Capítulo 30: oscuro pasado de la Arena

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Ya habían pasado tres semanas desde que los jóvenes ninjas habían comenzado entrenar. Durante esas semanas nada había cambiando en gran medida. Naruto apenas había podido invocar un pequeño sapo y Kimera una cría recién nacida de lobo. El Sabio Pervertido, como solía llamarlo Naruto, había llevado un pergamino para que Kimera firmara y pudiera comenzar su entrenamiento como el rubio. Aquel pergamino, según dijo su maestro, era un pequeño favor que le debían y daba a su portador el poder de invocar un lobo. Jiraiya estaba sorprendido, ambos jóvenes habían tenido varias recaídas y desmayos, pero eso jamás evitó que continuaran con su entrenamiento e intentaran invocar a aquel animal que les correspondía.

—Sígueme, Naruto. Kimera, quédate aquí y sigue entrenando.— Ordenó el sabio comenzando a caminar con el rubio a sus espaldas.

—Sí, sensei.

Una vez más, Kimera, vamos, tú puedes. Ousu-buta, Inu, Tori, Saru, Ramu.

—¡Jutsu de Invocación!— Gritó mientras estrellaba la mano en el suelo y cerraba los ojos mientras rezaba porque aquella vez hubiera funcionado.

—Si no abres los ojos, jamás podrás admirar mi belleza.— Una tierna y dulce voz se filtró por sus oídos haciendo que sus pupilas se abrieran de par en par.

Un pequeño cachorro de lobo la miraba con ojos grandes y tiernos. Movía su cola con tranquilidad y la miraba con curiosidad.

—¿Lo... lo logré?— No pudo evitar murmurar mientras la sorpresa abarcaba su rostro.

—Por supuesto que sí. Si aquí estoy, debiste haberlo logrado.— El cachorro se sentó sobre sus patas traseras sin dejar de mover de un lado a otro su pequeña cola.— Mi nombre es Kyushu y soy tu invocación.

Kimera se dejó caer al suelo sin salir del todo de su sorpresa, esas tres semanas de duro entrenamiento habían valido la pena finalmente. Tomó al pequeño cachorro que no dudó en acomodarse en su pecho, y lo acarició con cariño.

—Eres muy pequeño y lindo.— Comentó sin dejar de acariciarlo.

—Y adorable, no olvides eso.— Se frotó contra su chaqueta y cerró los ojos.

—No lo haré.— La pequeña Hyūga continuó acariciando al pequeño animal mientras esperaba en el suelo a su maestro y a su amigo.— Me pregunto cómo le irá a Naruto-kun.

—¿Quién es Naruto? Cuéntame sobre él, ¿es tu novio? ¿Pretendiente?— Kimera soltó una risilla y se dispuso a contar algunos detalles.

—Desde que tenía 8 años, hemos sido mejores amigos. Es un chico muy hiperactivo e impulsivo, pero tiene un corazón de oro. A mi hermana le encanta. Nos conocimos un día que chocamos, él fue mi primer amigo y yo la suya. Siempre me ha ayudado a mejorar y se ha preocupado por mí tanto como Hinata. Él no tiene familia, nunca la tuvo, pero una vez me dijo que me veía como su hermana menor.— Sonrió tímidamente y miró el cielo recordando a su rubio amigo y su amigable sonrisa.

Pasaron gran parte de la tarde hablando sobre Kimera y las personas que conocía. Animó a la chica a seguir con su entrenamiento y eso hizo. Mordió su dedo para sacar sangre, hizo los sellos correspondientes y suspiró antes estrellar su mano contra el suelo con decisión.

—¡Jutsu de Invocación!— Para sorpresa de la chica, un gran lobo amarillo se irguió frente a ella con la vista en alto, medía casi el triple que ella y se mostró fuerte y dominante.

—¿Quién me ha invocado? ¡Muéstrate!— Con timidez, Kimera intentó hablar, pero fue Interrumpida por Kyushu.

—De todos los lobos que tenías disponibles, ¿tenías que invocarlo a él?— El cachorro gruñó agudamente haciendo reír al lobo mayor.

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