Tras el intercambio de Alan, el hermano de Alexa, llega un nuevo chico a vivir con su familia. Isaac, un joven totalmente apuesto, pero un completo idiota rodeado de problemas. Alexa e Isaac, dos personas muy diferentes, pero con un sentimiento en c...
La luz del cuarto me molestaba muchísimo. Me tenía harta, no me dejaba dormir. Abrí los ojos molesta, me levanté y caminé rápido, marcando cada paso que daba, hasta acercarme a la ventana para cerrar la cortina con brusquedad y rapidez. Luego, me devolví a la cama, ya más en paz. Había destrozado al enemigo. La luz, obviamente. Tenía un dolor de cabeza insoportable, y mucha pereza. No tenía ganas de levantarme, pero era necesario. Entonces, decidí quedarme un rato más en la cama, antes de entrar a la ducha. Y en sólo unos segundos, recordé el beso. Sí, ese beso que nos dimos con Isaac. ¡Me quería morir! En ese momento, cuando estaba borracha me daba todo igual, pero ahora claramente no. ¿Cómo lo miraré a la cara? Y es que, me subí encima de él, nos besamos, y yo estaba apunto de quitarle su camisa. Estaba vuelta loca. Cabe mencionar que sus besos, eran maravillosos, eran como estar jugando en el cielo y en el infierno al mismo tiempo. Además, teníamos una conexión increíble. Encajábamos a la perfección. Como un puzzle. Tengo que admitir que a veces, en fiestas, me he besado con chicos, y puedo jurarlo por mi familia entera, que con ninguno de ellos, obtuve la conexión de anoche con Isaac. NINGUNO. Con eso digo todo. Mamá está donde Alan, y no me han llamado, pero no me causa problema. Sé que la están pasando genial, y me alegra un montón eso. Me levanté de la cama porque mi estómago crujía fuertemente. Tenía hambre, y mucha. Se me antojaba uno de mis cereales favoritos, así que baje las escaleras hasta llegar a la cocina. Al parecer, Isaac no estaba. Y para mi, era un gran alivio. Significaba tener que lidiar después con eso. Cuando llegué a la cocina, me acerqué a mi armario favorito, el que está lleno de gomitas, galletas, snacks, etc. Nada se iba a presagiar... ¡NO HABÍAN DE MIS CEREALES! Me quería morir. Lo único que quería era comer cereales, pero no cualquiera, sino, ESOS cereales. Entonces, pensé rápido. Subí las escaleras nuevamente, y me vestí sin importar la combinación. Luego, tomé de mi dinero, y bajé las escaleras. Así es. Salí y me dirigí a la tienda. Yo sólo quería mis cereales.
(...)
Entré a la tienda ignorando todo a mi alrededor. Yo sólo me acerqué al pasillo en donde sabía que estaban los cereales. Cuando llegué allí, comencé a revisar desesperadamente con la vista, estante por estante, hasta leer el nombre de Pillow's. Los tomé con rapidez y me dirigí a la caja para poder pagar. Pero para mi mala suerte, había una fila eterna. En fin, yo sólo la hice. Lo único que quería era llegar a casa y comer de mis cereales con leche. En eso, me quedé allí, esperando en la final, aburrida. Entonces, levanté la caja de cereal y comencé a leer detrás de ella, en donde decía de que estaba fabricado. Yo no entendía nada, sólo estaba aburrida esperando. Luego de leer absolutamente toda la caja, incluyendo las fechas de emisión y vencimiento, la bajé y lo vi.
El chico de la moto.
De los tatuajes.
El alto.
¡No lo podía creer! Era mi momento para hablarle. Y aún con más facilidad, ya que se encontraba enfrente mío, esperando en la fila al igual que yo. Estiré mi mano y le toqué el hombro. Él se volteó y me miró asombrado, al igual que yo.
-¡Hey! ¿Qué hay, Alexa?-dijo sonriendo.
-Todo de maravillas, ¿y tú cómo vas?
-Genial, ya sabes, comprando algunas cosas-dijo señalándome la caja de cervezas que llevaba en la mano.
