

Laura levantó una mano, para posarla suavemente en la espalda del bebé.

Llorando, le besó su cabecita.

-Bienvenida, mi Lulú. Te amo... te amo, te amo, te amo...

Ellos tres no eran conscientes del movimiento alrededor, pero cuando la doctora le dijo que debía salir, supo que algo andaba mal.


****


-Buen día. – dijo Jaime a las enfermeras de la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales, donde cuidaban a la pequeña Luciana.

Las enfermeras sonrieron, dándole ánimos y contentas por tener una celebridad con ellas, lo ayudaban en todo lo referente a su hija.

Llevaba tres días, visitando cada hora a su hija. La cual cada día crecía más sana y fuerte. En aquel momento le tocaba alimentarla, por lo que la enfermera de mayor edad, se acercó con una sonrisa reconfortante para ayudarlo. Habían establecido darle el alimento a la bebé, usando la técnica de "Cuidados de canguro", que creaba un vinculo entre el bebé y su mamá o papá. Laura no podía alimentarla directamente, por lo que era él el encargado de darle el biberón a Luciana, apoyada directamente en su pecho, sin nada de por medio. Piel a piel.

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