EQUIVOCADOS

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Triana

Luke y yo estábamos en el coche hacía un rato, directos al piso de este con el fin de recoger a las dos niñas.

—muchas gracias por todo lo que haces por mí—dijo apoyando su brazo en mi pierna.

—vamos, no seas idiota, si tuviera que darte yo a ti las gracias por cada vez que me salvas el culo no acabaría jamás.

—vamos—al aparcar me dio la mano—en estos días te has transformado en una persona en la que confiar, con la que llorar, con la que reír, con la que compartir tiempo. Te has convertido en mi mejor amiga—Le miré a los ojos. Nadie me había dicho algo tan bonito jamás.

—¿ah sí? —dije haciendo como si lo que hubiera dicho no me afectara en absoluto—pues guay.

—eres tan... Tú... No te entiendo—dijo finalmente andando un poco más rápido hacia su portal.

—¿te has enfadado? —negó.

—no me puedo enfadar contigo

—¿entonces? —sentía que no hacía más que dañarle con mi forma de ser repulsiva pero tampoco era capaz de cambiarla.

—entonces da igual—sonrió, pero sabía que algo le había dolido. Era una maldita estúpida. Él lo dejaba todo por mí y yo lo jodía todo por mí, solo yo, nadie más. Así funcionaba mi mundo desde que tenía memoria.

—por fin—fue lo primero que dijo su hermana cuando ambos cruzamos la puerta. Estaba de brazos cruzados parecía molesta e incluso irritada.

—hubo complicaciones—explicó Luke con su voz dulce.

—me la suda, no puedes tenernos aquí como si te importasemos una mierda—Le gritó su hermana de forma que me dolió hasta a mí.

—ya está—dije girando los ojos—vestiros, vamos a cenar con James y Casandra—ambas se miraron y me obedecieron sin poner pega alguna.

—no sé como lo haces—se carcajeó el periodista—llego a ser yo el que las dice de vestirse y ya estaría enterrado.

—a veces es mejor ser borde. Al fin y al cabo sólo es una niña perdida esperando a que tú la enseñes el camino—dije sentándome en el sofá como si de mi casa se tratase.

—y si te digo que yo estoy tan perdido o incluso más que ella—tomé su mano delicadamente.

—entonces debes encontrarte a ti primero para luego encontrarla a ella—se sentó en el sofá junto a mí.

—tengo miedo—susurró apoyando su cabeza en mi hombro con cuidado.

—lo sé—hice pequeños círculos en su cabeza para darle seguridad. No sabía como decirle que tenía mi apoyo, pero podía hacérselo saber.

Las niñas bajaron vestidas. Maravilloso. Cada una iba vestida de un estilo totalmente diferente. Arlet llevaba una falda corta y una blusa. Naima llevaba unos vaqueros más que rotos y una camiseta con escote rasgada. Incluso en el maquillaje eran tan diferentes, la primera usaba la gama de rosas y la otra todos los colores oscuros.

—¿listas? —ambas asintieron conformes.

—muy guapa, Arlet—la piropeó Luke mirándola de arriba abajo orgulloso—muy acertada—yo giré los ojos.

—oh, vamos—tomé su mano y puse a su hermana enfrente—tú hermana es preciosa, ¿Necesitas que la alumbre con un foco para que lo veas?—miré a la morena—estás preciosa, es más, ambas lo estáis, por igual.

—tienes razón—aceptó finalmente.

****

—Luke, tenemos que hablar

Desde que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora