Tras el intercambio de Alan, el hermano de Alexa, llega un nuevo chico a vivir con su familia. Isaac, un joven totalmente apuesto, pero un completo idiota rodeado de problemas. Alexa e Isaac, dos personas muy diferentes, pero con un sentimiento en c...
Había estado toda la tarde pensando en si decirle a Isaac o si callar hasta irme. Movía la carne de un extremo del plato al otro, con mis pensamientos en la nubes. No había dado ni un mordisco y la verdad es que no tenía hambre. Isaac no estaba en casa, lo cual me facilitaba de cierta forma tomar una decisión, porque al momento de verlo, el mundo se me desmoronaba al instante.
-¿No te gustó la carne?-preguntó mamá preocupada.
-¿Qué? No, digo, sí, me gustó, es sólo que...
-Estás pensando en el viaje, ¿no es así?-preguntó interrumpiéndome.
-¿Mamá?-solté de pronto.
-Dime.
-¿Te has enamorado alguna vez?-pregunté curiosa.
Ella me miró con el ceño fruncido. Le había tomado por sorpresa esa pregunta, pero la verdad es que se me hacía bastante interesante. Quizás podía explicarle mi situación y me entendería. O quizás no era relevante hacerlo, porque podría desatar una cadena de problemas.
-¿Por qué lo preguntas?
-Sólo pregunto-respondí.
-Sí, por supuesto que sí-respondió mientras sus ojos brillaban.
-¿Y qué se siente?-pregunté apoyando mi cara en mi mano.
-¿Que cómo se siente? ¡De lujo!-dijo riendo.
-¿Cómo sé si estoy enamorada...?-pregunté sin pelos en la lengua.
-Pues... Si piensas todo el día en él, en su forma de ser, si piensas en él en los buenos momentos, no sólo en los malos. También si cuando lo ves te emocionas, te brillan los ojos, o cuando de vez en cuando te pones a hablar de él sin darte cuenta. Cuando caminas por la calle, lo recuerdas, y sonríes de la nada como la persona más feliz del mundo. Si cuando lo miras tus piernas se comienzan a estremecer sin parar. Si quieres que en cada momento de tu vida esté presente. Si no ves un futuro sin estar a su lado, o si te proyectas con esa persona... Esas son unas cuantas cosas, pero es una sensación increíble-dijo suspirando.
-¿Como si tocaras el cielo...?-pregunté recordando a Isaac.
-Es estar en el cielo y en el infierno al mismo tiempo-soltó sabiamente.
Me quedé analizando esa frase por un momento y sonreí inmediatamente. Me hacía mucho sentido. Y eso me hacía sentir Isaac. Me hacía estar en ambos polos al mismo instante. Él era ambos polos. Era ternura y frialdad. Era amor, pasión, peligro y diversión. Era preocupación y relajación, todo, absolutamente todo al mismo tiempo. Pero si tenía algo que era definitivo... y es que siempre sería el amor de mi vida. No podía entender ni imaginarme mi futuro sin él. En ningún momento me puse en un caso y me vi sin su compañía. Tenía un caos mental. Discutía conmigo todo el tiempo, entre sí debía perdonarlo o seguir adelante con mi vida e intentar superarlo, pero me daba miedo intentarlo. ¿Realmente me funcionaría o sería como las típicas personas que tienen un amor de la vida, pero no pasan su vida con ellas? Sólo lo descubriría si me arriesgaba y seguía adelante, pero es que ni siquiera quería saberlo o intentarlo. Entonces recordé esas veces en las que me quedé dormida en su pecho, sintiéndome segura, sana y a salvo.
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