Capítulo 11.3: Supervisores - Colmillos y garras

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* Este capítulo tiene un vídeo con música para ambientarlo, si gustas reprodúcelo para oírlo. 


«A veces siento... Que ninguna de las decisiones que elijo es la correcta y que cada una de ellas me lleva a un peor desenlace. Caminó ciego por un sendero lleno de piedras, donde no paro de caer y hacerme daño... Y peor aún de lastimar a la gente que me rodea», mirando la sangre que vomitó al suelo.

Axel estaba arrodillado, sujetando los restos de Holee contra su vientre para que no le sean arrebatados y respiraba con desesperación mientras vomitaba sangre. Con esfuerzo levantó su rostro dando un agónico gruñido, sus ojos a penas podían ver a la Diosa parada detrás de él y con esa última visión colapsó en el suelo.

—¡Perra de mierda! —Tamir salió corriendo con su espada en llamas y acertó un espadazo en el abdomen de esa manifestación de Durgea. Tan solo la había atravesado hasta la mitad del vientre y cuando intentó retirar su espada, la tierra que compone a la Diosa la sujetó con fuerza.

—Uhm... Es inútil que hagas esto —chasqueando la lengua—. No tengo tiempo ni para enojarme ahora mismo, así que seré breve con esto. A ese tipo le quité muchas de sus habilidades y las escondí al azar dentro de varias personas. Ahora le restan recuperar cuatro, una está en el corazón de ese chiquillo que murió partido a la mitad y por lo que he visto él no pensaba recolectarla. Este idiota no tiene la convicción de hacer lo necesario para lograr sus objetivos, se arriesgó inútilmente por salvar a esa mocosa y sigue negándose a olvidar su banal humanidad. Esto va para ustedes cuatro, pueden dejarlo morir aquí mismo, no será su culpa y serán libres de mi laberinto... O sustituyen su corazón por el del chiquillo muerto y continúan luchando hasta tal vez morir. Decidan rápido, en su condición le queda unos... 5 ó 6 minutos de vida. —Durgea calló a cualquiera que la interrumpía cubriéndolo con tierra y al terminar de hablar los liberó.

—¿Por qué los transformaste en monstruos? —Preguntó Yukiko recordando como Axel protegió los restos de Holee.

—Oh, en eso te equivocas, zorrita de las nieves. Ellos ya eran demonios desde antes, lo único que hice fue mostrar sus formas verdaderas —notando la sorpresa en los jóvenes—. ¿Pero cómo lo iban a saber, no? Todo este tiempo fueron engañados, poniendo su vida en juego por rescatar a ese par de demonios y por ello el otro chiquillo murió ¿Eso basta para que los dejen morir? —Durgea sonreía al ver las expresiones de esos jóvenes.

—¿E-Entonces? ¿Axel nunca existió? —Amaku estaba temblando de miedo y cólera.

—¡Te equivocas! Hay algo extraño aquí... Si Axel era un demonio desde antes, él no se hubiera arriesgado buscándonos o salvándonos en esas ocasiones. Puedo asegurarte que él Axel que conocimos es real, pero debe haber una razón tras todo esto... Y él nos la dirá cuando pueda hablar. Ángelo ¿Aun confías en Axel? —Tamir caminó hacia su herido compañero.

—[...] —Ángelo aun sostenía en brazos el cadáver de Galur, miró a Tamir notando que no tenía dudas en su mirada y el muchacho metió con pesar su mano dentro de los restos de Galur.

Tras unos segundos de esfuerzo, Ángelo logró sacar el corazón del cadáver de Galur pero aun no tenía fuerzas para caminar, así que entregó el órgano a Tamir, quien fue apresurado hacia Axel y en su camino miró con enojo la cínica sonrisa de Durgea. Tamir puso boca arriba el cuerpo del demonio, notó que este aun respiraba lentamente y sin saber bien cómo hacerlo, incrustó el corazón de Galur dentro de la herida abierta. En segundos varios filamentos cubrieron el órgano que comenzó a palpitar, con esfuerzo Axel volvió a respirar con normalidad y su herida iba cerrándose con rapidez.

LISMATUS: SENDA DEL HERALDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora