Mi alarma suena y al ver la hora son las siete de la mañana. Sé que tengo que levantarme porque quiero aprovechar mi día así que opto por hacerlo antes de quedarme dormida de nuevo. Miro a mi alrededor y todo está hecho un desastre, aún no hemos terminado de desempacar, que hay ropa tirada por todo lado. Me dirijo hacia la habitación de Sebas para ver si ya ha despertado, ni si quiera me molesto en ir a la de Mar porque seguramente sigue durmiendo.
—Buenas —le digo a Sebas aventándome a su cama.
—Buenos días—responde mientras está en el móvil.
—Voy a ducharme y luego iré con mamá para desayunar. ¿Vas conmigo o esperas a Mar?
—Creo que voy contigo, esa mujer despertará como a medio día seguramente.
—Entonces, dúchate para que nos vayamos.
Hemos llegado a la cafetería y mamá se encuentra con Dani atendiendo a unas personas, Sebas y yo los saludamos y nos preparamos un café, Dani decide acompañarnos.
—Y bien, ¿qué te pareció el partido de ayer? —Dani le pregunta a Sebas mientras yo me aproximo a la mesa.
—¡Excelente! Pero si eres genial jugando, hermano. Los pases, muy, muy buenos —responde Sebas chocando puños con Dani—. Pero creo que a Alex le ha parecido mejor el entrenador.
Me atraganto con la taza aun en los labios. La bajo y limpio el pequeño desastre que causé.
—¿¡Qué estás diciendo!? Estás loco —Ambos ríen porque saben que es verdad.
—Pero si se les caía la baba por él —Sebas pone los ojos en blanco.
—Te invito a mi entrenamiento hoy, y claro, a ti también Sebas, así Alex puede ver más de cerca al entrenador —dice Dani mirándome. Lo miro con fastidio.
—Paso, hoy Mar y yo queremos salir a dar una vuelta —. Por supuesto que no tienen planes, solo lo dice para que yo vaya sola, pero ni crea que lo haré—, pero Alex estará encantada de acompañarte.
—No, no, yo prefiero quedarme en casa desempacando —digo mientras niego con la cabeza.
—Alex por favor, vamos, es que hoy iré solo. Casi no nos vemos, compartamos tiempo como hermano y hermana, ¿sí? —hace el mismo gesto de convencimiento que hacía cuando era pequeño.
—Ya va, ya va, está bien. Solo porque sé que tienes razón.
Llegamos a la cancha donde Dani suele entrenar. El equipo ya está aquí pero el entrenador aún no llega, al parecer es muy impuntual porque la práctica comienza a las dos y ya son dos con quince.
Los chicos comienzan a calentar por si solos, parecen ser muy disciplinados porque nadie les ha dicho que comiencen y ellos ya lo han hecho.
Al cabo de unos diez minutos más, el entrenador aparece. Yo me encuentro en las gradas resguardándome del caliente sol, llevo puestas mis gafas oscuras, el cabello atado en una coleta y un gran arrepentimiento de haberme puesto jeans.
—Muy bien chicos, me alegra que ya hayan comenzado, por eso y sin duda son los mejores —el entrenador junta ambas manos para dar un grito dirigiéndose a los chicos, quienes lo saludan desde lejos.
Lleva una gorra puesta, playera negra y unos pants deportivos, también tiene un tatuaje en el brazo, no logro descifrar que es. Intento ignorarlo y mejor me pongo a contestar un par de correos en el celular.
Al levantar la mirada veo a Dani jugar, el entrenador los ha dividido en dos equipos y están simulando un juego. A él lo busco disimuladamente con la vista pero aparentemente se ha perdido porque no alcanzo a verlo.
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Yo soy Alex (EN CORRECCIÓN)
Teen FictionEstoy sentada en la sala de espera de la clínica. ... Hoy por fin es el tan esperado día. Por fin, después de 20 años seré quien realmente quiero ser. Un chico está sentado a lado mío jugando con su teléfono celular. -Entonces, ¿esperas tu turno o...