Capítulo 36: la batalla en el hospital

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Un nuevo ataque a Konoha. Un viaje. Un amigo herido. Una nueva técnica. Un nuevo Hokage. Una misión que marcaría el fin y el comienzo.

Podía recordar toda la batalla que había sucedido durante el viaje que había emprendido con Jiraiya-sensei y Naruto en busca de la Quinta Hokage, Senju Tsunade. Durante ese trayecto, el trío tuvo un encuentro con Uchiha Itachi, el ninja renegado de Konoha y hermano mayor de Sasuke, quien apareció minutos después y fue golpeado y derrotado fácilmente por su hermano mayor.

—Sólo he venido por lo que me pertenece.— Dijo el Uchiha mirando fríamente a una Kimera herida que intentó defender a Sasuke.— Kimera y yo estamos comprometidos.

Ante aquella revelación, todos miraron con sorpresa a Itachi que tomó por el cuello a la Hyūga y la estrelló contra la pared más cercana haciéndola jadear de dolor.

—¡Es mentira! ¡Sólo mientes!— Gritó Sasuke ganándose una mirada de su hermano.

—Hace muchos años, cuando eran unos pequeños y tontos niños, el prestigioso Clan Hyūga acusó al Clan Uchiha de traición. Al no tener pruebas, los Uchiha's demandaron un acuerdo para que los Hyūga no volvieran a tocar su territorio y recibieran un castigo. Los ancianos de Konoha, queriendo evitar una guerra interna, demandaron que los primogénitos de los líderes contrajeran matrimonio cuando tuvieran edad suficiente. Hiashi no podía perder a su primogénita, a la próxima líder de su clan, por lo que no dudó en ofrecer la mano de su gemela, Kimera del Clan Hyūga. Ella sería tomada como mi esposa...

La frialdad en su voz, en sus ojos, la forma en que atacó a Sasuke sin piedad la dejó helada. Itachi y su compañero, Kisame, lograron escapar gracias a un fuego negro que incineró el estómago de la rama que Jiraiya había invocado. Debido a esto, su nuevo sensei enseñó a Kimera y Naruto una nuevo técnica, un jutsu llamado Rasengan, les costó aprenderlo, aún a ese punto la peliazul todavía no podía usarlo con facilidad, le costaba a pesar de su gran control de chakra. Pero Naruto lo utilizaba como si fuera una técnica que aprendió hacia años.
Conforme pasaron los días, encontraron a Tsunade, la nieta del Primer Hokage y uno de los Legendarios Sannin. Gracias a ella, tuvieron un encontro con Yakushi Kabuto y Orochimaru. Los Genin se desmayaron antes de que terminara la pelea, pero sabían que Orochimaru había huido. No pasó mucho para que Tsunade se instalara en la Torre Hokage siendo nombrada como la Quinta. Luego, la misión, aquella fatídica misión. Como siempre, el equipo siete había ayudado a un par de aldeanos, Sasuke resultó ser el más herido ahí y el más afectado.

Y ahora, frente a la camilla de Sasuke, Kimera leía un libro de la biblioteca de su padre mientras el azabache dormía. No tardó en despertar y mirar el techo ignorando por completo la presencia de la peliazul a su lado, había hecho eso desde que Tsunade-sama lo había curado. Kimera no lo entendía, él parecía ido, perdido en un sin fin de emociones, a veces la chica lo cachaba mirándola con molestia, el ceño fruncido y una mirada que no podía descifrar, llena de un sentimiento que nunca estuvo en su mirada cuando se trataba de ella. Sakura y Naruto no tardaron en llegar con el almuerzo de ambos, ellos hablaban y se burlaban del contrario, la Hyūga miró cautelosa a Sasuke, aquella mirada que le dirigía a ella, también estaba puesta en Naruto. Sakura comenzó a pelar un par de manzana para ambos mientras peleaba con el rubio y lo golpeaba. A pesar de escuchar todo, la peliazul estaba concentrada en Sasuke y su mirada llena de ese sentimiento malo y destructivo.

—Listo. Están peladas. Vamos, Kimera, come, puedes atender a Sasuke-kun después.— Cuando Sakura les tendió un plato llena de manzana a ambos, Sasuke lanzó un manotazo que hizo volar ambos platos y haciendo sobresaltar al resto del equipo.— ¿Qué...? ¿Sasuke-kun?

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