Ya una vez sola, proseguí con mi trabajo, intentando concentrarme, pues desde la oficina e Uriel se escuchaban voces y risas. Una ola de punzadas me invadió y mi cuerpo se tensó, era ilógico que estuviese celosa. Estaba por pegar la oreja a la puerta para escuchar que sarta de idioteces largaba la mujer que tanto lo hacían reír a mi jefe, cuando las puertas del elevador de empleados se abrió dejando ver a un muchacho de mi edad, de la altura de Uriel, pero mas flacucho, era llamativo, pero no tanto como mi jefe.
-Ho... Hola. -Saludó tímidamente.
-Hola. -Respondí con una sonrisa amable.
-Tu debes de ser nueva, pues nunca te he visto por aquí, soy Salvador.
-Vanina. -Respondo amable.
-Li... Lindo nombre. -Alagó aún nervioso.
-Gracias.
-Mira vengo a dejar estos documentos para que el señor Alastor los revise y los firme.
-De acuerdo, te los alcanzo cuando los haya firmado.
El chico estaba por retirarse, cuando recuerdo que hay varios archivos que el ordenador no me los deja ingresar.
-Disculpa que sea molesta, pero necesito ayuda con un par de archivos que no me deja cargarlos en el computador, ¿Me podrías ayudar?
-Si, por supuesto.
Dio la vuelta e inclinándose un poco comenzó a explicarme como debía de hacer si volvía a ocurrir.
Estaba a media tarea cuando los ocupantes de la oficina de al lado salieron y nos vieron en esa posición. El chico al verlos se levantó y se colocó del otro lado de mi escritorios frente a mí.
Sin decir una palabra, el responsable de mis interrogantes acompañó a la mujer al acensor para despedirse.
-Hasta pronto Uriel. Espero verte seguido. -Dijo plantándole un beso en los labios el cual duró varios segundos lo que hizo que él la tomara de la cintura acercándola.
Ver esa escena realmente me dolió, sentía los ojos acuosos. Él por su parte, al darse cuenta de donde estaba y quienes estábamos allí reaccionó alejándola.
-Espero. -Respondió justo cuando las puertas se abrieron.
Cuando estas se cerraron, mi jefe se giró sobre los talones y al pasar por enfrente de Salvador y de mí, me llamó a su oficina.
-Luego te llevo los expedientes. -Digo tomándolos y despidiéndome del amable muchacho.
-Si, gracias.
Entré a la oficina de Uriel y me acerqué para terminar apoyando los expedientes en su escritorio.
-Toma asiento. -Obedecí y junté mis manos en mi regazo- ¿Qué quería Salvador?
-Me trajo esos expedientes para que los revises y los firmes. -Respondí sincera.
-¿Por eso estaba casi pegado a ti cuando salí de aquí? -¿Qué? ¿Qué estaba diciendo? ¿Estaba insinuando que estaba coqueteando con el pobre muchacho?
-No, me estaba ayudando con unos expedientes. -Respondo seria.
-Si... Seguro. -Se burló irónico.
-Y dime ¿Qué hay de ti he? Claramente hasta hace cinco segundos estabas coqueteando con una mujer. Ahora dime ¿Por que no me contaste que eres viudo? -pregunto ya sin poder contenerme- Si vamos a ver quien miente y oculta, creo que tú no te salvas. -Me lo quedé viendo dolida, sabía que metí la pata, pero me estaba acusando de algo que no había hecho.
-¿Cómo sabes que soy viudo? -Preguntó en tono bajo y amenazante- ¿Quien te contó de Gabriela?
-No importa como me enteré. Lo que cuenta aquí es que tú te metes en mi vida privada enterandote de cada detalle y tu ocultaste algo así.
-No quiero hablar de esto. Solo te voy a decir una cosa, -Soltó parandose de su escritorio para luego rodearlo y plantarse frente a mí- No sabes nada de mi. Deja de meterte en asuntos ajenos.
-Claro, el gran Alastor puede urgar en la vida de los demás pero si alguien lo hace en la tuya te molestas. -Respondo poniéndome de pié para enfrentarlo, sintiendo que mis ojos se aguaban- Y te voy a decir otra cosa, a partir de hoy de mi madre y de mis cosas me hago cargo yo, gracias por la ayuda que me brindaste, pero no puedo seguir con esto.
Salí de aquella oficina y me senté en mi escritorio intentando serenarme, jamás me había ocurrido algo asi, tenía la cabeza y los sentimientos hechos un caos.
Luego de la discusión, Uriel salió de allí y no volvió en todo lo que restó de la jornada, solo lo hizo cuando yo ya me marchaba pues nos topamos en las puertas del ascensor. Sin decir una palabra entré en el y luego de apretar el botón de "PB" desapareció detrás de las puertas.
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Mi ángel.®✔
Romans¿Qué pasaría si de un día para otro te quedas sin trabajo y tu estabilidad económica se ve afectada con un montón de deudas y con gastos médicos? ¿Aceptarías la ayuda de un ángel? ¿Serías capaz de afrontar la adversidad para ser feliz? Esta es mi hi...