Le sonreí alegre. Y es que estaba muy contenta de volver a verlo. La verdad es que creo mucho en el destino, y definitivamente este chico tenía que estar en mi vida. Sino, no se me hubiera presentado de nuevo en el camino. Es como si me hubiesen dado una nueva oportunidad para poder conocerlo.
-¡Nunca pregunté tu nombre!-dije seguido de una risa nerviosa.
-Dante.
-Lindo nombre-dije dándole una sonrisa amable.
-¿Sabes? Deberíamos salir un día de estos.
Abrí los ojos sorprendida. No lo podía creer. Lo dijo fácilmente, sin rodeos.
-¡Sí! Estaría genial.
-¿Hoy, a las siete?-me preguntó sonriente.
-Vale-respondí.
-Vale, dame tu número y yo te llamo para que nos pongamos de acuerdo.
Asentí y le fui diciendo mi número poco a poco, mientras él anotaba en su móvil. La verdad es que la fila no avanzaba mucho, lo cual me alegraba. Así teníamos más tiempo para charlar. Aunque debo admitir que no podía dejar de pensar en Isaac. De vez en cuando invadía mis pensamientos. La verdad es que siento que debo conocer a más gente, ya que él suele salir con muchas chicas. No quiero enamorarme de alguien así. Quiero distraerme. ¿Y qué mejor que con Dante?
-¿Listo?-le pregunté para saber si ya había terminado.
-Sí, genial.
En eso, comenzó a avanzar la fila. Era el turno de Dante, así que nos despedimos amablemente y yo me quedé esperando mi turno. Hoy saldría con Dante. Alexa y Dante. ¿En una cita? Ni idea. Lo que sí sabía, era que sonaba re bien nuestros nombres juntos.
(...)
Llegué a casa, y la verdad es que aún no estaba Isaac allí. Ya se me hacía extraño, pero en fin. Me acerqué a la cocina, tomé un plato y le coloqué de mi cereal y de la leche que saqué del refrigerador, para luego guardarla. Llevé una cucharada a mi boca, y juro que en ese mismo momento sentí una alegría de otro planeta. Tenía tanta hambre y ganas de comer de estos cereales. Me senté en la cocina y me quedé allí a comer. Mi mente estaba siendo ocupada el 80% en Isaac y el 20% restante en Dante. La verdad es que lo del beso aún no lo podía olvidar. No sabía porqué nos habíamos besado. Quizás sería una más del montón, o quizás no. Y lo de Dante, me llama mucho la atención. Se me cruzó nuevamente enfrente, y algo debe significar. Quizás será una persona importante en mi vida. Pero algo que si tenía claro, era que tenía muchas ganas de conocerlo. Cuando terminé de comer, me hice una coleta y salí de mi casa. Tenía que ir a la heladería a trabajar.
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Los besos de Isaac no me dejaban en paz. Mi mente sólo pensaba en eso. Caminaba y caminaba, con la mente en mi lugar preferido. En sus labios. Él parece perfecto. Ojos maravillosos, personalidad para derretirse, cabello desordenado, rudo, y el chico de los mejores besos. ¡Ay Dios mío! Me sentía afortunada por tan sólo haber tocado sus labios. Aunque sé que debo ser más difícil. Digo, muchas chicas se vuelven locas por él, y yo debía destacarme entre ellas. Llegué a la heladería, y apenas abrí la puerta, sonó la campanita, indicando que ha llegado alguien.
(...)
Hoy tuve que trabajar hasta las seis, ya que el otro día había trabajado sin parar. Fue como una recompensa que me dieron. Estaba en mi cuarto. Me encontraba muy cansada. Es bastante difícil hacer el trabajo de mesera, ya que debes atender a todos, que ninguno se te vaya de la mente, llevar los pedidos adecuados, y la parte más difícil... No se te pueden caer. Y es que es una mierda, porque te entregan una bandeja redonda, en donde debes poner los platos, los vasos, los utensilios y todo. ¡Es muy difícil!