veintiocho

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Why

—Jae, no lo toques.—regañé dando un manotazo a una de sus manos.—Vas a lastimarte la herida si las tocas y se van a infectar.

2:25 de la tarde y Jae y yo estábamos tirados en el piso de su cuarto haciendo absolutamente nada, esto me recordaba mucho a la primera vez que nos besamos o que él me besó, sentía las mariposas revoloteando por mi estómago haciendo que quisiera sonreír por lo lindo que me parecía la situación. Habíamos llegado hacía ya un rato largo de la universidad y como ambos no teníamos deseo de comer nada decidimos quedarnos en estado de reposo, tranquilidad, paz.

—Debiste estudiar medicina.—volteó hacia mí y agarró un par de mechones con los dedos.— Quieres curar a todos.

Sonreí al escuchar sus palabras, en pocas palabras era cierto que los problemas de los demás los sentía como si fueran míos y quería que nadie tuviera preocupaciones en su vida, pero cuando era mi turno, todos olvidan que tal vez no me siento a gusto y simplemente hacen de vista y oídos sordos y ciegos.

Dura verdad, pero la verdad.

—Jae, ¿te puedo hacer una pregunta?—dudé un poco y luego volteé a mirarlo.— ¿Un médico se cura a sí mismo?

En su rostro había curiosidad y no lo culpaba, la pregunta había sido demasiado repentina y un poco extraña por la forma en la que fue pronunciada.

—¿De qué viene eso?

—No viene de nada en especial.—aclaré carraspeando.— Pero... Nunca he visto a un médico descubriendo lo que tiene.

Traté de mirarlo a los ojos para que pudiera creerse más mi argumento un poco tonto, sus ojos no se veían del tanto seguros pero trataba de darle a entender y transmitir eso que tanto quería.

Suspiró.— Está bien.

Torcí un poco el cuerpo y pasé un brazo por su abdomen, pegué mi estómago con su costado y mi cabeza colocada delicadamente sobre su pecho para no hacerle ningún daño, podía sentir su corazón palpitando un tanto calmado muy diferente del mío que iba como elefante en un campo. Cerré los ojos para tratar de nos pensar tanto y solamente disfrutar de la compañía y el calor corporal de él, sus dedos hacían círculos imaginarios en la piel que sobresalía de mi camisa.

—No te imagino siendo madre.—apretó la piel en mi cadera y luego rió bajito.— Si lo hago termino cometiendo un delito.

Reí bajito también al escuchar su comentario algo loco, levanté la vista de la pared para poder afincarla en sus ojos que ya miraban en mi dirección con cautela, podía apostar que parecíamos dos niños enamorados que no sabían lo que hacían pero que se amaban con locura; aunque en nuestro caso la niña sí ama al niño pero no sabemos si el niño también la quiere y aunque fuera una estupidez la niña quería saberlo:—Jae, ¿me quieres?

Bajé la cabeza y con un poco de impulso subí sobre su estómago tratando de no dejarle todo el peso en su cuerpo sino haciendo murallas también con mis rodillas y piernas, dejé mis manos sobre mis rodillas y lo miré con paciencia fingida.

—¿De qué viene...?

Lo interrumpí.

—¿Me quieres Jae?

Why? │jaebumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora