Epílogo

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Luego de meses de misiones fáciles pero graciosas, Kimera alistaba su mochila para la siguiente. Guardó ropa y uno que otro objeto que creyó necesario antes de cerrar el cierre y colgársela a los hombros con una sonrisa en su rostro.
Primero pasó a la oficina de su padre, hizo una reverencia al entrar y se permitió sonreír dulcemente.

—Me haré fuerte, papá. Seré tan fuerte como tú querías que lo fuera. Lo prometo.— Había dicho antes de recibir un abrazo.

Debía reconocer que aquel acto la dejó muda y perpleja, ni siquiera lo procesó bien cuando su padre ya la despedía.

A diferencia de su padre, Hanabi abrazó sus piernas con fuerza y le pidió que se quedara, dijo que ella la ayudaría a entrenar.

—Sólo será poco tiempo, hermanita.— Intentó tranquilizar mientras la jalaba a su cuerpo y la envolvía con sus brazos.— Cuida de Hinata y del Clan por mí, ¿quieres?

Despedirse de Hinata fue más duro. Su hermana mayor siempre estuvo en los momentos más difíciles en los que pasó. Siempre la consoló cuando recibía un regaño o desprecio de su padre. Protegió sus secretos como si fueran de ella misma y la acunó en sus brazos luego del desastre de Sasuke. Sin duda, Hinata era la mejor hermana mayor del mundo. Lloraron, se abrazaron con fuerza y se murmuraron promesas en el oído mientras Neji se cruzaba de brazos y las mirada con algo de diversión.

—La próxima vez que me veas, seré yo quien acorrale a Neji-niisan.— Le prometió Hinata pues Kimera había interrumpido su entrenamiento para despedirse. Y agradecía haberlo hecho pues su primo estaba a punto de darle un golpe en la cara a su querida hermana.

—A ti también te toca.— Advirtió Kimera abrazando con fuerza el perplejo cuerpo de su primo.— Cuídate y cuida de Hinata. Te quiero, Neji-niisan.

Ese día había repartido "te quiero's" por todas las personas que conocía del Clan y habían sido importantes para ella.

Cuando fue hora, Kimera corrió a las puertas de Konoha para encontrarse con Naruto quien le sonrió enormemente y le levantó el pulgar.

—¡Nos haremos más fuertes, dattebayo!— El aire agitó sus cabellos y se llevó las palabras con él. Ella sabía que el aire volvería a hacer acto de presencia cuando volvieran a Konoha y traería con él el resultado de la promesa.

—Tenemos mucho trabajo que hacer, muévanse.— Ordenó Jiraiya mientras comenzaba a caminar.

Kimera y Naruto miraron los Rostros Hokage por última vez en ese año, se prometieron a sí mismo ser más fuerte para rescatar a Sasuke de la oscuridad. Eso iban a hacer, salvar a su amigo.

No Tienes Que Estar SoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora