Capítulo 32

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Harry

—Ya voy a llegar—gruño con la respiración agitada mientras mi mano se pierde dentro de ella y mi cuerpo se baña en una ligera capa de sudor.

—Yo también—jadea con la respiración agitada.

El éxtasis que siento en este momento nadie podrá arruinarlo. Me siento cansado, para qué negarlo, pero estoy disfrutando tanto de esto que no me importa nada más.

Muerdo mis labios con fuerza cuando estoy por llegar, cuando de pronto toda magia de victoria de esfuma al verla fuera de mi casa.

—¡¿Qué rayos...?! ¡¿Cómo llegaste tan rápido?!—exclamo guardando mi celular que permanecía entre mi hombro y oreja al estar hablando con ella todo el camino. Saco la mano de mi mochila con mis llaves.

—Dije que estaba cerca—levanta los hombros despreocupada, pero esos ojos brillan divertidos y gloriosos.

Por supuesto que está disfrutando haberme ganado en la carrera de correr desde la escuela a mi casa. No es la primera vez que hacemos esto, pero si es la primera vez que ella me vence.

Oh mi Lía, haces que me enamore más de ti.

—Quiero mi premio—exige levantándose de la escalerilla de mi casa, en la cual estaba sentada antes de haber llegado. Me acerco a ella envolviendo su cintura con mi brazo, mientras apoya su cabeza en mi pecho.

—A ti te daré otra cosa—murmuro contra su cuello pegándola a mi puerta.

Suelta un chillido divertido al sentir mis labios sobre su suave piel. Una de mis manos la pega lo más que puede a mi, mientras la otra maniobra para abrir la puerta. Ella ríe acariciando mi cabello, pero yo no dejo de devorar su cuello.

—Vamos a darte tu premio—susurro contra sus labios cuando por fin podemos entrar.

Ella solo me ve con los ojos tan oscurecidos como lujuriosos, su labio inferior entre los dientes, sin impedirse sonreír y sus manos ahora bajando a mi trasero.

No necesita decir nada porque hago que abrace mi cintura con sus piernas de un salto y cierro la puerta a nuestras espaldas, perdiéndonos en nosotros mismos.







Estoy a punto de escupir mis pulmones.

—¡Vamos Bulls!—escucho los gritos de las animadoras y de los espectadores en las gradas del estadio de la universidad.

Todo alrededor se ve rojo con dorado por nuestro equipo, y verde con azul por el contrario. Todos concentrados en el partido porque de este depende que pasemos a finales.

Gritan, alientan, celebran los goles que nos tienen empatados. Mientras yo siento que me muero.

—Están jugando sucio, hacen demasiadas faltas—habla Zayn dificultosamente por la falta de aire. Respira de forma agitada al igual que yo, viendo cómo se llevan a un jugador de nuestro equipo por una lesión.

El silbato anunciando que podemos seguir con el partido luego de nuestro cambio resuena en mis tímpanos y hace que me ponga alerta.

—¡La pelota es el iman a sus piernas de hierro, así que más vale que nadie les quite los pases!—ruge el entrenador a unos metros a la izquierda de las animadoras—. ¡Los quiero ver corren, mariposas gordas, o ya verán lo que les...!—no puede continuar porque Lía y Mía agitan sus pompones en su cara y hacen su coreografía con él al centro.

Menudo espectáculo.

Hunter no necesita gritar más, porque sucede exactamente lo contrario a lo que pide.

Half of me Donde viven las historias. Descúbrelo ahora