Why? │jaebum

cuarenta

Why?

Era la hora de la verdad, no habían más vueltas atrás ni siquiera para arrepentirse de todo lo que había hecho.

Era tarde.

Dentro de la ambulancia solo podía ir uno como familiar del enfermo y quien estaba a mi lado era mi madre, me ayudaba con los pulsos y a nos desesperarme; de todas formas no había cosa que hiciera que en mi mente existiera la calma. Era el día, el gran día que toda mujer embarazada espera con tanto anhelo y si era su primera vez, los nervios iban a ser los primeros en reflejarse.

—Cielo, ya vamos a llegar.—decía mientras sostenía mi mano.—Respira cielo, respira.

El paramédico estaba al pendiente de que no fuese a terminar de romper fuente y saliera una de las cabecitas, estaba asustada hasta los cojones y no sabía por qué diablos los dolores eran tan crueles.

—Llegamos.

En el momento en que empezaron a bajar la camilla para guiarme hasta la sala de parto, los dolores fueron creciendo y creciendo, mi vista estaba nublada por las lágrimas que ya había empezado a acumular, nunca creí que en verdad los dolores fueran tan fuertes.

—Ya no aguanto más, ya no aguanto más.—grité mientras trataba de retorcer un poco el cuerpo pero mi panza no lo permitía.—¡ME DUELE!

Fuera de la sala de parto estaban todos mis familiares esperando, mi madre llorando como Magdalena y los demás dando vueltas desesperados, solo podía haber una persona en el parto y como era de esperarse solo podía estar él. Para dar apoyo como se suponía y tanto había deseado, habíamos pasado 7 meses de puros problemas con mis síntomas de embarazo y con mis cambios de hormonas, pero supimos mantenernos hasta el final, hasta llegar a vivir juntos.

—Isa, debes tranquilizarte.

Decía cada vez que los dolores se cruzaban por mi vientre y gritaba.

—¡Es que no puedo, no puedo!

El doctor llegó para verificar si ya estaba preparada para dar a luz y luego de haber introducido dos dedos en mí pudo ver que ya tenía los centímetros suficientes para terminar con todo el dolor y las molestias que estaba teniendo, había roto fuente hace prácticamente 2 horas pero necesitaban los centímetros.

—Preparen todo.—dijo haciendo señas a las enfermeras.—ya está lista.

Miré a mi lado y me sentí bien, no estaba sola como pensé que estaría en este momento, no estaba sola como creí que pasaría la vida por haber estado aferrada a alguien.

—Te quiero.—le dije sosteniendo si mano, no podía ocultar las lágrimas de los ojos.—Gracias por creer en mí y por soportar.

—No me des las gracias.—besó mi frente y todos a nuestro alrededor trataban de mirar disimuladamente.—Había conexión.

Y era cierto, hubo una conexión entre los dos desde el momento en el que nos vimos, ¿cómo íbamos a ignorarlo?

—¿Lista?

Preguntó el doctor y vi como las luces fueron encendidas, mis piernas levantadas y todos en sus lugares listos para la llegada.