7.

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-¿Estas bien?- preguntó con voz grave, yo rodé los ojos y me encogí de hombros como respuesta.
-¿Por qué te interesa?
-Recordé que no te gustan las tormentas.- caminó conmigo hasta las escaleras y se sentó a mi lado.
-Las detesto.- dije más calmada. Benedict tenía ese efecto en mi de que al principio lo detestaba pero en seguida podía entablar una tranquila conversación con él.
-¿Alguna razón en específico?- me tendió una taza de café que traía en las manos y la acepté dudosa.
-Sólo me atemorizan.- me miró directamente a los ojos.- ¿Qué pretendes?
-¿Qué pretendo de que?- preguntó a la defensiva.
-Primero eres amable conmigo, después me humillas y otra vez eres amable... ¿A qué estas jugando?
-¿A qué estoy jugando yo? Eres tú la extraña.- junto sus dedos frente a su barbilla.
-Yo no he cambiado mi trato contigo, siempre me has caído mal.- le dije sincera dándole un trago al café que me había dado.
-Te caigo mal entonces.- preguntó con una sonrisa de lado y rascándose la nuca.-¿Puedo saber porque?- me encogí de hombros reprimiendo una sonrisa.
-Eres muy inglés.
-Lo siento tanto. Pero esa no es una razón.
-Eres muy entrometido en los asuntos de los demás.
-Sólo me preocupo, es todo. No es fácil vivir sólo.
-Eres perfeccionista y eso me molesta.
-Esa razón no es válida.- rodé los ojos y solté un suspiro.
-Eres imposible.
-Pruebame.- dijo desafiante recargado los codos en el escalón de atrás mirándome fijamente. Dejé salir el aire lentamente y entorné los ojos mirándolo con ese gesto burlón que tanto me molestaba.
-Una vez lo intenté y salí calificada como "zorra"- dije apartando la mirada.
-Lo siento por eso, es sólo que... no estaba pensando.
-El problema es que nunca piensas Benedict. 

En ese momento regresó la electricidad y pude verlo mejor. Me mordí el labio inferior con una pequeña sonrisa y le palmeé ligeramente la rodilla.
-Ya no te metas en mis asuntos Cumberbatch.- me puse de pie y él me imitó dándome el paso.
-Cuídate Gio...vanna.- dijo acercándose a su puerta y abriendo con su llave.
-Ammm, ¿Benedict?- le llamé antes de entrar por la puerta y se giró lentamente.-Gracias por... Ya sabes,- alcé la taza esperando que eso fuera motivo suficiente para que supiera que me refería a distraerme de la tormenta. Juntó dos dedos y se los pasó a manera de militar por la frente con una ligera sonrisa. Asentí y entré a mi departamento.
¿Ahora éramos amigos? Todo estaba pasado tan rápido entre él y yo. Si, recordé el beso que nos dimos. (En realidad recordaba los dos pero el último lo tenía bloqueado parcialmente) La manera en como nos tratábamos hace apenas unos días. Recordé entonces el porque lo había empezado a odiar.

Fue una noche hacia dos años, estaba con Ian en la zona de los botes de basura del edificio. Ian era como mi no-novio-pero-tampoco-amigo de ese entonces y había conseguido hierba de la mejor calidad. Yo jamás la había probado y estaba realmente emocionada por hacerlo con él.
Entonces Ian encendió el porro y le dio una larga calada y me lo pasó a mi. Yo no sabía que hacer y me lo puse en los labios, le di la calada más mínima que pude y después saqué el humo tosiendo como estúpida.
Ian dijo que no me preocupara porque sucedía así las primeras veces, entonces se puso "cariñoso" y empezó a besarme y a querer tocarme. Yo sabía que estaba fuera de sus cabales y lo intentaba detener, pero de repente unas enormes manos lo alejaron de mi y comenzaron a darle una paliza.
Intenté separar a Benedict de Ian y este terminó por largarse de mi edificio sin querer volver a verme.
Benedict me arrastró hasta el tercer piso dándome una larga perorata sobre lo malo que era fumar esas cosas y me llevó hasta mi puerta para acusarme con mis padres.

