30. LA ÚLTIMA NOCHE

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[HACE MAS DE 500 AÑOS]

—¿Cuándo fue?... La primera vez que gustaste de mí—. Preguntó Kibum mirando fijamente a Jonghyun.

Para Jonghyun esa seguridad, su fuerte carácter, inteligencia y audacia con que siempre guiaba sus actos, todas y cada una de sus cualidades, solo eran superadas por la belleza de su corazón, una belleza que lo dejó anonadado desde el primer instante en que sus ojos lo encontraron.

La suave y tersa mano de Kibum que lo guiaba hasta sus labios era como una delicada caricia en su alma, la calidez de sus labios era como un ardiente acero que dejaría una marca al rojo vivo en los propios.

Un ardor intenso y placentero recorría suz labios al sentir el tibio aliento de Kibum, deseoso siempre de sentir a su Kibummie, estaba tan inmerso en sus pensamientos y ese contacto que planeaba profundizar, al grado tal que cuando lo perdió se estremeció deseoso de más.

Una delicada pero fuerte mirada llamó a la suya, como si de dos magnetos que se buscaban naturalmente se tratara, las miradas de ambos jóvenes se encontraron.

—¿No vas a responder mi pregunta?—. Cuestionó Kibum con un pucherito en sus labios.

Jonghyun sonrió al ver esos hermosos, rosáceos y acorazonados labios que eran su perdición.

—No vas a responder ¡¿Cierto?!—. Kibum comenzó a perder la paciencia.

Su ceño se frunció a la par que una sonrisa se formó en los labios del otro, los ojos del primero rodaron y abandonó las piernas de Jonghyun molesto.

Como en automático Jonghyun sostuvo su muñeca y lo jaló arrojándolo sobre la cama, el delgado y delicado Kibum rebotó sobre el colchón y una mirada asesina al instante encontró a Jonghyun.

—¡¡Yah!! ¡¡Eres un bruto!!—. Espetó Kibum molesto pero sus labios fueron de inmediato silenciados por los del otro, diestramente Jonghyun hizo a "su" Kibummie su prisionero bajo el arco de sus piernas a la par que encontró sus manos.

—Si... Soy un bruto... Porque me has embrutecido al punto que solo tengo ojos para ti... y eh perdido el completo control de mi cuerpo—. Jonghyun sentenció sonriendo.

—Ya eras un bruto antes que yo te aceptara—. Kibum desvió la mirada a algún punto perdido en la habitación mientras Jonghyun no podía evitar sonreír.

—Así es... Me hiciste un bruto desde la primera vez que te vi... ¿Eso responde tu pregunta?—. Al fin Jonghyun respondió.

Un lindo color carmín apareció en las mejillas de Kibum al tiempo que sus ojos destellaron y sus dedos se entrelazaron con los del otro.

Para Jonghyun era la cosita más adorable que había visto por lo que terminó por morder su mejilla interna para contenerse.

—Eso te convierte en un pedófilo—. Kibum respondió al desviar su mirada.

Su fracasado intento por no reír, con ese pequeño gesto que lo caracterizaba no hacía más que enamorar más a aquel que se encontraba sobre él.

La noche comenzaba a caer, la habitación comenzaba a sumergirse en la penumbra, las manos de Kibum fueron liberadas a la par que el peso que lo aprisionaba desapareció, una cálida luz en el centro de la habitación iluminó todo el espacio.

La traviesa llama sobre la vela dio un salto y aterrizó en el mismo lugar, Jonghyun frunció el ceño al percatarse de ello, pero decidió dejarlo pasar, al voltear se encontró con el chico de sus deseos junto a la ventana admirando el cielo.

Como si de una invitación se tratara sus manos se encontraban en el marco de la ventana dejando su pequeña y fina cintura a merced del otro.

—Sabes que no puedo contenerme—. Jonghyun susurró al oído a Kibum mientras mordía su lóbulo al acercarse.

Sus manos naturalmente encontraron el camino para deslizarse por la cintura del otro deshaciendo el nudo de sus ropas, dejando en libertad la delgada tela que cubría la parte superior del delgado y esbelto cuerpo frente a él, un leve cosquilleo acompañó las manos de Jonghyun cuando desde sus hombros hasta sus manos, exponiendo su suave y tersa piel de porcelana, las ropas de Kibum abandonaron su cuerpo.

Los labios de Jonghyun llegaron a la espalda del otro, la fragancia que tanto amaba invadió y estremeció sus sentidos al tiempo que las telas que antes cubrían esa lechosa piel llegaron al suelo y sus manos cubrieron las de Kibum sobre el marco de la ventana.

—¿Qué hay tan interesante allá afuera que no me miras?—. Jonghyun preguntó mientras comenzaba a desatar el nudo que sostenía las prensas inferiores del otro.

—Esa estrella—. dijo Kibum señalando una pequeña lucecita tintineante en lo más lejano del firmamento.

Las manos de Jonghyun se detuvieron al ver la señalada por el otro.

—Esa estrella es la primera que se observa desde el mundo humano... Cuando estábamos allá y nos encontrábamos separados... Es la estrella que me pediste que mirara, pues cada noche la cargarías de tu amor por mí... La miré cada noche... durante cincuenta años—. Kibum reveló y un nudo se formó en la garganta de Jonghyun.

Porque así era, Kibum le había amado fielmente durante cincuenta años, sin poder verse, sin poder tocarse ni hablarse, durante cincuenta años, le había demostrado su amor a la distancia.

Las manos de Jonghyun se retiraron, Kibum giró sobre su eje quedando de frente al otro y mirándolo con ternura le dijo.

—Me preguntó... Si algún día... ¿Seré capaz de expresarte cuanto te amo?—. Una bonita sonrisa se arqueó en sus labios.

Kibum deshizo el nudo que dejó caer las telas que cubrían la mitad inferior de su cuerpo, dejándose mostrar ante su amante como más le gustaba, completamente al natural.

El corazón de Jonghyun comenzó a acelerarse con fuerza cuando los delgados dedos del otro comenzaron a desatar sus ropas con rapidez y delicadeza.

El deseo llegó a sus manos cuando se apretaron en puños evitando abrazarlo y conteniendo las ansias de nuevamente arrojarlo a la cama, cerró sus ojos al sentir la tela deslizarse de su cuerpo dejando un cosquilleo en su piel.

Las cálidas manos de Kibum se posaron sobre los hombros de Jonghyun, deslizándose por la extensión del pecho y abdomen del otro para finalmente comenzar a desatar la prenda restante en la cintura de su amante.

Aquella prenda al fin cayó al tiempo que la calidez y suavidad de los labios de Kibum atacaron el cuello del otro, un estremecimiento recorrió cada célula de Jonghyun cuando el frío aire chocó con la ya elevada temperatura de su cuerpo ansioso por fundirse con el otro.

Un gemido se escapó de su garganta al sentir el leve y juguetón mordisco que se presentó en su cuello, sus ojos se abrieron para buscar a ese bello ser, pero algo en la lejanía a través de la ventana llamó su atención.

—¿Qué ocurre?—. Preguntó Kibum guiando el rostro de su amante con sus delicadas manos.

—Me pareció ver al... go~—. Jonghyun intentó responder, pero sus labios fueron silenciados por un suave beso.

Los dedos de ambos se entrelazaron y Jonghyun terminó siendo guiado hacia la cama por el otro.

Nuevamente miró por la ventana, su ceño se frunció al ver que lo que sea que había llamado su atención ya no estaba.

Sus manos fueron atrapadas por unas más delgadas que las llevaron a aquella estrecha cintura que era su perdición.

—¿Qué tanto miras por la ventana?—. Cuestionó Kibum atrayendo su atención.

Jonghyun volvió su atención a él y lo sujetó atrayendolo, la ardiente piel de ambos se encontró y sus temperaturas se elevaron de golpe gozando el pequeño y breve impacto que les confirmó cuanto se deseaban el uno al otro.

Un leve gemido escapó de la garganta de Kibum, una sonrisa apareció en el rostro de Jonghyun, y un mutuo deseo más ardiente que las mismas llamas del infierno apareció.

—¿Cuánto más me harás esperar?—. Cuestionó Kibum mordiendo su labio.

Jonghyun se sorprendió cuando su amante le demostró su fuerza al tomarlo y arrojarlo boca arriba sobre la cama posicionándose y sentándose sobre su entrepierna.

Kibum sonreía mientras las manos del otro comenzaron a acariciar sus delgados y blancos muslos, apretándolos con la firmeza suficiente, como para dejar marcas que desaparecerían en segundos.

La expresión en sus rostros les decía que disfrutaban mucho el sentirme tan libre y directamente.

Jonghyun mordió sus labios cuando las manos de Kibum se deslizaron por su pecho y abdomen mientras una mirada lasciva destellaba en sus ojos.

Comenzó a inclinarse lenta y delicadamente ocasionando que sus piernas se entrelazaran con las del otro, el calor de las partes baja de sus cuerpos se encontró mutuamente elevando cada vez más la temperatura de la habitación.

Un rayo en medio de la calma atravesó sin piedad cada una de las millones de células del cuerpo de Jonghyun provocando una serie de pequeñas convulsiones en él.

Sus ojos fueron cubiertos por una suave y delicada mano potenciando el resto de sus sentidos, un suave y cálido beso hizo contacto en su pecho mientras el ligero toque de unos sedosos cabellos hacia cosquillas en su mentón.

Como si tuviera voluntad propia una de las manos de Jonghyun subió por los glúteos de su Kibummie y se abrió paso hasta la parte media de ambos, encontrando ese pequeño, redondo, suave, palpitante y exquisito orificio producto de todos sus deseos.

Hasta el último rincón del cuerpo de Kibum se estremeció como si fuera atacado por una fuerte corriente eléctrica al sentir el roce de los dedos de Jonghyun, un tacto más ligero que un pétalo de una rosa al caer en la calmada superficie del espejo de agua, eso era suficiente para que Kibum se estremeciera al punto de chocar su cuerpo nuevamente con el del otro y dejar un rastro de ese líquido precursor del placer en su abdomen.

—Lo siento Kibummie... No puedo resistir más—. Sentenció Jonghyun con la voz entrecortada.

Kibum no alcanzó a decir nada pues antes de poder hacerlo cayó sobre la cama boca abajo y sintió el peso del otro al subirse sobre él.

—Te deseo demasiado~. Declaró Jonghyun a su oído.

Atrapando sus manos contra las suaves sábanas bajo ellos, habiendo leves movimientos asemejando embestidas en el trasero del otro, frotando su ardiente deseo contra la zanja de placer que se formaba entre esos dos redondos glúteos que se calentaban rápidamente.

—¿Qué estás...?—. Kibum no pudo terminar esa oración.

Ya que Jonghyun lo silenció con su mano mientras con la otra sujetó las dos del primero en su propia espalda.

La luna se elevó en lo alto del firmamento mientras gemidos de placer se mezclaban con el viento... cada pequeña y brillante gotita de sudor en la piel de ambos resplandecía como el más puro diamante.

Jonghyun deslizaba su mano con suavidad a lo largo de la blanca piel del otro mientras con su lengua recogía el salado de su espalda el cual a su gusto era incluso más dulce que la miel más pura.

La fuerte mano de Jonghyun apretó el deseo del otro ayudándolo a llegar al borde de la excitación.

Kibum podía sentir como su interior se abría con cada nueva embestida, sus piernas se entrelazaban con fuerza a las de su amante y su interior se apretaba al sentirse invadido, lo cual desde luego sólo excitaba más a Jonghyun y lo invitaba a ser aún más tosco.

El corazón de Jonghyun parecía estar a punto de salir de su pecho, como si desde el interior taladrara con toda la intención de abrir un hueco para su escape, sus blancos y afilados colmillos comenzaron a abrirse paso con rapidez mientras crecían, una brutal embestida arrancó un grito de dolor y placer de la garganta de Kibum.

Los fuertes gemidos de Kibum incrementaban las ansias de Jonghyun mientras su mano estimulaba con maestría el deseo de su amante procurando darle tanto placer como él deseaba y al mismo tiempo torturándolo al no dejarlo llegar al climax.

La sensación de dominar hasta el más pequeño gemido que escapaba de la garganta de su amante, el saber que era responsable de cada respiración agitada y sentir como su cuerpo sucumbía ante el deseo por él, todo lograba grabar una sonrisa en el cuerpo y alma de Jonghyun .

Kibum se había convertido en el único motivo de Jonghyun para vivir, desde el momento en que sus ojos se posaron en un pequeño bebé con ojos de zorro, el mismo, se había convertido en el único motivo e impulsor de su vida.

El sonido de la piel del cuello de Kibum rompiéndose acompañado de un fuerte estremecimiento de su cuerpo anunciaron el momento en que los colmillos de Jonghyun se clavaron, un fuerte gemido en su garganta fue ahogado cuando Jonghyun llevo la mano a silenciar su boca nuevamente.

Una explosión dentro del cuerpo de Kibum, otra en la mano de Jonghyun, el celeste y el naranja destellando en sus pupilas, un hilo carmesí recorriendo la tersa y blanca piel de Kibum, un excitante sabor a hierro bajando por su garganta mientras un adictivo dolor se presentaba en la mano de Jonghyun al tiempo que su sangre manchaba las blancas sabanas debajo de ellos y a profundidad se fundían el uno con el otro.

Una vez más habían olvidado el temor de ser atrapados en un amor prohibido.

—Por favor Kibummie, nunca me dejes... No podría vivir sin ti—. Jonghyun suplicó.

Un nuevo gemido fue arrancado de la garganta de ambos cuando sus cuerpos se separaron y cayeron exhaustos sobre la cama.

La sangrienta mano de Jonghyun atrajo con cuidado al otro hacia él, y rodeándolo con sus brazos, abrazó su corazón y besó su alma al depositar aquel suave pero sincero beso en su frente, Kibum cerró sus ojos.

—Huyamos juntos al mundo humano, a un lugar donde esa estrella sea siempre visible—. dijo Kibum al entrelazar sus manos con las de Jonghyun para después quedarse dormido en sus brazos.

...

La luz de la mañana comenzó a filtrarse a aquella habitación que había sido testigo de la última noche de intimidad entre Jonghyun y Kibum.

El primero abrió sus ojos perezoso mientras una sonrisa adornaba su rostro al recordar los acontecimientos de la noche anterior.

Cada sensación, cada caricia, cada respiración, se sentían aun vividos en su piel, los sonidos de excitación se escuchaban en su mente y el deseo de experimentarlos una vez más se presentaba apenas abría despertaba.

Como era su costumbre se incorporó y lo primero que hizo fue buscar a ese hermoso chico de ojos de zorro al que amaba con todo su corazón.

Leves rayos de sol entraban a la blanca habitación, el viento hacia bailar suavemente las cortinas semitransparentes que separaban la habitación del exterior y el aroma de las flores del jardín se filtraba para perfumar el comienzo de un nuevo día juntos.

"Juntos" era la palabra más maravillosa que jamás hubiera existido para esos dos.

Se disponía a despertar al otro como más le gustaba, con un suave beso en sus labios, pero algo al exterior llamó su atención por lo que se apresuró a vestirse de cintura para abajo.

Desde la ventana recorrió los jardines con su mirada, el verde de los árboles y el pasto brillaban como si de cristales de jade se tratara, los jardines rebozaban de color.

Y la figura de Joon en la línea del jardín llamó su atención a la par que una fría brisa entró por la ventana haciendo que un aun dormido Kibum se encogiera acompañado de un pequeño temblor.

Una sonrisa se dibujó en los labios de Jonghyun ante lo que le pareció una tierna reacción, lo arropó con cuidado y se aseguró que pudiera seguir durmiendo plácidamente, una caricia con el dorso de su mano en la mejilla del otro, un pequeño beso en su frente y el deleite de la fragancia de su cabello en sus sentidos fueron seguidos de las palabras que su corazón le dedicaron.

—Sigue durmiendo Kibummie... Vuelvo enseguida—. Declaró al terminar de vestirse para salir y encontrarse con Joon.

Y como era de esperarse, Joon le llevaba malas noticias, por segunda vez, su padre se había enterado de su relación con Kibum, habían pasado alrededor de trescientos años desde la primera vez, cuando fueron obligados a separarse, y ambos terminaron en diferentes ejes del mundo humano recuperando el respeto para su familia.

Fueron los peores cincuenta años en la vida de ambos, pero también los cincuenta años que fortalecieron su amor.

Como amantes separados, mensajes iban y venían con los vientos, Jonghyun buscaba siempre diariamente y a la misma hora, el punto más alto, esperaba, recibía y enviaba poemas de amor con la brisa del amanecer cada día.

Jonghyun sabía que el emperador no era ninguna broma, por lo que pidió a Joon informar que fuera cual fuera el castigo en esa ocasión lo enfrentaría él solo, pues no podría ver herido a su Kibummie, Joon asintió y se ofreció a ir con él, pero Jonghyun lo rechazó y en cambio le encomendó cuidar de Kibum hasta su regreso.

Él sabía que no era bueno hacer esperar al emperador, peor aún si estaba molesto, ya que, dos de sus hijos y herederos lo desafiaban constantemente.

Jonghyun, quien debía casarse con Xia, la había rechazado para amar a su hermano, Kibum quien debía casarse con una noble heredera también se había rehusado para amar a su Hyung y la paciencia del emperador para con esos dos, ya había sido demasiada.

Pero si Jonghyun hubiera sabido que esa mañana se convertiría en la última vez que vería una expresión de calma en el rostro del otro tal vez hubiera hecho como Kibum había pedido y hubiera escapado con él de las garras del emperador.

LUNA ESCARLATA (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora