ACLARACIONES

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Triana

Estaba tumbada en el sofá junto a Naima.
Ella se había quedado dormida así que decidí irme a buscar a Zac, aún me quedaban preguntas por hacerle, quería que me dijera toda la verdad.

Fui a la habitación de Millan y antes llamé a la puerta para evitar futuros traumas.
Al entrar mi primo estaba tumbado junto a Ian viendo una serie o una película en Netflix.
Eran completamente adorables.

—Millan—al escuchar mi voz, dirigió la vista del telivisor hacia mí—me voy, Naima duerme en el sofá, si os vais a ir, antes despertarla—asintió y volví a cerrar la puerta dejándola como estaba.

Crucé el salón procurando hacer poco ruido y salí por la puerta.
Arranqué mi moto y fui directa a casa de Zac. El camino se hizo ameno y en nada había llegado.

Llamé al timbre y mi ex mejor amigo me abrió con una sonrisa.

—¿cómo estás? —preguntó cariñosamente.

—bien, gracias—me hizo paso y los dos nos sentamos en su sofá—quiero saber quien era aquella chica. Solo podríamos volver a ser amigos si me dices toda la verdad

—oh vamos, Triana, eso que más da—crucé mis brazos y le miré de mala gana. Me puse de pie y amenacé con cruzar la puerta que llevaba de vuelta a mi moto—no te vayas—yo me volví a sentar preparada para escucharle.

—quiero la verdad, Zac

—entré en la droga porque se murió alguien importante para mí. Esa persona quería mucho a la chica con la que estaba saliendo, cuando murió, yo pensé que lo más maduro sería continuar con lo que esa persona quería. Pero no podía olvidar tú existencia, a ti te quería y ella era solo una promesa—suspiré y le di pie para que continuase—te prefiero a ti, por el amor de dios

—cuando estábamos juntos no mencionaste lo de la muerte y menos lo de que había otra, me rompiste el corazón, ¿sigues con la chica?—él asintió y yo abrí mucho los ojos—¿Quién es?—Zac agachó la cabeza—¿Quién? —repetí y él negó de nuevo—¿Zac? —dije aún más enfadada.
Necesitaba que después de tanto tiempo me dijera la maldita verdad en su totalidad.

—Emily—me puse en pie de golpe y le miré a los ojos.

—¿la agente de la compañía de Marie? —asintió.

—por eso me despidieron—admitió al fin.
Como había sido tan estúpidamente tonta.
Siempre se rozaba el corazón y señalaba a la zona de los camerinos, la única que siempre asistía a todos los eventos y la única que se hayaba cerca de ahí, era ella.

Me levanté y salí por la puerta de casa de Zac y caminé a mi antigua compañía. Iba a despelucar a esa puta.
Le hablé de Zac y no fue capaz ni de decírmelo y lo peor de todo, me caía bien y la consideraba una amiga, no se ocultan cosas a tus amigas.

Aparqué sin mucho cuidado y crucé la recepción.

—hola Triana Rey, es un verdadero plac... —la mandé callar y crucé la recepción sin ningún permiso.
Aporreé el camerino de Blair y al fin de un rato salió la que me pareció Diana. Hacía tiempo que no la veía.

—hola—me abrazó con fuerza—me voy a casar—me enseñó un anillo y la abracé aún más fuerte levantandola del suelo. Me alegraba ver que al fin había asentado cabeza y me parecía aún mejor que la compañía la hubiera vuelto a contratar—¿a quién buscas?

—a Blair y a Emily—ya que estaba, quería saber que había hecho la primera con la carta que tenía pensado quemar.
La película de A tres metros sobre el cielo, me enseñó que las únicas cartas que llegan a su destinatario, verdaderamente, son aquellas que quemas. Y es lo que pensaba hacer con esa pequeña frase.

Desde que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora