12. DOS CORAZONES

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12. DOS CORAZONES

La noche se sentía helada, las manos de Minho temblaban sin control, no sabía si era producto de las heridas en su cuerpo o por el frío que lo envolvía, solo sabía que le costaba sostener su improvisada estaca mientras apuntaba al corazón de Tamara.

La herida en su cuello era lo más doloroso que había experimentado hasta ese momento.

Una gota de sudor provocada por el dolor de su cuerpo entró en su ojo nublando su vista, un tambaleo lo acechó haciéndolo sentir que se desmayaría en cualquier momento.

Parpadeó repetidas veces para aclarar su vista, recuperando suficiente visibilidad y enfocando la figura de Tamara quien estaba aun tendida e inmóvil en el suelo.

Esa joven de cabello largo, negro y ondulado que lo había salvado, era uno de los monstruos que él había jurado destruir, sabía que tenía un deber que cumplir.

Y a pesar de todo, se encontró sorprendiéndose a sí mismo, pues era la primera vez que dudaba en asesinar a uno de esos asquerosos esbirros.

Una brisa repentina se hizo presente, las nubes dieron paso a la luna que había estado oculta durante gran parte de la noche y los ondulados cabellos de Tamara  se removieron dejando expuestas cada una de sus facciones ante los ojos de Minho.

Los ojos del mismo se abrieron de forma desmesurada al comprobar que efectivamente era la chica del río, la necesidad de agradecerle por haberlo salvado lo invadió, la curiosidad de averiguar el motivo era también fuerte, ya que ella era una vampiresa, no había motivo para salvarlo, entonces ¿Por qué lo hizo?

Mientras seguía debatiendo con sus pensamientos repentinamente su atención fue hacia un pequeño ruido anormal entre los arbustos donde entrecerrando los ojos un destello llamó su atención.

Caminó con precaución hasta el lugar, la estaca improvisada que cargaba cayó al suelo debido a la sorpresa de encontrar su daga perdida.

Sin pensarlo la empuñó y se dirigió hasta Tamara en lo que para él era una señal, ya que justamente cuando dudaba, su daga había vuelto a él, se colocó con una rodilla apoyada en el suelo a un lado de la joven.

—Gracias por salvarme— .Le dijo empuñando la daga sobre su corazón.

Estaba determinado a terminarlo rápido y con la menor cantidad de sufrimiento posible, pero se vio sorprendido cuando su cuerpo lo traicionó y no fue capaz de apuñalarla.

—¿Por qué estas dudando?—. Una voz familiar le preguntó mientras se acercaba.

Jiah había aparecido, adornada por la danza de sus largos cabellos al viento y su mirada calculadora.

Normalmente a Minho le habría alegrado verla, pero en esa ocasión algo era diferente, no pasó ni un segundo cuando se dio cuenta del porqué.

—Mátala de una vez—. Fueron las palabras que Jiah mencionó sin vacilación.

Minho se sorprendió, por primera sintió algo de agresividad de la recién llegada hacia él, Jiah se acercó a Tamara y sin dudar empuñó la espada corta que siempre llevaba con ella.

—¿Qué haces?—. Cuestionó Minho.

—No deberías dudar, no hay vampiro que merezca estar con vida... todos son unos asesinos—. Fue la respuesta de Jiah mientras en sus ojos había un destello asesino.

Minho sabía que ella tenía razón, pero entonces recordó que el anciano Dongwoo siempre contaba la historia de un particular vampiro amable y fuera de lo normal a quien había tenido oportunidad de conocer.

LUNA ESCARLATA (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora