LO SIENTO

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Luke

Algo me olía muy mal.
No había visto luces y lo de que la llave estuviera en la puerta tirada me removía.
No quería hacerla sentir mal y decirla que era probable que no hubiera nadie.

Tomé su mano y la guié hacia dentro.

—¿Nick?—preguntó Triana al cruzar la puerta.

Al no recibir una contestación se encaminó por las habitaciones.
No había muchas cosas, ni muebles, ni mucho más que un par de estanterías blancas mal construidas y rasgadas por el uso intensivo de las mismas.

Un pequeño cuadro colgaba de la pared principal del salón que lo determiné como living por el tamaño ya que no había ni rastro de muebles. Sólo un cuadro con una foto de un señor mayor y una niña, en una habitación vacía.

—¿reconoces? —dije quitando el cuadro de la pared—Laila Donovan, es un nombre precioso, ¿crees qué podría tratarse de alguna familiar tuya? —ella negó y cogió la foto de mis manos

—esa niña soy yo—su padre era super guapo y parecido a la luchadora. Mismos ojos, mismo pelo e incluso misma sonrisa picarona.

Pero en la casa a parte de ese pequeño retrato no había ni pista de su padre.
El mensaje era falso o simplemente la persona remitente conoció a Nick en otra época de su vida, cuando aún vivía aquí.

Por lo demás el departamento era grande y bien cuidado.

—quizá veamos algo en el patio—ella asintió y caminó disgustada al jardín trasero.

—guao, está plagado de rosas, se me hacen raro porque este tipo de planta necesita muchos cuidados—dijo cuando vimos una especie de círculo en la hierba con dichas flores.

—quizá la persona que me mandó el mensaje no se equivocaba y él vivé aquí—yo agaché para ver si las flores tenían el agua reciente. Y un cacho de asfalto me sobresaltó—mira esto, ¿qué pinta un trozo de asfalto en un jardín tan bonito? —moví un poco las flores con cuidado de no pincharme.
Parecía una inscripción—quizá sea decoración—
Una N, una i, una c, una k.
Nick Donovan

—Luke—me llamó la luchadora tendida en el suelo. Yo me acerqué a ella corriendo—no, no... —balbuceó. La abracé con fuerza, mucha. Algo malo había pasado pero no sabía el qué—no es decoración, es una tumba—me tiré al suelo con ella sin pensarlo—es la tumba de mi padre—aguanté en el suelo esperando a que ella fuera capaz de volverse a poner en pie.

—lo siento. Aunque sorprendentemente no es reciente, murió hace unos cuantos años. Hace trece para ser exactos—sin embargo aunque para Triana hubiera acabado todo, las flores me desconcertaban. Si el llevaba muerto tanto tiempo, ¿Quién regaba las flores? Quizás la misma persona que me había mandado la dirección.
Quizás quería que fuera esto lo que encontrasemos.

Entré a la casa y dejé a Triana contemplar la lápida a solas, era lo mejor que podía hacer en esos momentos.

Abrí todos los cajones. Si había un informe médico a su nombre quizá hubiera dos.

Me pasé un buen rato mirando con atención los pocos muebles de la casa hasta que di con algo.

Suicidio con nota de suicidio.

Lei con detenimiento, vi fotos que me removieron y luego tomé el apartado de "pistas".

Lo cogí con cuidado y tan sólo había un papel, escrito a tinta negra que parecía de pluma.

Para mí hija Laila Donovan.
Aunque duela no sé ni si quiera si te llamarás así aún.
Seguro que si esta carta ha llegado a tus manos por una razón u otra te has enterado de mi muerte o mejor suicidio.

Desde que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora