Última cena.

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Nos encontrábamos comiendo comida china. Así es. Estábamos los cuatro sentados en la mesa. Felices y a la vez apenados.

-¿Estás seguro? -preguntó mi madre.

-¡Mamá! Es lo que siempre he deseado. Y los llamaré dos veces al día. Se los prometo -dijo mi hermano sumamente emocionado.

Su nombre es Alan, tiene quince y siempre hemos sido inseparables. Alexa y Alan. Como un pack.
Mi madre tomó la decisión de enviarlo de intercambio donde él quisiera, pero no muy convencida. Él estaba sumamente feliz, era lo que más quería, pero ella no del todo, ya que es algo sobre protectora.
Tenerlo un año fuera, sí que sería fuerte. Lo extrañaré un montón. Y también, una de las cosas más difíciles es que, llegará un nuevo chico, a cambiar con mi hermano. Él se va a su casa y él se viene a la nuestra. No nos han dicho nada de él. Pronto le informaran a mamá. Espero que no sea un niño desordenado, porque Alan no lo es en lo absoluto. Papá es uno de los más afectados con que Alan se vaya. Juntos hacen todo, van a ver los partidos de béisbol, ven películas, hacen karaoke cuando mamá y yo no estamos, y les encanta ir a la pizzería. Con mamá vamos a ver las carreras de auto, vamos a bailar de vez en cuando y vamos a la tienda de mi tía. Una heladería. Exquisita por cierto.

-¡Entonces hagamos un brindis, por el pequeño adulto! -sonreí mientras alzaba mi taza.

-¡Salud! -dijo mamá y papá.

-¡Salud! -dijo Alán.

Mañana Alan se iría, y mañana mismo llega el desconocido. Ya me imagino un niño de ocho años muy, muy desordenado. Tendré que lidiar con aquello. Y claro, no dudaré en decirle que se comporte de manera adecuada, porque me molesta un montón los que son falta de respeto y los que desordenan todo.
Extrañaré un montón a Alan. Lo amo con mi vida. Después de todo, es mi hermanito menor. Aparte, soy dos años mayor, y cuando tenia quince, era una rebelde total. Salía a fiestas sin permiso, me escapaba cuando quería y todo aquello. Y sé qué Alan no es rebelde, pero de vez en cuando le da por escaparse, y bueno, yo me involucro. Si quiere ir a una fiesta, yo lo voy a dejar. Claro, sin que sepan mis padres. Y todo eso porque lo amo un montón.
Me preocupa el trato que recibirá allá, si se preocuparan de él, si lo querrán. Se me pasan mil cosas en mente, y solo deseo una; que sea muy feliz.

(...)

Estaba acostada en mi cama. Todo estaba obscuro, pero la luna iluminaba levemente mi habitación. 2:30 am. Yo era el insomnio hecho persona. No podía pegar ni una sola pestaña. Entonces, me di cuenta de que era el momento perfecto para poder reflexionar, analizar y comprender ciertas cosas de mi vida. Ya sean cosas que han ocurrido, como cosas que pueden estar por ocurrir. Había algo que me generaba mucho miedo, porque es desconocido. Y es el tema de mi hermano. Jamás he estado separada de él más de una semana, y no sé cómo tomaré este año entero sin su compañía. Es como que arrancaran descabelladamente una parte de mi. Y no sólo eso es lo peor, también es que vendrá alguien extraño, alguien que jamás en mi vida he visto, que no conozco ni su nombre, ni su edad, pero puedo suponer que es un pequeño de ocho años. Y con puedo suponer, me refiero a que me guíe porque hace un par de noches soñé que venía un niño, y la verdad es que deseo con todas mis fuerzas de que no sea así. Y si es que es así, espero que sea un gran apoyo para esta familia. Aún no supero que en la mañana mi hermano se vaya. Por lo tanto, me levanté sigilosamente, para no despertar a nadie, y me dirigí al cuarto de Alan. Abrí suavemente la puerta y lo vi ahí,durmiendo, descansando, plácidamente. Y se podía sentir el ambiente cálido. Veía en su rostro dormido que estaba muy feliz. Su sueño siempre fue salir del país para aprender, y al fin lo cumpliría. Me acerqué hasta llegar a su cama, y noté que estaba durmiendo en un lado, y el otro lo tomé yo. Nos cubrí bien con la ropa de cama, y lo abracé. Disfrutando por última vez la compañía de mi pequeño hermano.

(...)

Desperté porque mi hermano me estaba hablando, pero como estaba algo atontada por el sueño, no entendía lo que me decía. Fruncí el ceño. Me molestaba la luz, además tenía mucho sueño.

-Vamos a tomar desayuno antes de irnos al aeropuerto -dijo sonriendo.

Abrí los ojos de un solo golpe. Y lo vi ahí, parado, sonriendo ansiosamente, y recordé que hoy se iba. Hoy iba en busca de nuevos horizontes. Hoy iba en busca de nuevas posibilidades para su futuro. Y eso me llenaba de alegría, aunque a la vez tristeza, porque sabía que no estaría conmigo. Aún así, dejé mi egoísmo de lado, y pensé en él, en que era lo que realmente era bueno para él. Y la verdad es que esta oportunidad es única. Le devolví la sonrisa y me levanté.
Mientras él se iba de la habitación, yo estaba ansiosa, espero que le vaya maravilloso.
Fui al baño para lavarme la cara y los dientes. Mi pelo amaneció lindo. Luego, bajé y ya estaban todos sentados en sus puestos. Había mucha comida. Alan estaba súper ordenado, y tenía constantemente una sonrisa muy amplia en su rostro. Me gustaba verlo así. Feliz. Caminé hasta llegar a mi sitio, y me senté.

-Buen día-dije amablemente.

-Buen día, Cariño-dijo mamá.

-A las nueve debemos irnos al aeropuerto -dijo mi hermano, sumamente contento.

-Te voy a extrañar-dijo papá.

-Todos te extrañaremos, Alan-dije y luego nos paramos todos para abrazarnos fuertemente.

Entonces, todos, por instinto, alzamos nuestros vasos, algunos con jugo y otros con agua, y los levantamos para hacer un brindis por el pequeño adulto.
Fue un momento muy lindo, y el último en un largo tiempo.

(PAUSADA) El idiota de intercambio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora