Capítulo27.

7.1K 536 14
                                    

Apenas llegamos a uno de los hoteles más caros de Manhattan, una masa enorme de reporteros se abalanzó encima de nosotros intentando que Uriel y yo posemos para las fotos y que Uriel explicara quien era yo.

Sin dar ninguna explicación, ingresamos al hotel. La fiesta se desarrolló en uno de los cinco salones con los que contaba el hotel.
El lugar estaba atestado. Al ingresar, todas las miradas se posaron en nosotros, Uriel por otro lado sin prestarles atención caminó con su mano apoyada en mi espalda hasta una de las mesas ubicadas en el centro.

-Uriel, todos nos están mirando. -Digo nerviosa.

-Tranquila, ya se van a acostumbrar. Además hacía rato que no venía a estas fiestas.

-¿Qué? ¿Por qué? -pregunto en tono bajo.

-Pues simplemente por que no tenía acompañante. -Dijo despreocupado.

Estaba claro, en menos de un mes perdí mi anonimato, estaba segura que mañana saldría en las revistas de chisme preguntando quien sería la chica que acompañó al dueño de la empresa Alastor.

Tomamos asiento y varios hombres se acercaron a saludar a Uriel y a felicitarlo por mi compañía.

La noche transcurrió tranquila, hubieron varias premiaciones en uno de los cuales Uriel fue premiado como el empresario más joven.

-Felicitaciones Alastor. -Esa voz ronca la reconocería en cualquier sitio lo que me provocó un horrible escalofrío en mi espina dorsal.

-Blanco. -Escupió Uriel tensionado, sin reparar donde nos encontrábamos, me sujetó de mi cintura arrastrándome hasta su costado en un gesto posesivo.

-Felicitaciones por el premio y... Dejame decirte que por lo que veo conseguiste lo que yo no. -Dijo con gesto lascivo recorriéndome descaradamente de pies a cabeza- Me pregunto que diría Gabriela de todo esto.

-Te voy a pedir que midas tus palabras Gregorio. Ellas se merecen respeto. -Amenazó Uriel.

-Como sea, en fin, has tenido suerte muchacha, has conseguido un pez gordo. -Y sin decir más se retiró por donde vino dejándome más nerviosa aún.

No podía creer que hubiese accedido a hacer algo así, Gregorio tenía razón, me convertí en eso por lo que perdí mi anterior trabajo, de seguro todos allí opinaban lo mismo.

-Vanina ¿Estas bien? -preguntó Uriel con tono preocupado.

-S... Si, si, es solo que... -Me frené bruscamente, pues sentía que estaba a punto de largar una lágrima, pero me contuve- Lo siento Uriel, pero debo irme, esto... Esto fue un error.

-No... Vanina, escucha... -Dijo intentando frenarme, pero no lo logró pues me solté de su agarre y comencé a caminar hacía la salida, por suerte la prensa ya se había ido debido a la lluvia intensa que había comenzado a caer, me quité los tacones y comencé a correr en busca de algún taxi.

No me importaba la lluvia, yo solo era consciente de como todo lo que tenía en mi interior guardado durante meses salía, el dolor de tener a mi madre enferma y no poder hacer nada, mi ex jefe pidiendo que fuese su amante, lo de Jeremy y sus engaños, lo de su bebé y Uriel, el saber que sentía algo por él, pero que era imposible y más sabiendo que todo el mundo me creía una cualquiera, sabía que debía alejarme, renunciar y buscar otro trabajo, pero por testaruda ahora me encontraba en este estado.

-Vanina. -Sonó la voz de Uriel detrás de mí mientras siento como coloca su saco sobre mis hombros.

-Uriel vete. -Escupo sin voltearme.

-Por favor, te va a hacer mal esta lluvia. Sube a la camioneta.

-Dije que te fueras, quiero estar sola. -Digo llorando sin poder parar.

-No Vanina, no me iré hasta que no hablemos.

Al voltearme, veo como la lluvia lo moja intensamente haciéndolo ver aún mas apuesto.

-Jamás debí haber aceptado nada de ti, ahora todos piensan que tú y yo estamos juntos, incluido Gregorio.

-A mi no me importa lo que piensen los demás, solo me importa lo que pienses tú. -Dijo volteandome del todo hacía él.

-Entiende, todo esto es un error. -Digo mirando hacia el piso.

-Mirame. -Dijo tomando mi mentón delicadamente para que lo observara- Se que hay muchas cosas que no te he contado y para las cuales necesito tiempo, pero debes saber que me tienen sin cuidado lo que los demás piensen, tú no eres lo que insinuó el idiota de Gregorio.

Al encontrar sus ojos ya no pude quitar mi vista de ellos, solo era consciente de las sensaciones que recorrían mi cuerpo.

Mi ángel.®✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora