Triana
—ahora es tu momento—eso me había dicho Luke desde que nos habíamos aproximado a casa.
Había llamado a Evan para decirle nuestra posición y que viniera a recogerme.Aparcamos y no le vi, cosa que me tranquilizó bastante. Ahora tenía el tiempo para ser sincera.
—te quiero—él sonrió
—ves, ya te sale natural —me contestó, pero era ahora o nunca.
—no, te quiero a ti, Luke—él me miró trastocado, no sabía que decir. Y después de tanto vivido a su lado esperaba que fuera correspondido. Me trataba mejor que nadie en mi vida y me había ayudado como nadie.
—Triana... —dijo suavemente, dolorido—Evan te está esperando y creo que Mónica a mí—guao, ¿qué mal no? Esperaba otra clase de respuesta. Acababa de ver como Luke bajaba la cabeza y me rechazaba, nadie lo había hecho jamás.
Quizá ese fuera el problema, él no es ni será como los demás, nunca. Además soy gilipollas, se va a casar y va a tener una hija y yo pues sólo, no formo parte de su vida, no lo he hecho, ni lo haré jamás.—estaba ensayando por última vez—dije falsamente
—claro—caminó un par de pasos y luego se giró de nuevo—suerte aunque no la necesitas porque sé que él te ama tanto como tú a él.
Finalmente salió del lugar, confuso pero seguro de sí mismo, cosa que me encantaba. Los chicos a los que había conocido no tenían esa seguridad. Todo de ellos se encontraba en los músculos definidos, nada de neuronas, de ingenio, en su general, nada de pensar.
—hola Triana, ¿cómo estás? —me abrazó y rozó mi herida.
—auu
—joder, lo siento—dijo preocupado, apartándose—siempre la cago
—no importa, está bien
—¿quieres hacer algo? dar una vuelta, tomar algo, ver una peli—negué y me toqué la cabeza—¿qué te duele?
—todo—miré el suelo nerviosa.
—¿te llevo al médico?
—como si eso fuera a servir para algo—me miró calmado intentando adivinar con la mirada lo que mi boca callaba.
—ven, te quiero enseñar algo—cogió mi mano y tiró de ella.
La tarde caía dejando paso a la noche poco a poco.
Me cogió la mano y me pareció curioso como su mano grande y fornida quedaba al lado de la mía, delicada y pequeña.—parecemos la bella y la bestia—dijo mirándo nuestras
—sí, yo soy la bestia
—que va, tú eres una princesa. Pero no me importa ser la bestia si tu eres mi bella—¿eso había sido un tanto cursi y vomitivo o habían sido imaginaciones mías? —¿puedo taparte los ojos? —yo tanteé el terreno y finalmente accedí.
Puso su mano con cuidado en mi cara y cubrió mis ojos azules.Caminamos un rato, no mucho y sentí que subimos como una colina.
Me sentó en lo que por el tacto supuse que era césped y me destapó los ojos.—¿de dónde viene tanta luz? —pregunté y él señaló una pequeña cueva, como un refugio.
Estaba plagado de luciérnagas que por la noche brillaban con fuerza—¿cómo has encontrado este lugar?—buscaba lugares bonitos donde sorprenderte y lo encontré—yo sonreí y me apoyé en una roca.
—no deberías ser así conmigo, yo no lo soy, ni lo seré.

ESTÁS LEYENDO
Desde que te vi
Novela JuvenilA Triana la dijeron de pequeña que si juegas con fuego te quemas y a Luke que si te metes en medio de una pelea clandestina acabas con un puñetazo en la cara. Un periodista, estudioso, responsable. Una choni, bruta, loca y con una empatia que roza e...