Why? │jaebum

catorce

Why

El corazón sufre por varias razones; el dueño lo hace involuntariamente o consciente de lo que hace, este último lo hace aún sabiendo que le hace daño a ese aparato sensible y no hace nada para mejorarlo, en cambio lo disfruta o se convence a sí mismo que lo merece. Sí, se convence a sí mismo sabiendo que le afecta en absoluto pero no hace nada para moverse, sanarse o salvarse... Yo misma hacía eso, era consciente de lo que hacía pero no podía sanarme por amor, por su amor.

Aunque no fuese un amor tan real o tal vez no era el mismo que yo sentía.

–¿Crees que no me duele verte así?– toqué mis sienes en frustración.

Sus ojos estaban fijos en algún punto extraño y ajeno a mí, no me prestaba atención y sabía quién estaba ocupando sus pensamientos, siempre que está situación se prestaba salía más herida que él y que ella, me dolía verle de ese manera.

–Vete si no quieres verme así.– después de más de 5 minutos respondió aún sin mirarme. Sus palabras habían sonado ásperas.

–No quiero irme.– caminé hasta estar detrás de él y poder afinar mi mentón sobre su cabeza.– Jae, ella volverá, son sólo 6 meses más.

Susurré cada palabra sabiendo que si no le agraban iba a salir con sus argumentos o malas expresiones, me dolía verle así como un zombie mirando a la nada.

Le había afectado bastante la noticia.

Éramos mejores amigos desde que teníamos uso de razón, lo vi enamorarse de muchas niñas y lo vi llorar la primera vez que le rompieron el corazón en varios pedazos por una tontería de niños, le ayudé varias veces con sus ligues y con su actual novia, modifiqué miles de veces sus atuendos y lo tapé un millón de veces cuando se emborrachaba y no llegaba a casa quedando con algunas chicas fáciles que encontraba. Eran tantas las veces que había estado a su lado que ya había estado acostumbrada a verle sonreír a cambio de mi felicidad, desde que tengo uso de razón recuerdo mis sentimientos por él y las veces que lloré recordando los besos que tuvo delante de mí con varias niñas y yo simplemente no podía hablar o abrir la boca para reclamar porque no éramos absolutamente nada más que mejores amigos o como él antes decía: hermanos. Antes, porque ahora supongo los hermanos no tienen relaciones ni se tocan como dos amantes. Pero yo siempre busqué su felicidad y bienestar, sin importarme en absoluto lo que pasara conmigo y mi estúpido corazón roto, ya sabía todos los trucos que lo hacían reaccionar.

–Creo que lo mejor será irme.

Caminé hacia mis cosas y las recogí todas sabiendo el final de esto, abrí la puerta y le eché un último vistazo aún viendo su cuerpo en la orilla de su cama, suspiré y salí lo más rápido posible.

–Espera Isa... No. No te vayas.– sus dedos estaban en mi muñeca.

Tal como lo pensé, había vuelto a funcionar la misma táctica de siempre, salir y dejarle solo cuando tenía sus arranques incurables por enamorarse de chicas incorrectas o chicas a las que yo veía como no productivas.

–Debi irme, tengo cosas que hacer.– solté su agarre y seguí bajando las escaleras.

Sabía que me necesitaba pero siempre hacía esto para verle suplicar por mi presencia aunque fuese para tener consuelo, el consuelo que le das a tu mejor amiga o mejor amigo en esos momentos difíciles, amaba verlo pedir entre jadeos que permaneciera a su lado y que nunca lo abandonara y yo nunca lo haría, nunca sería capaz de abandonarlo sabiendo lo frágil que era y lo fuerte que se mostraba ante el mundo.

–Te necesito Isuel.– su mano presionó mi muñeca fuertemente y con un movimiento rápido quedamos uno frente al otro.– No me dejes solo.– pude ver sus ojos un poco hinchados y un dolor incómodo se instaló en mi corazón.