Capítulo 20: el poder oculto

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—Muy bien, entonces yo llevaré el pergamino.— La dos chicas estuvieron de acuerdo pero Naruto no.

—Un momento, Sasuke...— Algo golpeó a Naruto haciendo que la atención se dirigiera a él.— ¿Qué fue eso?

Pero ni Kimera ni Sasuke lo sabían, era tan pequeño y rápido que no lograron distinguir la causa de la nueva herida.

—¡Byaku...! ¡Ah!— Un viento descomunal los golpeó haciendo que el próximo movimiento de la Hyūga fuera inutilizado y tuviera que esconderse con Sasuke jalando su brazo.

—Sasuke-kun, ¿qué fue eso?— Rápidamente se incorporaron con un kunai en mano y apuntaron a la figura de Sakura que se acercaba a ellos.

—¡Sakura, quédate ahí! Primero responde la pregunta. ¿Cuándo debe atacar un ninja?— En ningún momento bajaron la guardia, necesitaban comprobar que era parte de su equipo.

—Un ninja espera a que llegue el momento adecuado. Cuando el enemigo duerme y baja su guardia. Cuando sus armas yacen olvidadas en la quietud de la noche. Ese es el momento para un ataque ninja.— La pareja bajó sus armas y asintió estando de acuerdo con la respuesta.

—Sigo diciendo que debíamos haber puesto una más corta.— Al recibir malas miradas de su equipo, ella se encogió en su lugar con la vista en los árboles.

Activó de nuevo el Byakugan y buscó a Naruto, pero había tres señales de chakra sin contarlos a ellos, tres figuras distintas. Su vista se posó en el Naruto que tenía enfrente, corría hacia ellos hasta que Sakura lo paró con algo de brusquedad.

Tiene más chakra que el verdadero, mucho más.

—No te acerques. Dinos la contraseña.— Kimera se puso en guardia pero eso no llamó la atención de nadie, eso era una ventaja para ella.

—Uh, claro, no hay problema. A ver, un ninja espera el momento indicado. Cuando el enemigo duerme y baja su guardia. Cuando sus armas yacen olvidadas en la quietud de la noche. Ese es el momento de un ataque ninja.— Y no tuvo más razones para sospechar.

—¡Mientes!— Gritó Kimera mientras lanzaba un kunai junto a Sasuke. El rubio mentiroso los esquivó mirando con sorpresa a sus compañeros.

—¡¿Qué les pasa?! ¡Pudieron haberme matado!— Pero ni Sasuke ni Kimera tenían intenciones de parar.

—Debo reconocerlo, eres más rápido que el anterior.— Kimera lanzó varias shuriken pero el impostor las esquivó todas.

—¡¿De qué estás hablando?! ¡¿Qué hizo mal?! ¡Él dijo la contraseña bien, palabra por palabra!— Tal vez Sakura pudiera memorizar las contraseñas, pero no podía darse cuenta de quiénes eran sus compañeros y quiénes sus enemigos.

—Exacto. Eso es lo que está mal. ¿En serio crees que Naruto podría memorizarla y decirla al pie de la letra? No el Naruto que conozco, ni en un millón de años. Un hámster tendría más oportunidad de aprendérsela.— Kimera asintió al igual que Sakura mirando al falso Naruto con el ceño fruncido.— Además, ¿viste la forma en la que se movió para evadir mi ataque? Definitivamente no es un movimiento de Naruto. ¡Ya sal! ¡Sal quien quiera que seas! ¡Se acabó la fiesta!

Kimera debió reconocer que ni ella se dio cuenta de la forma en que se movió, pero el chakra de aquel impostor le hizo saber desde un principio que no era su Naruto. El falso sonrió con malicia y se pasó la larga lengua por los labios, como si saboreara algo o a alguien. Su jutsu desapareció y dejó a la vista a una mujer con un sombrero y una clase de listón amarrado a su cintura.

—Dime, si tu equipo es realmente tan inútil, ¿por qué ponen una contraseña que jamás será recordada?— Aquella pregunta también llamó la atención de Kimera.

No Tienes Que Estar SoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora