64. YEONG

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La atmósfera alrededor del castillo se encontraba irreconocible, a varios kilómetros a la redonda toda la vida había sido destruida por la oscuridad.

Árboles y plantas habían desaparecido por completo; los pueblos aledaños habían sido barridos; el agua de los ríos y lagunas se encontraba completamente negra, espesa y pestilente; y el silencio de la muerte  era únicamente interrumpido por los fuertes truenos, más allá de las nubes.

Dentro del enorme castillo que había visto a los herederos crecer, no había más que oscuridad, cada uno de los aposentos de la familia real se encontraba sumida en el silencio y la oscuridad, con excepción de una pequeña zona.

El espacio, alrededor de la pequeña flor en la habitación de Kibum, aquella bonita flor que Jonghyun había obsequiado a Kibum tiempo atrás.

Un pequeño faro de luz, en medio de toda la sofocante oscuridad.

—Entrégame todas las almas—. Jinki reclamó.

Kibum lo miraba fijamente, en la tersa y sedosa piel del quinto príncipe, comenzaban a notarse las negras venas que adornaban todo el cuerpo del emperador.

—Te ves horrible—. Afirmó Kibum, cuando sus vientos se encargaron de cerrar su camisa.

—No te falta mucho para estar igual—. Jinki se burló.

—Quiero que ayudes a Tamara a sanar—. Kibum declaró.

Jinki se extrañó por la petición.

—No lo haré.

—¿Por qué no?—. Kibum negó con la cabeza—Entonces te obligaré.

Un pequeño torbellino apareció en su mano.

—¿Para qué quieres sanar a Tamara?... De todas formas tomaré su alma—. El emperador sonrió maliciosamente.

—Tú no tomarás su alma—. Kibum afiló su mirada—Tampoco la de Jonghyun o la mía.

—A ése no le queda de otra más que ser destruido—. Jinki señaló a un Ángel oscuro en medio de las animas de purificación, quien ya se encontraba arrodillado, mientras parecía sofocarse lentamente—¿En serio lo dejarás morir?... Sería más fácil arrancarle el alma.

—No lo harás... Él debe volver a ser el mismo de antes—. Kibum sentenció.

—¿Para qué?... ¿Quieres acostarte con él por última vez?

—¿Acaso piensas que soy como tú?—. Kibum bufó—Hacer el amor con tu sirviente para luego asesinarlo.... No creo que Joon sea feliz con eso.

Esas palabras, fueron como una estocada directo al corazón de Jinki, como si fuera atravesado con un fierro al rojo vivo, y una vez en posición el mismo estallara, destrozándolo dolorosamente desde el interior.

Kibum se percató del efecto de sus palabras.

—Eres despreciable—. Kibum afirmó—¿Cómo pudiste hacerle tal cosa, sabiendo lo mucho que significabas para él?

—¿C-cómo demonios....?—. Las palabras de Jinki fueron interrumpidas.

—Soy el amo del viento, no hay nada en el mundo que no sepa, el viento me lo dice todo—. Kibum declaró sonriendo.

Jinki sonrió al aproximarse lentamente.

—Yo soy el amo de las almas, no hay alma en la existencia que no me obedezca—. Se detuvo a un paso de Kibum y lo miró con fiereza—. Ni siquiera la tuya.

Kibum miró a los ojos al emperador, los muros del castillo comenzaron a temblar, la ficción de las enormes piedras que lo componían, anunciaba el derrumbamiento del mismo.

LUNA ESCARLATA (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora