||Y de entre las cenizas el Fénix renacerá. Su luz deslumbrante opacará al sol. Sus ojos destellaran poder. Su alma gritará grandeza. Su corazón será poderoso.
Y cuando el Fénix haya caído, el volverá a nacer. Será imparable.||
𝑻𝑬𝑹𝑴𝑰𝑵𝑨𝑫𝑨
Ed...
Los sonidos de la máquina que medían su ritmo cardiaco iban muy lentos. Tres enfermeras vigilaban su estado, cualquier complicación no debían permitir que llegara a mayores complicaciones.
Su estado es crítico.
Una ambulancia la había traído, apenas pudieron estabilizarla. Cuando llegó su corazón luchaba por latir, perdía demasiada sangre y temían a que no resistiera debido a las quemaduras graves de su cuerpo. Se sorprendían como ella sobrevivía, a pesar de tener tan sólo cuatro años. Pero las dudas de que si viviría o no, aún eran altas.
-¿Nadie ha respondido? -Me temo que no -murmuraban las enfermeras viendo a la niña. -Pobrecilla, nadie espera que pasen estas cosas -dijo la tercer enfermera con los ojos nublados por las lágrimas. Es la primera vez que se enfrenta algo así. -Su madre murió, ¿Qué pasa si ella despierta? ¿que le diremos? -La doctora Miller dijo que se encargaría de hacerlo. -Sería un milagro que despertara.
Las tres enfermeras siguieron conversando en silencio, mientras la niña que descansaba en la camilla luchaba. Su mente y corazón estaban tranquilos, luchaban por no dejar de funcionar. Estaban peleando por vivir. Isabella Anderson luchaba.
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Día tras día monitoreaban a Isabella. Le inyectaban suero y sangre para que poco a poco recuperara el color y las fuerzas. Día tras día trataban de localizar a un familiar, buscaron tíos, abuelos, primos, hermanos o un padre, pero parecía que no había nada.
Sólo había una abuela viviente, pero ella no sería capaz de cuidar de la niña ni responder. La policía fue por la mujer, una abuela joven con una vida terminaba.
-Si, mi pequeña Bella, ¿que sucedió? ¿es algo malo? -la abuela paterna de Isabella vivía a las afueras de Louisiana, en un pueblo con una población de 300 habitantes, con un pequeño hospital donde no podrían atender a la niña. -Ella y su madre tuvieron un accidente. -No puede ser -la mujer imaginó lo peor. -Katherine Anderson Flores, ¿es su nuera? -Si, es ella. -Ella falleció señora, en verdad lo sentimos -dijo el oficial sinceramente mirando a su compañero-. El accidente ocurrió hace una semana. Su nuera ya no tenía vida cuando llegamos al auto. -Oh Dios -a pesar de que Kate y la señora Anderson no tuvieron una buena relación, se preocupo por lo que pasó, admitía que Katherine era buena madre y agradecía que le haya traído a la niña un par de veces de visita, la noticia de su muerte le había impactado- ¿y que hay con mi niña, Isabella? -Ella está en el hospital, la venimos a buscar por que es el familiar mas cercano que encontramos. Quisiéramos que nos acompañara, pero vemos que no es posible.
La señora Anderson, de 58 años, tenía una extraña enfermedad en el hígado, tenía que estar conectada a un aparato que le succionaba líquido de este, constantemente tenía que ir al hospital pues ella no tenía los debidos cuidados con su herida que estaba abierta,y sumando que el hospital no era adecuado. Debido a eso, los oficiales vieron que no era prudente dejar a la mujer a cargo de la niña.
-¿Conoce a otro familiar que se puede hacer cargo de ella? -preguntó el joven compañero del oficial. -Hay alguien que si podría cuidarla bien. ¿Podrías pasarme esa caja, cariño? -le dijo al joven- gracias. Él es Joe, es mi hijo. Estuvo en el ejército cuando tenía 17. Han pasado algunos años de los que se volvió a ir. -¿Había venido? -Si, pero no aquí. Estuvo en Texas. Fue hace como 8 años, volvió de acción y conoció a Katherine, estuvieron juntos por 3 años y luego se casaron. Un tiempo después nació Isabella. Pero mi hijo volvió al ejército, la bebé apenas tenía unos meses. Cuando sepa lo que pasó... -los ojos de la señora Anderson se nublaron de lágrimas. En serio le dolía lo que estaba pasando. -¿Cuando volverá su hijo? -No creo que vuelva a bajar, el ya es coronel. La última carta que me envió dijo que había algo de problemas en el batallón. -Entendemos -Aunque en una situación así, creo que él podría venir.
Y sin demorar más, el hospital envío una carta al batallón. Tenía la esperanza de que la carta llegara al coronel. Querían, más que nada, que Isabella tuviera a alguien cuando despertara. Y quien mejor para cuidarla que su padre.
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Hola Bitches!!!! Es de cariño feas, no se ofendan. Aquí el primer capítulo.
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