El trayecto a casa pareció mucho más corto que a la ida, será que por estar a su lado parece que el tiempo vuela.
Una vez que llegamos, frenó el auto.
-Gracias. -Digo con una sonrisa nerviosa- Nos vemos en la oficina.
-Adiós.Descendí del auto y luego de abrir la puerta y entrar, Uriel arrancó desapareciendo de mi vista.
Ahora que estábamos en buenos términos, podría trabajar tranquila, era demasiado estresante tener que verlo y tratarlo cortante.
Al día siguiente, me levanté temprano, desayuné y cerca del mediodía fui a visitar a mi madre.
Cuando llegué la encontré sentada en un banco en el enorme parque del centro médico. Conversabamos sobre como iba todo en la oficina hasta que mi madre desvío su vista haciendo que yo hiciera lo mismo. Al en tornarla, vi que Uriel se acercaba a nosotra.
Su cabello se encontraba despeinado debido a la brisa, estaba vestido con una remera blanca, unos jeans claros y unas zapatillas, realmente se veía guapo.
-Buen día. -Saludó dandonos un beso en la mejilla a cada una, provocando que miles de elefantes caminaran en mi estómago.
-Buen día señor Alastor. -Saludó mi madre.
-Buen día Señora Smith, hola Vanina ¿Cómo estás? -preguntó con una de sus sonrisas encantadoras haciendo que de nuevo los elefantes pisotearan mi estomago.
-Buen día Uriel, bien ¿Y tú? -Respondo nerviosa.
-Bien, disfrutando del fin de semana.
-¿Qué lo trae por aquí? -preguntó mi madre con una sonrisa picara.
-Pues pasé por la casa de su hija y como no la encontré allí supuse que estaría aquí y no me equivoqué. Vanina, venía a preguntarte si te gustaría salir a cenar esta noche.
Entendía lo que estaba intentando hacer, me lo pedía frente a mi madre por si me negaba, sabía que ella me haría cambiar de opinión.
-Me gustaría. -Dije sin dudar provocando que Uriel se sorprendiera.
-De... Acuerdo. -Responde confundido.
Estaba por levantarse, cuando a mi grandiosa madre se le ocurrió invitarlo a almorzar con nosotras.
-De hecho me encantaría. -Dijo sonriendo encantadoramente- Me encantaría saber más de Vanina. Ayer me enteré de que conoce a una gran amiga de mi familia, Samantha Brad.
-¡Oh si! Ella es la mejor amiga de mi hija. -Corroboró- De chicas eran muy unidas.
-Si, eso me enteré. -Dijo sin despegar su vista de la mía.
Nos la pasamos todo el día los tres charlando y conversando, mi madre le contó anécdotas de cuando Sam y yo eramos pequeñas.
-No puedo creer que de pequeña fueses un terremoto. -Dijo riendo a carcajadas mientras yo sentía la cara hirviendo por la vergüenza.
-Si, como sea, a mi defensa la culpable de todo fue Sam. -Suelto tapándome el rostro.
Cuando se terminó el horario de visita, Uriel y yo nos despedimos de mi madre y luego de que Sara la ingresara dentro del edificio nosotros nos retiramos.
-Gracias por haber venido. -Suelto rompiendo el silencio- Hacía rato no la veía así.
-De nada, la verdad es que tu madre es una gran mujer.
-Si, si lo es. -Concuerdo volviendo la vista al frente- ¿Donde estamos yendo? No tengo ropa aquí y en estas fachas me niego a salir. -Digo obvia al notar que no tomaba una ruta hacia mi casa decidí preguntarle.
-Espero que no te moleste, pero vamos a mi casa primero. -Dijo mirándome por un segundo para después volver la vista hacia el camino.
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Mi ángel.®✔
Romance¿Qué pasaría si de un día para otro te quedas sin trabajo y tu estabilidad económica se ve afectada con un montón de deudas y con gastos médicos? ¿Aceptarías la ayuda de un ángel? ¿Serías capaz de afrontar la adversidad para ser feliz? Esta es mi hi...