Recibí la cagada de la vida, frente a un orgulloso Benedict y yo con la cara roja de ira y llanto le dije que lo odiaba y que era un entrometido de mierda.
Aunque nunca volví a intentar fumar hierba, ni meterme drogas ni nada de eso.
No se por qué el mundo tiene esa idea de mi.

Y ahora, dos años después ya había empezado a redimir ese odio hacia él y hasta podía decir que me caía bastante bien. Pero seguía siendo un idiota.

En los meses siguientes, había hecho un significativo avance en mi arreglo personal, por lo menos ya me peinaba y usaba ropa de niña para salir.
Y cuando salía con Bárbara era de ley que usara tacones y maquillaje, y que me comportara como las damas. Gracias a ella había tenido diferentes citas pero ninguna era interesante para mi así que no pasaban de un café y listo.
Su madre seguía odiandome y no soportaba que estuviera conmigo ni texteando. Su madre era una estúpida engreída y yo la odiaba.

Jake seguía en el centro de rehabilitación, de vez en cuando iba a saludarle y platicar con él, pero siempre al momento en que entraba apenas a la clínica quería salir huyendo.
La relación que llevaba con Benedict no había mejorado mucho, siempre caíamos en las malas palabras y tratos cuando nos desesperábamos y no pasábamos de amistad de corredor.

Y yo, por las noches, seguía llorando la pérdida de mis padres porque todo el cambio que había hecho era por ellos y sabía que ellos ya no estaba conmigo para que me vieran. O incluso para que se sintieran orgullosos de mi, que mi padre me mirara con sus amables ojos diciendo que al fin había logrado calmar mi bestial cabello, o la voz asombrada de mi madre halagandome por el vestido que acababa de comprar con mi pago semanal.
¿Olvidé mencionar que Barbara me consiguió trabajo en la oficina de su padre?
Parecía que El señor Vanderbilt era el único que me soportaba de ese matrimonio.

Una tarde lluviosa, saliendo del trabajo, me dirigí a la cafetería de unas cuadras más adelante.
Hablaba por teléfono con Bárbara mientras bebía una humeante taza de cappuccino.
-¿Te veré esta noche?- le pregunté para confirmar nuestra salida de chicas.
-Oh, si cariño. Muero por esos martinis.- decía la voz de Barb por la bocina.
Levanté la mirada y noté que un chico sumamente atractivo me observaba fijamente con una sonrisa oculta en los labios.
-Barb, adivina que estoy viendo justo ahora.- le dije en un susurro bastante emocionada.
-¿Qué? Estas ligando, ¿Verdad?- soltó más emocionada que yo.
-Es lindo y esta sonriéndome.- dije mientras le devolvía la sonrisa y desviaba la mirada nerviosa a mi café.
-Háblale.- ordenó Barb.-No olvides el truco de la damisela en peligro.
-No, si quiere algo que venga él. Yo estaba muy cómoda charlando contigo y él empezó a acosarme con la mirada.- dije tapando la boca para que sólo Barb pudiese oírme.
-Tienes razón, describelo.
-Es tez blanca, ojos hermosos, nariz respingada y unos labios que... ¡Oh, Dios! Se está acercando, Bárbara.- dije más nerviosa y Barb soltó un chillido, yo no pude contener más la sonrisa abierta y el cerebro se me entumió.
El chico se paró frente a mi mesa y me señalo la silla pidiendo permiso para sentarse.
-¿Disculpa?- le pregunté tapando el micrófono y fingiendo desconcierto.
-¿Puedo acompañarla señorita?- respondió con su voz grave y me sonrió seductoramente.
-Ah, cariño. Te llamo luego.- le dije a Barb y escuché un amortiguado "suerte" antes de colgar.- Adelante, puedes sentarte.
-Muchas gracias.- dijo abriendo la silla y sentándose frente a mí aún con su sonrisa seductora.-Mi nombre es Scott, Scott Landon.- me tendió una mano.

Doin' it right (Benedict Cumberbatch Fan Fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora