Devastation [•Steve Rogers•] (I)

05. ¿Por qué No me Quedé en el Autobús?

~Nueva York~

|•Peter•|

Las cosas habían estado algo raras los pasados meses, o a lo mejor solo yo las veían raras por el simple hecho de que tía May ya estaba enterada de mi secreto... la verdad era que no sabía si tomar las cosas como más complicadas o simples a partir de que May se enterase del por qué de mis actitudes raras.

Y bueno, claro que todo lo que supusé se cumplió, May estaba mucho, muy preocupada por mí y por supuesto que yo trataba de evitar casi todo el tiempo hablar con ella sobre el tema. Sabía que de cierta manera con el tiempo me entendería, por lo pronto, solo sabía lo que tenía que saber, como eso de que de cierta forma contaba con el cuidado de Tony Stark, claro que con el asunto comprendió que la Pasantía de Stark era en realidad ser el Hombre Araña.

Con la paranoia por la preocupación de May, salía a escondidas la mayoría del tiempo, y yo me cuidaba de más. May me había obligado a hacerle promesas, promesas que hasta ahora tenía bastante bien cumplidas, puesto que durante estos meses solo he sido el Amigable Vecino Hombre Araña.

Por lo pronto, me concentraba en la escuela y en no bajar mi excelente promedio.

Ahora nos íbamos de excursión fuera de la ciudad.

Llevaba mi nueva cámara fotográfica, de alguna manera, me había hecho bastante fanático de las fotografías y me había vuelto un excelente fotógrafo, no era por presumir.

Me encontré con Ned y nos saludamos antes de subir al autobús, y comenzamos a hablar de Star Wars: The Last Jedi, más que nada sobre lo atractiva que era Rey.

— ¿Pero sí te la dabas? —me preguntó Ned.

De cualquier manera, mientras pensaba la respuesta, la perdí de la mente por verla a ella caminando con su preciosa sonrisa.

Era la primera chica que me gustaba desde Liz, y podía decir que más que eso.

Gwen Stacy.

Recién este año había entrado a Midtown y era una de las chicas más inteligentes que había conocido, inclusive tal vez más que Michelle. Antes de entrar a Midtown iba a a otra escuela aquí mismo en Nueva York y dado su brillante promedio, su padre, que por cierto era el Capitán de policía, y su madre, decidieron transferirla a dónde su inteligencia daría más frutos, es decir, mi escuela de ciencias; cosa que agradecía mucho.

Siempre que la veía no podía dejar de hacerlo, porque algo tenía que me perdía.

Aunque regularmente venía con el flequillo que la hacía ver aún más dulce de lo que era, hoy no tenía el cabello peinado con él, sino que se lo había acomodado a los lados, de modo que tenía la frente despejada.

De cualquier forma, se veía increíble.

Era totalmente hermosa y por un momento me volteó a ver, haciéndome paralizar y sin encontrar la manera de reaccionar.