Capítulo 1.2: Él 7º imposible

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Recordemos todo hasta ahora, solo hace unos momentos la hermana menor de Jeremy, Maritza estaba golpeándolo y el amigo de esta un fornido chico de nombre Cesar lo sujetaba inmovilizándolo. La otra chica de apariencia rebelde llamada Lucy, agarró a la brigadier Yesenia que había venido a reprenderlos, mientras que el hermano de Jeremy, Gregory estaba por meterle mano a esa pobre chica y, por otra parte, Denis el lacayo de este grupo miraba en la entrada que nadie se acercara.

De repente, una luz dorada emergió del suelo, cegándolos por unos segundos. En el siguiente instante, se encontraban en lo que parecía ser una misa ritual. Un grupo de ancianos con túnicas extravagantes murmuraba en un idioma extraño, mientras, desde una posición elevada, unas figuras que parecían ser reyes los observaban con atención.

«¿Qué carajo acaba de pasar?», pensó Jeremy, intentando asimilar la situación.

Delante de ellos se encontraba una joven de aproximadamente 25 años. Su cabello ocre, con tonos claros, enmarcaba unos llamativos ojos morados. Vestía un delicado vestido blanco, casi translúcido, y en su espalda brillaba tenuemente un halo dorado que parecía apagarse lentamente. Su cuerpo denotaba agotamiento; jadeaba con dificultad mientras intentaba sostenerse en pie. Apenas pudo dar unos pasos hacia ellos antes de desplomarse de rodillas.

Jeremy se liberó del sorprendido César y corrió hacia la chica para socorrerla, al notar que no podía sostenerse por sí misma. Sin embargo, apenas se acercó, varios guardias avanzaron hacia él con actitud amenazante. La joven, no obstante, hizo un gesto con la mano, indicándoles que todo estaba bien. Con lágrimas resbalando por sus mejillas, tocó el rostro de Jeremy con su suave palma. Murmuró unas palabras solemnes en un idioma desconocido, mientras en su semblante se dibujaba un extraño alivio. Finalmente, unas mujeres, que parecían monjas, se la llevaron. Aunque intentó resistirse, o al menos eso parecía, la Reina, desde lo alto, pronunció unas palabras que lograron calmarla.

—¿D-dónde mierda estamos? ¿Quiénes son estos hijos de puta? —espetó César, claramente alterado, buscando respuestas.

—Deja de comportarte como un niño asustado, César. Desesperándote no vas a lograr nada —respondió Gregory con tono firme, señalando a los guardias armados con espadas, lanzas y arcos—. Mira bien a tu alrededor: si te pones violento, las cosas solo empeorarán para nosotros.

Gregory puso una mano sobre el hombro de César, intentando tranquilizarlo. Su mirada recorrió el entorno, dándose cuenta de que no solo estaban rodeados por los ancianos de las túnicas, sino también por guardias en armadura que los observaban con recelo.

«Lo bueno de Gregory es que siempre mantiene la cabeza fría y piensa antes de actuar. Al menos eso evitará que César haga alguna tontería que nos meta en problemas», pensó Jeremy mientras alejaba sutilmente a Yesenia del grupo. Tomándola de la mano, la miró con calma, tratando de tranquilizarla. La chica, todavía aterrada, se escondió detrás de él.

El grupo, compuesto por siete jóvenes, comenzó a agruparse, evidentemente asustados por la inusual situación. Gregory, con comentarios breves pero acertados, logró convencerlos de mostrarse pacíficos. Entonces, uno de los ancianos, un hombre de aspecto imponente que rondaba los sesenta años, con una barba que llegaba hasta su cintura y la coronilla calva, se acercó con las manos levantadas en señal de paz. Aunque hablaba en el mismo idioma extraño, sus gestos indicaban que quería que Gregory se acercara. Este lo hizo sin dudar.

LISMATUS: SENDA DEL HERALDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora