SIN CORAZÓN

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Luke

Una semana después...

Llevaba una semana completa a solas con Mónica en casa y con las dos niñas.
Había sido como una reunión familiar sin fin. E incluso habíamos hablado de adelantar la boda con el fin de que más gente pudiera asistir.

Respecto a Triana no la había visto, desde aquella noche se la había pasado en su casa o no. Pero no había hablado conmigo para nada y eso en parte me preocupaba.

Teníamos vacaciones en la universidad y ese era mi momento favorito.
Mis notas habían sido excepcionales por mis prácticas con el periódico y Mónica también había sacado unas super notas.
Habíamos hablado de ir a la playa en familia y la verdad la idea me parecía perfecta.
Coger un tren y viajar a la costa era algo que sin duda merecía la pena hacer, pero antes necesitaba saber que había sido de la luchadora.

—mi amor—Mónica cogió mi cara entre sus brazos e inconscientemente cerró los ojos. Yo no era capaz de ese gesto tan simple.

—buenos días, pareja—saludó Naima energética.

—¿hoy también te largas con el tal Marcos?—preguntó Mónica amablemente.

—a ti no te importa—yo abrí mucho los ojos y la obligué a callarse.

—no seas así con ella—Naima últimamente la atacaba mucho pero como normalmente andaba fuera de casa su minidisputa no influía en nada.

Cogí mi teléfono. Había escrito al número que me había dado la dirección de la tumba de Nick en busca de respuestas, pero nada.
Como digo habían sido casi siete días increíblemente normales.

Desconocido: ya sabéis que el papá de Laila está muerto, lo siento.

Parecía que ese número sabía más de Triana de lo que parecía.

Yo: ¿hay alguna forma de que quedemos para conocernos en persona?

Desconocido: acepto, en media hora en el link que te voy a mandar.

Yo lo miré. En media hora en metro llegaba más que de sobra. No estaba seguro si avisar a la luchadora iba a ser buena idea. Prefería ir yo.

—Mónica, cariño, debo excusarme unas dos horas—ella miró el reloj que residía en la pared.

—¿no te parece mucho?¿A dónde vas? —yo giré los ojos.

—Mónica es importante, en serio—no necesitaba su permiso. Me iba a ir sí o sí pero al menos debía informarla.

—está bien

*****

Me sorprendió el lugar escogido. Era una cafetería mal decorada en medio de la carretera. Ni si quiera estaba seguro de que perteneciera a una ciudad concreta.
Entré, pedí un café solo y me senté en una mesa de dos, más apartada.

—Luke—yo miré a la chica. Era la mujer que vimos cuando empezamos a buscar al señor Donovan. Allí es donde encontramos el historial médico de este—estoy aquí para contarte toda la verdad—agité la mano para que continuase—yo y mi hija vivíamos junto a mi marido en una casa de las afueras cuando a mi hija le diagnosticaron cardiomiopatía, es una enfermedad que debilita con el paso de años el músculo del corazón. Tenía tan sólo diez años cuando la dijeron que se iba a morir.
Cuando mi marido se enteró de la cantidad indecente que debíamos pagar por su tratamiento nos abandonó. Nosotras eramos económicamente dependientes de ese señor. Pasamos meses de puro estrés, vivíamos casi en un edificio en ruinas. Yo tenía tres trabajos con el fin de pagarle ese tratamiento—era una historia horrible y desgarradora, me estaba doliendo pensarlo. Una madre con una niña al borde de la muerte—a penas nos llegaba para poder sobrevivir.
Cuando llegamos a un hospital con la cantidad de dinero inicial nos dijeron que eso no requería de metálico si no de un trasplante de corazón.
Mi hija se moría. Y no habia cura. Nuestro grupo sanguíneo es poco frecuente y no encontraban donante.
Nick era médico sin fronteras voluntario y cuando le contamos nuestro problema buscó por medio mundo ayuda, pero no fue capaz de encontrar nada—yo respiré. Algo me decía que el final de esta historia no me iba a gustar—en una de las pruebas que Donovan se hizo salió que él y mi hija eran compatibles. En una de nuestras charlas me contó que tenía una niña pero que no le necesitaba y que si algún día le buscaba, nosotras ayudasemos.
Se fue a una cabaña en medio del bosque y recibieron una llamada de emergencias. Lo siento, Luke—la chica me dio la mano y apretó fuerte—él se había ahogado y se había encerrado en un alcón* para conservar su corazón. No era lo que yo quería pero era irreversible, no podía quitarle la vida a mi hija y devolvérsela a él—abrí los ojos como platos—ella estaría muerta hoy si no fuera por aquel buen hombre. Yo me encargo de regarle las rosas de encima de su tumba, eran sus flores favoritas. Tan delicadas a la vista pero si las tocas, te pinchas. Así me dijo que sería su hija— sonreí con la lágrimas en los ojos. Triana merecía saber que su padre era un héroe y que sus decisiones habían salvado una vida.

Desde que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora