Nos pasamos la tarde conversando, de todo un poco poniéndonos al tanto. Me contó que el chico que conoció se llama Julian, es Argentino y estudia veterinaria.
Yo por otro lado, aún procesaba la información que me había dado Sam. De a poco todo iba tomando forma dentro de mi cabeza y cada pieza del rompecabezas comenzaba a tomar forma aunque aún faltaban unas cuantas para terminar de armarlo.
-Es un desgraciado. -Dijo molesta después de que le contara todo lo que me enteré de Jeremy- No te preocupes, allí afuera hay un millón de hombres guapos y caballeros esperándote.
-Por el momento no me interesan. -Digo riendo.
-Ya es hora de que te dejes cuidar.
-No se, quizás más adelante.
Cuando llegó la noche, ya me encontraba sola, pues Sam hacía rato que se había marchado a su casa, pues aún no había visto a sus padres.
Luego de tomar una ducha me acosté e intenté dormirme, pero Uriel aún rondaba mis pensamientos como cada bendita noche.
Definitivamente debía alejarme de él, era lo mejor, ya había sufrido demasiado y por mi parte sentía que estaba abusando de él al dejar que se hiciera cargo de mi madre, ella era mi responsabilidad.A la mañana siguiente, me levanté con la sensación de no haber dormida nada. Me vestí y luego de desayunar sin mucho ánimo emprendí mi viaje hacia mi trabajo, rezando por no cruzarme con Uriel, pues no me sentía preparada aún para enfrentarlo.
Llegué a la oficina y Beti aún no había llegado. Mientras me acomodaba, el teléfono comenzó a sonar.
-Alastor. -Atiendo.
-Comuniqueme con Uriel.
-Disculpe, pero él no se encuentra. -Lo constaté cuando fui a anunciarle mi decisión- Si quiere le puedo tomar el recado.
-Dile que lo llamó Elizabeth, que ya estoy en la ciudad y más tarde iré a verlo.
-De acuerdo. -Respondí y automáticamente mi cabeza empezó a llenarse de dudas.
Luego de cortar seguí con mi lavor intentando concentrarme.
Una hora después Uriel pasaba por enfrente de mi escritorio.
-Buen día Señorita Smith. -Ahora entendía con que se refería a alejarse. Escucharlo hablar así provocó una punzada en el pecho. Era lo mejor.
-Buen día señor Alastor. -Respondo indiferente- Llamó Elizabeth.
Al decir esto se paró en seco.-¿Dijo que quería? -preguntó volteándose a medias.
-Dijo que ya estaba en la ciudad y que más tarde pasaría a verlo.
-De acuerdo, gracias.
Sin pronunciar alguna palabra más, volvió a girarse y prosiguió su camino. Yo me quedé en mi lugar viendo como se alejaba mientras mi cabeza se volvía a llenar de dudas, en principio, cuando me conoció, ¿Por qué no me dijo que estuvo casado? Y lo que más me dolió, ¿Por qué me llevó a su casa? Si sabía el motivo, pero nunca me marginé que él pudiera haber pasado por algo así. Ahora entendía por que no llevaba a ninguna mujer a su casa.
Estaba escribiendo en mi ordenador cuando una mujer pelirroja, alta y de ojos verdes, vestida provocativamente con un vestido que no dejaba mucho a la imaginación, salió del ascensor privado de Uriel. Al verla un vacío se instaló en mi estómago.
-Busco a Uriel.
-¿De parte de quien? -pregunto ya que Beti decidió faltar justo cuando hay más trabajo del que normal hay.
-Soy Elizabeth.
-Ya le aviso al señor que llegó.
Marco el numero de interno y le aviso intentando cultar mi malestar.
-Puede pasar. -Digo una vez que cuelgo.
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Mi ángel.®✔
Romance¿Qué pasaría si de un día para otro te quedas sin trabajo y tu estabilidad económica se ve afectada con un montón de deudas y con gastos médicos? ¿Aceptarías la ayuda de un ángel? ¿Serías capaz de afrontar la adversidad para ser feliz? Esta es mi hi...