23

2.8K 467 108
                                    

Nam Joon yacía acostado en el césped de la cancha de fútbol junto a sus amigos. La jornada académica había culminado y ellos decidieron quedarse un rato a conversar.

Moon no los acompañaba. Ella aún no estaba dispuesta a volver a mirar de frente a Nam, y obviamente, eso lo tenía mal, aunque no más que el hecho de no recibir las respuestas de K.

Por lo menos Yoon Gi y Jimin no le molestaron al enterarse de que ya no buscaría más cartas a su casillero; en cambio, le prestaron apoyo, pues se percataron de que aquello le afectó.

—Chicos, iré por una soda. ¿Quién va conmigo?— invitó Ho.

Enseguida se le pegaron Taehyung y Jimin, dejando solos a Min y al Kim mayor en el grupo.

—Cuiden nuestras mochilas— pidió el de sonrisa cuadrada para luego salir corriendo detrás de los otros dos.

Una vez las tres figuras desaparecieron, el pálido se arrojó sobre el bolso de Jung, abriéndolo y sacando todo a su paso.

—¿Por qué le revisas?— le cuestionó el alto.

—Estoy seguro de que él se llevó el último paquete de gomitas.

—¿Y se lo vas a robar?

—Unos cuantos no más, no todo el paquete. Soy cruel pero justo.

Nam Joon rió.

Mientras su amigo rebuscaba en las pertenencias de Ho, él se acostó en la grama a revisar los talleres y evaluaciones calificadas de su amigo.

Pasaba hoja por hoja observando los errores, vistos buenos y correcciones de cada actividad; algunas veces reía por las locuras que colocaba aquel chico positivo mínimo al no saber las respuestas, pero en general iba complaciente en su balance académico.

Carcajeó al toparse con el dibujo de un ser raro que modelaba una máscara de caballo, parecía una caricatura. Abajo se leía la firma de la hermana de Ho Seok, la cual, según los datos, era la persona que dibujó tal adorable garabato.

Podía continuar riendo, pero uno de los papeles borró cualquier atisbo de comodidad.

Era un trabajo en binas en donde se leían como integrantes a Jung Ho Seok y a Kim Seok Jin, pero esos datos eran lo de menos, pues lo que captó la total atención del moreno fue la hermosa letra en rosa que tanto contempló en las cartas que K mandaba.

No era una equivocación ni una ilusión. Nam Joon había memorizado a la perfección los trazos del ser por el que estuvo esperando, y ahora los veía en otra hoja bajo el nombre de un tal Jin.

Su corazón latía desmedido por la gran posibilidad frente a sus ojos. ¿Habría encontrado a K? Pero si ese fuese el caso, ¿por qué Hobi nunca se lo dijo?

—¡Aquí están!— Yoon Gi extendió su brazo con aire triunfador. —¿A ti qué te sucede?— preguntó al descubrir a su amigo con semblante ido.

—¿Quién es Kim Seok Jin?

—Es un chico muy reservado. Tenemos varias clases con él y además es amigo de nuestro querido J Hope. Es un poco más alto que yo, posee una cara linda y tiene unos hombros igual de anchos que mi pene gordo.

—Eres un ordinario— soltó antes de que ambos estallaran en risas.

Esa noche Nam Joon casi no pudo dormir. Quizá se excedió con la emoción de haber dado con la identidad que tanto buscó. Desconocía las reacciones de su cuerpo, cuya totalidad hasta temblaba.

Ni qué decir del día siguiente cuando vio a Jung junto al posible K en la sección de lenguas extranjeras de la biblioteca. Su pulso se aceleró cual deportista extremo, más aún al acercarse al joven bajo la tonta de excusa de preguntarle por el libro. Sí, tonta, porque para nadie es un secreto que él maneja con dominio el inglés.

La descripción que le habían dado encajaba totalmente en el chico frente a él. Era muy diferente verlo a imaginarlo. Verlo resultaba mejor de mil y un formas.

Nam procuró no demostrar conocimiento alguno sobre las cartas. Se hizo el desentendido; sin embargo, Jin no parecía controlarse, pues el nerviosismo se notaba a leguas, cosa que le convenció más de que aquel hombre era K.

Tratando de no lanzar una pregunta que terminara por ahuyentar al pobre joven, optó por despedirse, dedicándole un disimulado guiño.

Aquella tarde, antes de partir a su casa le pidió a Ho que aguardara a que el salón desocupara. Y una vez sobraron los dos en la soledad del aula, Joon soltó la bomba:

—Tu amigo, Jin, es K. ¿Cierto?

—¿Qué?

—Que tu amigo era la persona con la que mensajeaba. ¿Sí o no?

—No entiendo.

—Por favor, responde con honestidad, por los años de amistad que nos unen. No te atrevas a mentirme.

—Joonie...— Jung apretó sus labios, su pie derecho golpeteaba la baldosa.

—Formularé de nuevo la pregunta: ¿Jin es K?

Silencio.

Ho Seok oraba para que eso fuera un sueño.

—¿Y?— el moreno le apuró.

—Él no…

—¿Por qué mientes?

—¿Si lo sabes para qué me interrogas?

—¿Entonces tengo razón?

Hobi abrió sus ojos sorprendido. Había caído.

—Sí— aceptó derrotado por su moral.

Nam Joon no se enojó, por el contrario sonrió y le abrazó.

Decidido, dictaminó que Seok Jin debía prepararse, porque lo seguiría viendo repetidamente.

Cartas a Nam Joon (Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora