Capítulo 32: la traición de una aldea

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Todos estaban conmocionados ante las palabras del chico Hyūga Neji. La verdad del Clan de éste los había dejado impactados. Algunos sentían lástima por él, otros odio hacia Hiashi-sama, pero nadie sabía la verdad de los actos de Hizashi, sólo él y su hermano. ¿Eso mismo le pasaría a las gemelas Hyūga? ¿Una tendría que sacrificarse por la otra? La verdadera pregunta era: ¿Kimera debía sacrificarse por Hinata, a pesar de que era más fuerte que la heredera? Aunque sus amigos no quisieran, la respuesta era un rotundo sí. Hinata había nacido para liderar y Kimera para protegerla al igual que Neji y Hanabi.

—Mira, mataron a tu padre hace mucho tiempo. Sé que no fue algo justo y tal vez sigues dolido, puedo entenderlo. Pero eso no tiene nada que ver con el destino, si crees que voy a creer eso, estás mal.— La contestación de Naruto la hizo sonreír con amarga tristeza. Él en verdad estaba seguro de que podía cambiar las cosas en el Clan y, aunque no podía decirlo en voz alta, sentía la seguridad de que haría cosas maravillosas por ellas.

Neji volvió a atacar a Naruto en el pecho mandándolo a volar e insistió en que la pelea había acabado pero el rubio no iba a desistir, iba a ganar o morir, no había de otra.

—¡Tú y tu estúpido destino! Bien, sí realmente crees en eso, ¿por qué te alejas?— Neji recordó que las gemelas prácticamente le habían dicho lo mismo.

El dolor y la desesperación de Neji eran visibles, ya no podía ocultar más el sufrimiento que cargaba día a día al ver a Hinata y a Hiashi caminar con tranquilidad, como si nada malo hubieran hecho. Entonces, Naruto descubrió que Neji era igual que él. Ambos estaba marcados permanentemente por algo que no habían decidido ser. Cuando se dio cuenta de lo que sucedía en el campo, quedó más que sorprendida, al igual que todos los demás que miraban la pelea. Una honda roja de chakra salió del cuerpo del Uzumaki, era más que obvio que no le pertenecía del todo a él. A pesar de todo, Neji había dado en sus 64 puntos de chakra. Naruto había despertado a la bestia, había liberado gran parte del poder del Zorro de las Nueve Colas. El viento azotó su cara y revolvió su cabello golpeándolo contra su cara de expresión sorprendida. Naruto atacó con arma a Neji que usó el Cielo Rotatorio nuevamente, cuando contraatacó, el rubio lo esquivó con facilidad debido a que sus movimientos eran más rápidos que antes. Las armas se estrellaron mientras los chakras azules y rojos daban paso a un estallido provocado por el gran poder que ambos chicos tenían. Cuando el humo se disipó, un brazo emergió del suelo dejando ver a Neji completamente lastimado y herido. Naruto estaba en el suelo, inconsciente y malherido. Kimera aguantó la respiración, ¿Naruto había perdido? La respuesta se dio al instante. Una mano emergió del suelo y golpeó a Neji en la mandíbula mandándolo a volar lejos, todos estaban sorprendidos por aquel acto tan impredecible del Uzumaki. Cuando Neji no pudo moverse más, el sensor declaró a Naruto el ganador de aquel encuentro. Con una sonrisa ingenua, Kimera sintió la esperanza y felicidad que emanaba Naruto, ni siquiera el Byakugan podría ver la fe que tenía el Uzumaki a sí mismo. El rubio se negó a decirle que era un fracasado, aunque Neji había perdido.

Todos, incluidos algunos participantes, aplaudieron a Naruto con fuerza mientras le gritaban lo fuerte que era y lo bien que peleaba. Shikamaru comenzó a quejarse de lo fuerte que era Naruto y lo deprimido que se sentía por ser inferior al rubio. Neji sintió que había ganado algo, no sabía identificar el qué, pero algo reconfortante se formó en su pecho. Tal vez, por fin había encontrado a alguien que estuvo o estaba en la misma posición que él. Fue enjaulado también, pero él, a comparación de Neji, se liberó.

Cuando Naruto subió a donde estaban los demás, Kimera lo abrazó con fuerza. Había pasado tanta preocupación y miedo durante el encuentro que no pudo evitar que su primera acción fuera esa.

—Kimera-chan, prométeme que no terminarás como el padre de Neji. Si arriesgas tu vida por Hinata, que sea porque tú lo decides, no por deber.— La seriedad del rubio en sus palabras la sorprendió, pero finalmente sonrió con dulzura y asintió.

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