Capítulo28.

7.4K 514 11
                                    

Aún sin pronunciar palabra alguna se acercó un poco más haciendo que quedara a escasos centímetros de mi y nuestro propio aliento se entremezclara provocando que me mareara. Su mano que antes estaba en mi mentón ahora se encuentra apoyada sobre mi mejilla provocando descargas. Sin ser dueña de mis actos, mis manos se elevaron hasta hacer contacto con sus pectorales, sintiendo directamente el calor que despedía su cuerpo.

Sin perder contacto con mis ojos, Uriel fue bajando lentamente su rostro hasta que sus labios rozaron los mios haciendo que anelara probar un poco más de ellos, cómo si hubiese leído mi mente, se adueñó de ellos haciendo que me sintiera más mareada su aún.
Cuando profundizó el beso debí aferrarme a su cuello pues sentía mis piernas de gelatina y sentía que de un momento a otro no podría mantenerme en pie. Él por otro lado me rodeó la cintura con sus fuertes brazos pegándome a su cuerpo, mientras introducía su lengua en mi boca para sentir mi sabor y obligarme a sentir el suyo lo que provocó que largara un gemido.

Solo nos separamos cuando nos faltó el exígeno.

-Vamos. -Dijo tomando mi mano y caminando hasta la camioneta- Subamos a la camioneta antes de que nos mojemos más y terminemos por enfermar.

El trayecto a la casa de Uriel se hizo largo o eso me pareció a mí, pues luego de acurrucarme contra su costado caí en un leve sueño.

-Despierta hermosa. -Escuché por lo bajo- Ya llegamos.
Cuando abrí los ojos, Uriel estaba acariciando una de mis mejillas.

-Hola. -Digo con una sonrisa adormilada.

-Buen día bella durmiente. -Dijo riendo- Casi que te tengo que cargar.

Al escuchar aquello me incorporé de inmediato.

-Vamos, yo puedo bajar sola. -Respondí algo avergonzada por la idea.

En su casa una vez más, subimos las escaleras en silencio. Al llegar a la puerta de mi cuarto nos quedamos de pié sin decir nada más.

-Qué descances. -Habló por lo bajo con nuestras manos entrelazadas.

-Tú también. -Respondí y antes de poder siquiera girarme volvió a apresar mis labios.

Cada beso era mejor que el anterior, provocando que mi sistema se descontrolara y mi pulso se disparara. Solo podía pensar en devolverle cada beso, una de mis manos se enterró en el cabello corto de Uriel sintiendo el suave tacto mientras que mi otro brazo se encontraba rodeando su cuello para mantener el equilibrio. Mientras una se sus manos me acariciaba la espalda de arriba a abajo y la otra sostenía mi mejilla.

-Buenas noches pequeña. -Soltó con voz ronca cuando nos separamos.

-Buenas noches. -Respondí con una sonrisa cálida- Descansa bien.
-Tú igual.

Y antes de entrar en mi cuarto, me paré en puntas de pie y le di un leve beso en los labios para luego desaparecer detrás de la puerta.

Me quedé unos minutos recargada en la puerta procesando lo que ocurrió hace medía hora atrás sintiendo mariposas en mi estómagos, sin querer una sonrisa boba se instaló en mis labios.
Me quité el maquillaje, me solte mi cabello y luego de quitarme el vestido me di una ducha de agua tibia para quitar los restos de lluvia de mi. Luego de secar mi cuerpo, me vestí con un camisón de tirantes y me propuse desenredar mi cabello.

Una vez en la cama intenté dormirme, pero me era imposible, cada vez que cerraba los ojos la imagen de Uriel volvía provocando que el pulso se me acelerara haciendo que diera vueltas en la cama, decidí levantarme por un baso de leche.
Salí de la cama, me coloqué la bata de raso, y luego de caminar hasta la puerta la abrí despacio para que no hiciera ruido. Me escabullí escaleras abajo y me interné en la cocina. Caminé hasta la heladera, serví un poco en una taza y la metí en el microondas.
Con la taza en la mano, me quede contemplando como las gotas de lluvia resbalaban por la ventana.

-¿No puedes dormir pequeña? -La voz de uriel me sacó de mis pensamientos provocando que diera un respingo del susto.

-No, lo siento. -Digo acomodándome nerviosa, un mechón de cabello detrás de la oreja.

-No te preocupes, somos dos. -Dijo acercándose a la heladera y haciendo lo mismo que yo.

Cuando hubo terminado nos dirigimos a la sala.

Mi ángel.®✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora