Capítulo 11.4: Supervisores - Cadáveres

211 15 6
                                    

* Este capítulo tiene un vídeo con música para ambientarlo, si gustas reprodúcelo para oírlo. 


Por el borde de un acantilado, una figura camina pegada a la pared mientras evita mirar al inmenso vacío bajo sus pies y tiembla de miedo al escuchar la palpitante carne arrastrarse al fondo del oscuro abismo. En su mano izquierda sostiene con fuerza una bolsa hecha de piel, la cual tiene húmeda la parte de abajo y gotea despacio dejando un delgado rastro de sangre.

—E-Ese maldito espíritu de tierra, me mandó a este camino y desapareció sin que me diera cuenta. —Quien habla consigo misma es Warawisa, avanza cuidadosamente por ese estrecho camino y se alegra al ver una plataforma estable frente a ella.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




Tiempo antes, justo después de que esta amazona cortara la cabeza de alguien importante para ellas, usó las telarañas dejadas por Axel para salir del laberinto subterráneo que se llenaba de tentáculos y tomó rumbo a desconocidas profundidades siguiendo las órdenes de una pequeña copia de Durgea. Warawisa llegó hasta un extraño cruce de cuatro túneles, los cuales según la Diosa la llevarían a distintos sitios; el primero, la dejaría cerca al demonio que juró matar; el segundo, sería el más difícil pero la pondría junto a otras personas con las cuales hacer un grupo; el tercero, la llevaría a un sitio donde odiaría estar pero se encontraría con alguien que la ayudaría a cumplir su venganza; el cuarto, la regresaría al sitio donde ella despertó tras ser transportada y solo le quedaría esperar al demonio.

Warawisa se propuso ayudar a asesinar al demonio, es consciente de su fuerza y sabe que sola no podrá hacerlo. Fue por ello que eligió ir por el segundo túnel, pues el primero y cuarto no eran factibles y la tercera en especial le daba un mal presentimiento. Al tomar un portal al final del túnel salió a un sitio completamente distinto, llegó justo en el momento para ver a un enorme monstruo compuesto de carne arrastrarse por una ancha zanja y lanzarse al vacío de un barranco entre horridos alaridos de bestiales. La muchacha se quedó muda del susto, segundos después fue abrumada por el asqueroso olor a sangre podrida que colmó el ambiente y terminó vomitando en el suelo intentando desesperadamente proteger su nariz.

—Sé que no es una vista hermosa. Entiendo que te pongas así por ver a la prole del Útero Eterno, esos niños están condenados a recorrer los túneles en busca de alimento y al final lanzarse a los abismos donde son procesados por las cocineras. —Contestó tranquilamente la copia de Durgea que bajó de su hombro, evitaba verla vomitar y solo se sentó en el suelo.

—¿Condenadas? No entiendo una mierda de lo que dices. —La expresión de asco en Warawisa no se había quitado, ella se limpia la boca con su muñeca e intentaba no recordar lo que presenció.

LISMATUS: SENDA DEL HERALDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora