Desde cero.

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Isaac estaba en la playa con mamá.
Yo, estaba buscando mi bikini morado.
¡No lo encontraba! Y eso me desesperaba cada vez más.
A pesar de eso, estaba contenta por haber solucionado las cosas con Isaac.
La verdad es que lo necesitaba. No podía seguir así con él.
Decidimos comenzar desde cero, y así sería. Aunque, lo del beso no lo olvidaría por ningún motivo. Era algo que no se quitaba de mi mente.

¡Aquí estás!

Saqué el bikini y caminé hasta el baño.
Allí me vestí, y noté que me quedaba bastante bien.
Además, he estado cuidándome. En parte por el tema de estética, pero por sobre todo, por el tema de salud.
No me gustaría tener problemas al corazón o algo así, es por eso, que decidí comenzar a cuidarme.
Tomé una larga polera de la valija y me la puse. Me quedaba como vestido.
Tomé mis sandalias y salí.

(...)

Cuando llegué a la playa, sólo noté a mamá acostada en la arena, sobre su toalla. No estaba Isaac. Al parecer, se encontraba comprando algo para beber.
Entones, dejé mi toalla junto a la de mamá, me coloqué bloqueador y me decidí a ir al mar. Tenía muchísimo calor.
El sol estaba demasiado fuerte, y la arena me quemaba la planta de los pies.
Saltaba y saltaba, hasta que llegué a la orilla, en donde la arena estaba húmeda.
Me quedé allí mirando como venía la ola y se deshacía hasta llegar a mis pies.
¡Estaba heladísima el agua!
Al instante, me quejé, chillando muy fuerte.
Reí por mi expresión y cuando me volteé, me di cuenta de que Isaac estaba sentado en la arena, mirándome fijamente.
De inmediato, sonreí. Como si fuera por instinto.

Las olas eran muy continuas, y lo único que me preocupaba era el hecho de ahogarme

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Las olas eran muy continuas, y lo único que me preocupaba era el hecho de ahogarme.
Cuando era pequeña, cerca de los siete años, una ola me dio vueltas bajo el mar, y me lanzó a la orilla, dejándome las piernas, un brazo y toda la cara arañada.
Fue terrible. Me ardía un montón.
No podía dejar de verlo. Se veía tan jodidamente atractivo. Y siendo honesta, todas las chicas lo miraban con mucho deseo. Estaba derritiéndolas a todas.
Y es que es demasiado guapo. Su abdomen, su cabello, sus ojos, su actitud, su forma de caminar, y por sobre todas las cosas... su seguridad.
Me miraba fijamente, mientras achinaba sus ojos, a causa de la potente luz que nos entregaba el sol.
Yo me coloqué las gafas y me adentré un poco más en el mar, haciéndolo de manera sexy, para provocarlo.

(...)

Eran las ocho de la tarde, y estábamos los tres en la cabaña. Todos sentados en la sala central de ésta.
Cabe mencionar, que mamá estaba muy bronceada con tan sólo haberse expuesto unos minutos al sol.
Yo, me había preocupado de bañarme en bloqueador para no insolarme.

-¿Vamos a comer?-propuso mamá.

La miré y le sonreí al instante.
Amo cuando me invitan a comer.
Amo la comida.

-¡Sí!-dije emocionada.

-Conozco un buen lugar por acá-dijo Isaac.

En eso, cuando mamá estaba a punto de responder, suena su móvil, indicando una llamada entrante.
Ella nos sonrió y se levantó para ir a hablar a otro sitio.
Nos quedamos solos con Isaac y me sentía muy nerviosa. No tenía ni idea.
Él me miraba fijamente, como si estuviese algo que decirme.

(PAUSADA) El idiota de intercambio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora