Capítulo 27

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Lía

—¿Cómo llamaríamos a nuestros hijos?

Mi mirada asombrada se vuelca de inmediato a Harry, quién parece no notar mi sorpresa. ¿Acaso escuché bien?

—¿Qué?-río nerviosa sin salir de mi conmoción.

—Que cómo llamaría...

—Si escuché eso, me refiero a por qué me haces esa pregunta.

—No lo sé, se me pasó por la cabeza.

—Llevamos como una semana juntos y ya estás pensando en bebés-digo burlona ganándome un beso de su parte.

Tomo un bocado de mi pizza para luego darle un poco a él, quien gustoso abre la boca.

—Creo que ver a tu hermana me hizo pensar en eso-admite un poco sonrojado, río al notarlo.

—No quiero pensar en más bebés, menos ahora que mamá está con sus clases de sexualidad-confieso rodando los ojos.

Mamá está muy intensa con ese tema.

—¿Qué te dice?

—Lo de siempre, que si empiezo mi actividad sexual debo cuidarme, hasta me ha dado una lista con métodos anticonceptivos, está como loca con eso.

—Es muy joven para ser abuela-ríe justo antes de besarlo un poco.

—Lo sé, la máquina de bebés en mi aún no abrirá hasta dentro de muchos años.





La expresión de mamá cuando abro la puerta y me ve con Ian me hace sentir culpable. El color se le va del rostro mientras se levanta de inmediato y se acerca casi suplicando algo con la mirada.

Giro hacia papá quien solo tiene la vista en los gemelos, ni se inmuta por mamá, su atención está fija en ese par. Ellos también están sorprendidos de verlo, no entienden quién es él.

—Ian...

—Tenemos que hablar-dice demandante pero al ver la expresión asustada de mamá, suaviza su voz-, los cinco.

Puedo ver que está avergonzada mientras lo deja pasar, sus ojos se fijan en mi habiendo que la culpa me carcoma.

—Mamá...

—Gracias por decirle, yo no iba a ser capaz de hacerlo-susurra cerrando los ojos y juntando nuestras frentes. No me di cuenta que estaba conteniendo la respiración hasta que exhalé, quitándome un peso de encima-. Te amo, Lía.

Nos abrazamos un momento antes de regresar a la sala. Los gemelos están en un sillón y me siento al lado de papá en otro. El aire es bastante tenso hasta que empiezan a hablar, contando sobre su vida, aunque en realidad solo el de cara de ángel abre la boca.

Ellos son Noah y Nathan, compartimos el apellido Conner por mamá, nunca fueron adoptados, pasaron sus dieciocho años de sus vidas en el orfanato y tuvieron que irse al cumplir la mayoría de edad.

No puedo entender cómo no los adoptaron, es obvio que eran unos bebés hermosos, pero entonces veo a mi mamá y noto que no es fácil tener un hijo, la mayoría de personas que adoptan solo quieren uno y lastimosamente el pequeño porcentaje que aceptan dos no pasaron ni de cerca por ese lugar.

Ambos son inseparables, por lo que fue más difícil su adopción. Cuando se fueron siguieron juntos, estudiaron lo que les enseñaban en ese lugar, pero no tienen educación avanzada, no están en la universidad a sus veintidós años, aún así ambos consiguieron trabajos momentáneos pero que los ayudaban a sobrevivir. Poco a poco fueron creciendo hasta volverse los chicos que son ahora, no tienen todo el dinero del mundo, pero tienen el suficiente para su día a día y algunos gustos.

Half of me Donde viven las historias. Descúbrelo ahora