Capítulo XLIII

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Ese fin de semana era el día de la madre, y Jaime se preparó mentalmente para un fin de semana emocionante. Aquel día, mientras desayunaba junto a los niños, Jaimito le hizo una pregunta que lo llevó a querer hacer algo especial por ellos.

Daddy...– dijo el niño, masticando el cereal que aún quedaba en su boca.

–¿Qué, hijo? – masticando una tostada.

–¿Podemos invitar a dormir a Laura?

–¿Y eso? – Preguntó curioso – ¿Por qué quieres que Laura se quede a dormir?

–Porque queremos hacer una pijamada con ella... – el niño terminó de masticar lo que quedaba en su boca y con una gran sonrisa en el rostro, terminó su explicación – y así hacerle el desayuno que le hacíamos a Mommy Heidi.

Jaime observó detenidamente a ambos niños, sopesando las palabras del pequeño. Al parecer, después de que Elena le pidiera a Laura ser su nueva mamá, los dos habían aceptado la idea de que tener dos mamás era lo más normal del mundo. Aunque una de ellas ya no estuviera en este mundo.

–¿Es eso lo que quieren los dos? – les preguntó emocionados.

–Si, Daddy. – dijo Elena. – Lau es nuestra nueva mami, y queremos hacerle el desayuno.

Así de simple era la declaración de los niños, y tenía certeza de que para Laura sería algo maravilloso.

Así que mientras terminaban el desayuno, Jaime les dijo que debían ir al supermercado por las cosas que necesitarían, por lo que después de vestirse, los tres partieron rumbo a ello. Desde el supermercado, mientras los niños elegían si llevar galletas con chocolate o crema, Jaime llamó a Laura.

–¿Bueno? – contestó una adormilada Laura.

–¿Sigues durmiendo? – dijo Jaime risueño.

–Si... no he tenido una buena madrugada.

–¿Te encuentras bien? – Dijo preocupado – ¿Necesitas que vaya?

–Aunque me guste la idea de que vengas a acompañarme, sé que tienes a dos monstruitos revoltosos con bastante energía que quemar. Y, no olvides que los amo con todo mi corazón, pero en estos momentos lo único que necesito es silencio.

–¿Qué tienes? – dijo preocupado.

–¿Qué crees tú? –hizo una pausa, para luego susurrar - Náuseas.

–Oh, amor... – Jaime señaló a los niños que llevaran de los dos tipos de galletas para que pasaran a decidir si llevarían palomitas saladas o dulces. – ¿Haz comido algo? El té de manzanilla puede ayudarte.

–Sí, lo sé... – suspirando – pero no tengo la energía para levantarme.

–Está bien... voy para allá. – Dijo Jaime decidiendo inmediatamente que debía estar con Laura. Ella, negándose a arruinar la mañana de Jaime con los niños, hizo lo imposible para persuadirlo de no ir pero fue imposible. Así que en segundos, Jaime le aseguró que estaría pronto por el departamento y que le avisara al conserje para que le dejara entrar.

Sin poder negarse, Laura hizo lo que Jaime le pidió, y luego de asegurarse que el conserje sabia a quien dejar entrar, volvió a dormitar.

–Silencio. – Dijo Jaime a los niños, mientras abría la puerta del departamento – recuerden que Laura está durmiendo, así que dejemos las cosas en la cocina y luego ustedes van al cuarto a dejar sus bolsos.

Luego de cortar la llamada con Laura, Jaime compró rápidamente las cosas con los niños y volvieron a la casa. Cuando llegaron, Jaime les explicó que irían a ver a Laura porque se sentía enferma, así que debían cuidarla. Aprovechando la instancia, Jaime decidió llevar las cosas para el desayuno al departamento, así de esa forma pudieran tener la pijamada sin que Laura tuviera que abandonar su casa.

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